1- Circles

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Taehyung

Una fina capa de hielo se instalaba cómodamente sobre el pasto y ni siquiera había llegado el invierno. Aunque a las seis de la mañana, nada de eso me importaba lo suficiente.

El sudor se helaba por mi frente en cuando se atrevía a dar signos de presencia.

La tarde anterior me la he pasado viendo videos en YouTube de rutinas diarias y ejercicios, porque desde hace dos meses, cuando la cuarentena había comenzado y el sol aun brillaba amablemente en el cielo, me decidí por buscar opciones para no morir en el intento por sobrevivir a la pandemia. Una cosa muy loca.

— Veintinueve, treinta... — me lanzo al piso agotado. — dios mío santo — estoy, en definitiva, muy oxidado.

Entonces escucho como se abre la reja. Ruedo los ojos, no me esfuerzo en levantar la mirada. Me puse mis audífonos, Circles de Post Malone me distrae del idiota. Intento, juro que intento, no desbordar mi enojo por el recién llegado. Estiro mi cuerpo dándole la espalda. Qué los músculos ardan por sobre mi rabia.

Siento la vibración del cuerpo ajeno pasando por mi lado.

Apenas se puede su propia existencia. Solo dios sabe dónde ha pasado la noche.

Suspiro intentando no pensar tanto.

Inhala amor.

Exhala paz.

¿O era el odio lo que se exhalaba?

A la mierda.






— ¿Qué es eso?

— Té matcha.

— Se ve asqueroso Kim...

— Casi te pregunté.

Marina es española, vino de intercambio para estudiar ingeniería en algo, (solo dios sabe en qué). Por las mañanas, ambos somos desagradables, sobre todo los jueves, cuando ella tiene sus clases de matemáticas (dios sabe qué clase de matemáticas) y yo tengo clases de teatro antiguo (nada que agregar sobre teatro antiguo)

Ella tiene el cabello castaño por sobre los hombros, con rulos, su piel es cremosa y sus ojos son de un celeste impresionante. Tiene la nariz grande y labios pequeños. Pero lo que llama la atención en realidad, por sobre todas las cosas, son sus lunares. Tiene uno bajo el ojo izquierdo, uno en la nariz y otros dos a los costados de sus mejillas.

Estamos sentados en la mesa de la cocina, era un lugar cómodo a pesar de estar atisbado de objetos de colores fuertes. Flores, rayas, círculos y cuadros. También plantas, muchas plantas. Nada alcanzaba a ser incomodo a la vista, porque la ubicación de cada elemento en el espacio constituía una perfecta sincronización con su misión, tan perfecta que lograba una estética cercana a lo que entendemos por hogar.

Tenía una ventana que daba hacia el jardín de la entrada, justo donde se escondía el sol por las tardes. Era un lugar perfecto para sentarse a tomar un té y esperar que la noche llegara.

De repente, entra por la puerta Carlos. Es una persona demasiado heterosexual y lo quiero mucho a pesar de todo eso. Es chileno, le gusta la cerveza y los números. Estudia algo que tiene que ver con matemáticas también, algo que no tengo intención de entender. Pero, como he dicho, lo quiero mucho.

— Buenos días mi rey. — me dice. Siempre con ese acento medio apagado. Carlos no abre mucho su boca para hablar, a no ser que tenga cuatro cervezas en el cuerpo.

Quarantine • kth + jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora