Era viernes 23 de junio, lo que significaba que era mi cumpleaños número 13, y como cada año, mis padres me preguntaron a donde quería ir a celebrar. Al salir del colegio, mi mamá había pasado por mí después del colegio diciendo que mi papá nos alcanzaría en el restaurante Lar de Domingo, ese lugar lo descubrimos por accidente un día paseando por el monte de El Pardo y ya había caído la noche. Paseamos por el lugar esperando a que fuera un poco más tarde para ir a comer, mi hermana, a pesar de su corta edad, quiso darme la sorpresa de mi regalo que eran un par de libros que había estado esperando comprar con el poco dinero que había ganado trabajando en la cafetería de mi madrina Nancy.
Cuando al fin dio la hora de la cena, fuimos al lugar acordado esperando que mi papá ya estuviera ahí, pero luego mi mamá recibió un mensaje de que él llegaría un poco tarde y que sería mejor que nosotras fuéramos entrando al restaurante. Nos llevaron a una de las mesas que estaban al aire libre, los árboles que nos rodeaban junto con las luces que colgaban, daban la impresión de que todo era sacado de un libro de fantasía.
Un chico alto de cabello castaño nos atendió durante la cena, mi mamá quiso decirle en secreto que era mi cumpleaños, aunque no le salió, para que cuando llegara mi padre me felicitaran. En lo que nos traían los platillos que habíamos pedido, me llegó un mensaje de mi papá.
Hija, ¿me podrías hacer un mega favor?
¿Te sabes la contraseña del celular de tu mamá?
Si, ¿por qué?
Necesito que entres a sus chats y a su galería y borres una foto en la que salgo yo.
Hice una estupidez.
Vale, ahorita lo reviso.
En cuanto llegue, me llevo a tu mamá a los columpios para que tú revises el celular.
A los diez minutos de que me habían mandado esos mensajes tan extraños, llegó mi papá muy apurado con una sonrisa muy grande y con una bolsa de regalo que resaltaba por su tono azul brillante. Cuando él se encontró a nuestra altura, no tardó nada en saludarnos y en felicitarme, me extendió el regalo y me dijo que no lo abriera hasta haber terminado de comer. Antes de que mi padre hubiera ordenado algo de comer, se llevó a mi madre a la zona de los columpios haciéndome una señal de que era el momento de indagar en el celular de mi mamá, ingresé la contraseña, y por más que busqué en sus chats grupales y en su galería, no encontré nada sospechoso que involucrara a papá; minutos después llegaron los dos juntos a la par de nuestra orden, traté de decirle lo más disimulado posible a papá que no había encontrado nada a lo que él respondió con un suspiro y una sonrisa de lado que reflejaba su despreocupación.
Después de que termináramos de cenar, mamá se levantó junto con mi hermana al baño, y por fin, él habló.
- Perdón por hacerte husmear en el celular de tu madre -dijo dándole un trago grande a su bebida, prosiguió- pero es que por accidente mandé una foto a un grupo donde está ella y no sabía si lo había visto o no.
- ¿Qué foto? -lo miré algo preocupada. Él encendió su celular y me mostró la foto donde se ve claramente a mi padre besándose con otra mujer en el coche, se trataba de alguien que pude distinguir al instante, pero mi sorpresa me dejó muda, mi rostro no gesticuló ninguna emoción.
- Perdóname por arruinarte tu cumpleaños -dijo pasándose las manos por su rostro-, yo sé que no deberías de saber esto. Por favor te pido que no le digas nada a tu mamá.
- Te lo prometo -lo abracé.
Llegaron unos meseros con una rebanada de pastel sabor chocolate, una vela que sacaba chispas y que en el plato tenía escrito "Felicidades Lily", mi hermana gritó de emoción uniéndose a la bulla que hacían los meseros cantándome el feliz cumpleaños, todo en ese momento parecía ser de lo más perfecto, y lo era, por un minuto había olvidado la confesión que me había dicho papá.
Al salir del restaurante, pude abrir el regalo que me había traído mi padre, era el libro de cuentos de Disney junto con una nota que decía:
"Para que nunca olvides sonreír, la vida está llena de magia"
Y sin saberlo, desde ese día, me volví cómplice de mi papá, no comprendía como es que había pasado, pero ahí descubrí que un problema, algo en lo que ni siquiera debí de verme involucrada, podía desencadenar otras muchas cosas que iban formando grietas invisibles a la vista de todos, pero que, si alguien llegaba y les daba un roce, por más mínimo que fuera, todo se vendría abajo.
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Tal vez, Algún día
Teen FictionUn día normal... ¿Qué es un día normal?, es decir, para muchos los normal es levantarse, salir a trabajar o al colegio, hacer los deberes de la casa, practicar algún deporte, que se yo, mis días normales consisten en ayudar a papá tratando de manten...