Una tentadora propuesta

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Aclaración:  Los personajes de Inuyasha/Hanyo No Yashahime no me pertenecen, la historia a continuación es de inspiración propia.

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Los desayunos de la familia de Sesshomaru Taisho se caracterizaban por la ausencia de ruido. Y no era porque Setsuna no quisiera hablar, sino que en todos los años que tenía a su lado se había acostumbrado a que su padre no dijera palabra alguna en su presencia.

—¿Sucede algo? —le preguntó su hija. La curiosidad la invadía desde que tomó asiento en la mesa, su padre la observaba de una manera muy distinta a otras ocasiones y quería saber si tenía algo que decirle.

Sesshomaru no respondió, movió su cabeza de forma negativa mientras salía de sus pensamientos. Sin querer, Setsuna lo había tomado con la guardia baja.

—Nada en absoluto —respondió su padre, acto seguido bebió de su taza de café por escapar de los ojos analíticos de su primogénita—. ¿Terminaste?

Setsuna asintió y levantándose de la mesa se dirigió a su cuarto para tomar sus cosas. Estando solo, Sesshomaru retomó ese pensamiento con el que había despertado: Rin.

Si bien llevaba años sin tener noticias de ella, se despertó con la inquietud de que ella lo necesitaba. Algo absurdo, puesto que Rin los había abandonado en aquel hospital, el día que nació Setsuna. Un sentimiento de furia recorrió su ser al pensar en ese momento: cerró sus ojos y apretó con fuerza su puño derecho, la frustración que sintió, seguido de una decepción con la persona que menos imaginaba sacaba a flote su peor instinto, sin embargo ya había superado esa situación y ahora estaba en paz con la vida que tenía, o al menos eso creía. Pues una parte de él albergaba la esperanza de una explicación.

Los pasos de Setsuna hicieron eco por el pasillo que daba al comedor, lo que alertó a Sesshomaru. Su hija traía consigo su uniforme escolar y había recogido su cabello en una cola alta que realzaba el parecido que tenía con su madre Rin.

—Estoy lista —avisó a su padre.

Sesshomaru asintió y tomando su saco y maletín, se dirigió a la entrada donde Setsuna aguardaba. Sintió una punzada en su corazón cuando, al enfrentar sus ojos amatistas, se encontró con los orbes soñadores de quien fue su esposa.

Sin duda, Rin estaba presente en su vida.

—¿Sucede algo? —Volvió a preguntar Setsuna, impaciente.

—Nada, andando —respondió Sesshomaru.

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—¡Setsuna! —El grito de Moroha trajo a la realidad a una Setsuna distraída.

Su prima mayor se acercó a ella y la envolvió en un fuerte abrazo que la tomo por sorpresa, haciéndola responder después del contacto.

—¿Qué tal el fin de semana? —preguntó Moroha, acomodando su mochila.

—No estuvo tan mal —comentó—. Me pase gran parte de la cena tocando para los invitados de Sesshomaru.

Moroha sonrió con esa expresión que le recordaba mucho a su tío Inuyasha, esa sonrisa que le decía que había peores formas de tortura.

—Bueno, yo salí al centro comercial con Hisui y sus hermanas, tuvimos una tarde divertida.

—¿Desde cuando sales con Fukushima? —cuestionó su prima.

—Sabes que nuestros padres son amigos desde la universidad, es lógico que nos dejen convivir.

De amores y otros enredosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora