Capítulo 6

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Estoy rota, sin embargo, no lo supe hasta que tuve la edad suficiente para entender.

Y aún así, después de tantos años, la misma inquietud parece nunca dejarme.

La oscuridad está dentro de todos nosotros. ¿O ellos la introducen en ti?

No recuerdo haber querido asesinar cuando tenía cinco años.

No recuerdo en aquel momento sentir la ira invadirme.

No, no sentía aquel mal agitándose dentro de mi, éste vino luego.

Vi los ojos del mal antes de que se me terminaran de caer los dientes.

Vi la muerte antes incluso de saber que significaba morir.

Y me pregunto una vez más. El mal, ¿siempre estuvo alli o me envenaron la sangre?

¿Cuánto mal, puede hacérsele a un alma tan inocente para que solo oscuridad exista en ella?

¿Qué te hicieron a ti? Si la respuesta en nada, sonríe, has sido bendecido.

Pero si tu respuesta es otra querido invitado, lo siento.

Somos nosotros, los rotos, aquellos quienes en la oscuridad, encontramos el consuelo.

No, nadie piensa en sangre a los cinco años.

O tal vez, sí.

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No era la primera vez que combatía con sus propios pensamientos y sabía que no era extraño. Tenía todo lo que quería, dinero, mujeres, anonimato, era libre.

Tal vez, era la madrugada, en donde en penumbras, los pensamientos nos quitan el sueño a todos. Sin embargo, si era sincero, ya lo había visto en otros hombres aunque nunca la hubiera experimentado personalmente.

La culpa.

¿Qué tan culpable te puedes sentir, por dejar el pasado atrás? Las palabras de su esposa, le quemaban la piel. Ya ni siquiera sabia si tenía una. No sabia quien era él y estaba el hecho de que por muy idiota que fuera su hijo, seguía siendo parte de él, sangre de su sangre.

Quien sabe cuanto tiempo divagó en aquella habitación, en aquellas mismas sabanas donde había hecho el amor con Mariana en donde parecía congelarse.

Sabía que los recuerdos volverían y esperaba estar muerto para entonces. ¿Qué estaría haciendo?. Un nombre se le atravesó y miles de imágenes que no deseaba se arremolinaron en él. Se retorció al pensarlo y el movimiento le provocó una blanca punzada de dolor caliente que le recorrió arrancándole un gruñido de frustración.

- ¿Va todo bien, César? - La desnuda prostituta, a su lado, se incorporó sobre un codo, fingiendo preocupación, pálida, a la luz del alba. Una maraña de cabello castaño le rodeaba la cabeza; tenía marcas en su cuerpo, por el desahogo de una pasión que estaba lejos de ser por ella.

Era bonita, pero él ya no estaba en esa habitación.

-Si, creo que es hora que te vayas.- ella alzó una mano para tocar a Cesar en el hombro, en señal lastimosa.

- Deberías ir a buscar a quien te quita el sueño - le dio unas palmaditas y se volvió para comenzar a vestirse.

Fue mucho después cuando tomó el único libro que había traído consigo, de la mesa de luz que estaba a su lado y trató de leer.

"Los cuervos eran negros, negros como la noche. La oscuridad los había adormecido, pero regresarían al alba. Los cuervos habían venido a darse un festín con la carne de los caídos. Podía sentir anticipadamente como vendrían por él, los murmullos silenciosos de la muerte, lo atormentaban, sin poder escapar de su destino"

Luces Y Sombras || Mariana Y CésarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora