Ofrenda

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Howard Stark disfrutaba de llevar a su ingenioso hijo al taller, las vacaciones de verano recién habían comenzado y Tony ya se había desecho de tres niñeras en menos de una semana.

Maria había salido de viaje a visitar a su familia en Inglaterra y su valiente marido decidió hacerse cargo de todo durante su ausencia.

Tony era un amor de niño, jamás había dado ninguna clase de problema, quizás le gustaba hacer unas travesurillas pero nada grave, rayaba las paredes fingiendo ser su padre cuando hacía sus anotaciones en el enorme pizarrón de su estudio, y usualmente su querido Anthony estaba a su lado en el taller de la casa, desarmando y volviendo a armar las piezas de proyectos abandonados.

Eso llenaba de orgullo a Howard, su hijo era brillante y su curiosidad le llevaría lejos, estaba seguro de ello.

En los primeros días la nana de Tony se enfermó, por lo cual Howard tuvo la necesidad de llevárselo al trabajo, no supuso un problema pues no era tan diferente a estar en el taller de su casa, fue ahí donde Tony conoció al fabuloso Capitán América, eran compañeros en la agencia y el rubio cortejaba a su hermana Peggy.

Quizás por su galantería con su hermana es que jamás había invitado al alfa de América a su casa, pesé a qué su cachorro era un gran admirador. ¿Había sido demasiado egoísta?

El tiempo le hizo ver qué no. Que había hecho lo correcto en no llevar a ese ladrón a su hogar.

Pues Howard comenzó a sospechar que las maldades que estaba haciendo su cachorro contra las niñeras, se debían por su afán de ir a la agencia para estar con el tipo de traje azul y escudo.

Llevaban más de un mes así, y tanto su querida María y su hermana Peggy seguían en Inglaterra, la primera cuidando a su suegra por una cirugía de corazón y la segunda en una misión. La fecha de regreso se había vuelto indefinida para las únicas dos mujeres que podían controlar a su niño rebelde, ambas estaban lejos y era demasiado orgulloso para pedirles algún consejo...

Howard se había acostumbrado a tener a su cachorro dentro de la agencia, todos estaban cómodos y contentos con él, les alegraba el día... No era nada difícil tenerle ahí, realmente estaba disfrutando de un tiempo de padre e hijo que usualmente le sería negado.

Pero la cuestión comenzó a hacerse difícil cuando la atención de su pequeño se vio cautivada casi en totalidad por cierto rubio.
El tiempo que pasaba en el taller se había vuelto mínimo, ahora se la pasaba viendo los entrenamientos de Steve.

Primero le quitó la atención de su hermanita y ahora iba sobre su cachorro. Ladrón. Mil veces ladrón.
Era de sus mejores amigos pero comenzaba a querer abofetearle.

Y los celos de Howard Stark terminaron de estallar al ver a su pequeño Tony de apenas ocho años escaparse al salón de entrenamiento de Shield a dejarle una margarita a su casi tío político Steve Rogers... Y como el mayor tomaba la flor agradecido, le dejaba un beso en el cabello para después revolverle el cabello.

Howard miraba incrédulo la escena que le mostraba la cámara que seguía a su cachorro.

La sangre le hirvió al caer en cuenta que esa rutina tenía desde el día después de conocer en persona al Capitán Rogers...

Había visto a su cachorro robar una margarita del jardín de su madre cada mañana antes de partir a Shield y al llegar en un segundo el pequeño se desaparecía por algunos minutos, para después volver al taller sin dicha flor.

Y luego sus escapadas se volvieron más prolongadas y lo demás es historia, técnicamente estaba con Rogers viéndole entrenar, aprendía piano con él de vez en cuando y compartian la merienda.

Cómo padre se sintió traicionado por su hijo fanático y por su amigo acaparador.

- ¿Por qué siempre me regalas una bonita flor Tony? - Escuchó Howard decir al capitán, tomando la flor.

- Es mi ofrenda, por qué algún día serás mi esposo. - dijo el menor totalmente seguro y con una sonrisa. - Una vez mamá me contó que el amor se demuestra con una ofrenda... Papá le dio algo especial para que aceptará ser su esposa. Por eso... Hasta que sea mayor y me convierta en un omega, te regalare mi flor favorita todos los días. -

Un enternecido Steve Rogers cargo al ocurrente pequeño. - Agradezco mucho tu ofrenda... pero soy el novio de tu tía Peggy y si se entera de esto, va a matarme. - bromeó el capitán dejando nuevamente al moreno en el suelo, volviendo a inclinarse para quedar a su altura y le revolvió el cabello cariñosamente.

- Entonces... ¿Serás esposo de tía Peggy y no mío? - preguntó el menor con evidente decepción en sus ojos, que en un segundo se pusieron cristalinos y abultó el labio como si estuviese a punto de llorar. - Pero... - observó el piso totalmente desanimado y algunas lágrimas se le escaparon. - entonces... Puedes devolver mi ofrenda, por favor. - estiró la manito y Steve preocupado por herir los sentimientos del pequeño Stark le entregó la flor sin saber cómo reaccionar a tal situación.

- No traeré más flores, perdón... Capitán América. - Hacia días que le decía Steve y el rubio se sintió miserable por arruinar las ilusiones de un infante.

Y Howard que presenció todo aquello desde las cámaras, no sabía porque odiaba más a Rogers, si por ser el crush de su cachorro o por qué le había hecho llorar.

Marvel Oneshots ♡ Omegacember 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora