CUATRO

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No inicié segundo de secundaria de la mejor manera, durante las vacaciones de fin de curso, me había fracturado el pie izquierdo por dar un mal paso en una de mis clases de baile, el profesor nos había puesto a bailar sin tenis después del calentamiento, en uno de los pasos tenía que levantar la pierna izquierda haciendo un círculo en el aire y dejarla caer, pero al momento en el que mi pie tocó el suelo sentí como si algo hubiera tronado, le di poca importancia y seguí bailando, pero en cuanto terminé el baile me costaba caminar, sentía un dolor fuerte en el pie, me puse mis tenis y el dolor disminuyó un poco, cuando mi abuela vino a recogerme notó que algo me dolía, bajé las escaleras del gym agarrada del barandal tratando de no apoyar mucho mi pie, cuando mi tía me vio dijo que estaba exagerando y me hizo caminar hasta el carro.

Al llegar a casa de mis abuelos dije que me seguía doliendo el pie, mi abuela me quitó el tenis y me masajeo un poco, pero cuando vieron que el dolor no bajaba me llevaron a urgencias pero nadie nos atendía, mis padres nos alcanzaron ahí y me llevaron a otro hospital, cuando llegamos yo seguía moviendo mi pie, yo pensaba que era una simple lesión y que solo necesitaba descansar, pero cuando el doctor nos llamó para ver mis radiografías dijo que tenía fracturado el dedo meñique del pie, jamás en mi vida me había fracturado algo. Nos pasaron al área donde enyesaban y yo solo escuché a un niño gritar de dolor, no podría describir lo que sentía en ese momento, para mí era como estar pasando por un túnel donde la única salida se podía cruzar en silla de ruedas. No tardaron mucho en pasarme al pequeño cuarto de enyesado, apenas el doctor me revisó y yo ya estaba llorando de miedo, al principio solo envolvió mi pie con algodón, pensé que no sería tan grave el asunto hasta que el doctor comenzó a envolver mi pie con el yeso, dijo que debía acomodar mi hueso, ese dolor me hizo gritar, jamás pensé que un hueso roto pudiera doler tanto, y el frío que tenía en la pierna por el yeso mojado no ayudaba en nada.

Pasé todas las vacaciones y dos meses de escuela con el yeso, en la escuela le veía el lado positivo ya que me dejaba usar el elevador para ir al laboratorio de física, o me dejaban sentada en un banco o en las escaleras durante las clases de educación física, pero cuando me quitaron el yeso parecía la burla de ciertas compañeras de clase, mi doctor me había dicho que me lo tomara con calma al tratar de caminar sin las muletas, pero la verdad es que yo ya estaba harta de lo molestas que son. En la escuela las dejaba en una esquina de mi salón y trataba de caminar, claramente no lo hacía bien por todos esos meses que me la pasé con el pie inmóvil, cada que me levantaba a revisar mis trabajos con los profesores, escuchaba como dos chicas decían en voz baja lo mal que caminaba, que parecía tener una pata de palo, pero al parecer no fui la única que escuchó esos comentarios tan hirientes. Una chica que era nueva en el colegio se les acerco y dijo.

- Muy gracioso, ¿verdad?, veamos como caminas tú si te rompo ese pie que tanto me estresa cuando lo mueves.

Las dos chicas se quedaron cayadas y se limitaron a mirarla con asombro, la que me había defendido se acercó a mi lugar diciéndome que las ignorara, apenas me había dado cuenta de que, quien me había defendido era la misma chica que por semanas me estuvo preguntando la fecha, su nombre era Zion, recuerdo haberla visto un poco sola las primeras semanas del curso, apenas y hablaba para participar en clase cuando algún profesor se lo pedía.

- Creo que aún no me aprendo tu nombre, ¿me recuerdas quién eres? -dijo señalándome.

- Yo soy Yaneth.

- Si, pero así te dicen todos, ¿tienes otro nombre?

- Amm si, Lily -la miré confundida ya que nadie me preguntaba por mi primer nombre.

- Pues ahí está, yo seré la única que te diga Lily -dijo con una sonrisa de autosuficiencia- por cierto, tú puedes decirme Zion o Zizi, y estoy segura de que tú y yo seremos mejores amigas.

Nunca había conocido a alguien que fuera tan confiada de sí misma, y menos pensaba que eso de ser "mejores amigas" fuera en serio, es decir, quien llama así a alguien que recién vas conociendo, creo que nadie en su sano juicio haría eso.

Los siguientes días se le veía a Zion con un grupo de personas que eran conocidos como "el grupo de Malia" (aunque nadie de ahí se llamara Malia), no diría que fueran extraños, pero algo que destacaba era que siempre discutían por cosas que nadie entendía. Otra amiga que también pertenecía dicho grupo me contó que todos los viernes hacían un debate de lo que les hubiera molestado durante la semana, y ponían reglas para tratar de que todos se sintieran cómodos.

Pasadas las semanas, Zion me dijo que todo el grupo la traía contra ella, y que estaban planeando golpearla durante el receso, le dije que para que se sintiera segura yo me la pasaría con ella todo el tiempo. Durante el receso, hubo un momento donde no encontraba a Zion por ninguna parte, pensaba que había ido a algún lugar a dejar sus cosas, ya que después tendríamos las dos últimas horas en nuestras respectivas artes, ella estaba en danza y yo en teatro, yo fui con algunos amigos para pasar el resto del descaso, pero de repente Zion llegó hecha un mar de lágrimas, diciendo que el grupo de Malia la había estado amenazando, la senté a mi lado y traté de calmarla cuando Evelin Thomas llegó, se le veía enojada, cuando estuvo a nuestra altura comenzó a gritar.

- Eres una maldita, por tu culpa Alonso y Fernando no se hablan, e hiciste que nuestro grupo se deshiciera -en ese momento, Evelin levantó la mano con la intensión de golpear a Zion, pero le detuve la mano a tiempo.

- Cállate Evelin, no sé qué problemas tendrá tu dichoso grupo, pero deja de lado a Zion si no te quieres meter conmigo –me sorprendí de mí misma por lo que acababa de hacer.

- O qué, ¿vas a golpearme?

- Con todo gusto lo haré -me le acerqué lo suficiente como para que se diera cuenta que iba en serio.

En eso, una de sus amigas llegó y le dijo que se fuera, cuando se fueron la campana había sonado anunciando el fin del descanso, le di mi botella de agua a Zion para que se relajara, le dije a un amigo que la llevara a la dirección para que reportara lo que acababa de pasar mientras yo llevaba sus cosas a su salón de danza y le avisaba a su maestra que ella llegaría tarde por un problema que tuvo.

Terminando las clases me encontré con Zion, le pregunté cómo se sentía y si había dicho todo a la directora, a lo que ella solo respondió que dijo todo lo que había pasado y por qué el grupo la odiaba tanto. En ese momento, me di cuenta que ella y yo realmente llegaríamos a ser muy unidas, que cuando ella me necesitara, yo estaría ahí al igual que ella conmigo. ¿Cómo es posible querer tanto a alguien al punto de hacer lo que fuera por esa persona?, es decir, las mejores amistades requieren de cierta atención, pero supongo que a veces solo se necesita una acción para darse cuenta de que ahí es donde pasaras los mejores y peores momentos.

Tal vez, Algún díaWhere stories live. Discover now