Eres mía, lo has sido desde que mis ojos se cruzaron con los tuyos.
Eres mia.
Y aún asi, después de tanto tiempo no se si fuimos, si somos, si alguna vez volveremos a ser.
Eres mia y sin embargo éste sentimiento parece arrastrarme a la locura.
Los celos, me consumen y me arrastran al infierno.
Me hacen arder.
Eres mia repito una vez más, como si el hacelo tuviese sentido.
Juré poseerte y al hacerlo he caído en tú abismo.
Eres mia, tengo tu cuerpo, tú mente y tú alma.
Te he poseído, y al hacerlo he olvidado que lo que quieras poseer, te poseerá a ti también
Y aún así ¿sigues siendo mia? - César Lazcano.
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La furia oscurecía sus ojos.
- César - su nombre salió de sus labios como un susurro.
La vio frente a él con la sorpresa reflejada en su rostro; su cabello aun permanecía alborotado y su blusa arrugada le recordó la excitación de ella por otro cuerpo.
Los celos, lo invadían profundamente, mientras en su mente se reproducían una y otra vez cada caricia, cada gemido pronunciado por sus labios.
Con la respiración dificultosa, miró fijamente la mujer que lo torturaba y se ahogó con su propia sangre.
Ella dio un ultimo sorbo a su copa mientras se levantaba del sofá, aumentando la distancia que los separaba.
Entre la fatiga, la insatisfacción, la desilusión y la inseguridad, había logrado quedar reducida a un estado de desdicha y confusión tal que no podía estar quieta.
Cuando lo vio sintió algo parecido al miedo, sabia que él luchaba por controlarse, estaba ruborizado y todos sus músculos parecían tensos, luchaba intensamente por dentro.
Y aquello, extrañamente le gustaba.
- ¿Qué hacías con él?
Sus cejas se juntaron un momento y luego se enarcaron en un gesto inquisitivo.
- ¿Él? ¿Te refieres a Marcelo?
De pronto, escuchar el nombre pronunciado con esa cadencia casual le enfureció irracionalmente.
-Sí - respondió secamente
- ¿Acaso ahora te preocuparas por lo que haga con Marcelo? - preguntó, perspicaz - No significa nada para ti... ¿no fuiste tú el que desapareció? - agregó. - ¿Qué esperabas, encontrarme dormida?
Quería lastimarlo, conocía aquel sentimiento tan bien que sabia perfectamente que se consumía y su control comenzaba a desmoronarse.
- Tu estás muerto - le echó en cara una realidad - Y él no lo está
Atravesó la habitación con dos pasos, interrumpiéndola.
- Mariana ¿Qué has hecho con ese hombre? - la tomo por el cuello, aquel delicado cuello besado por alguien mas, obligándola a mirarlo a los ojos. - Te ha follado - aseguro, observando la verdad reflejada en sus ojos - se atrevió a tocarte el muy bastardo
La soltó como si su piel le quemara.
Se pasó una mano por el cabello. Las puntas cortas se levantaron desordenadas.
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Luces Y Sombras || Mariana Y César
Fiksi PenggemarMariana y César sabían que encontrarse no fue por azar. Él entró a su vida y ella no quería dejarle marchar. Ella se cruzó en su camino y él la quiso a pesar de todo. Siempre supieron que la oscuridad que los habita consumiría todo a su alrededor...