Los dos zombies cubrían la tienda que trataba de alcanzar. Tensé la cuerda de mi arco y apunté al primero. Estaba de espaldas, y pude dirigir la flecha hacia su cabeza. Solté la cuerda.
La flecha atravesó el cráneo del zombie. Éste cayó al suelo con un gemido lastimero. Al escuchar el ruido, el otro se acercó al cuerpo. Olisqueó el aire, pero no se dio cuenta de mi presencia.Renqueando, siguió caminando de acá para allá.
Me colgué el arco a la espalda y saqué el cuchillo. Me acerqué, lentamente y en completo silencio, al zombie que quedaba vivo. Cuando se dio cuenta de mi presencia, era demasiado tarde. Me colgué de su cuello desde atrás y le clavé el cuchillo en el pecho. El zombie gritó e intentó morderme el brazo, pero fui más rápida. Arranqué de nuevo el cuchillo y se lo volví a clavar, esta vez en el cuello. Después de un aullido, el zombie se desplomó en el suelo.
Me quedé agazapada al lado del cuerpo, comprobando que no hubiera más por allí. Finalmente, me relajé y me volví a incorporar, aunque continué atenta a cualquier ruido extraño.
Saqué el cuchillo y la flecha de los cuerpos y los limpié en el suelo. Andé hacia la entrada.
Un cartel viejo, que sorprendentemente había logrado aguantar anclado encima de las puertas, rezaba "Mercadona". Empujé la puerta rota para entrar.
Todo estaba hecho un desastre. Cristales, estantes derribados, agujeros en el techo... Bueno, como ya sabía que estaría.
Alerta, busqué cualquier cosa que me sirviera para sobrevivir. Vendas, comida, balas, cualquier cosa.
Dando vueltas por la tienda, al final alcancé una zona en la que había todavía algo de alimento. Cogí todo lo que pude (que en realidad no fueron más que dos paquetes de galletas y una botella de leche) y salí de allí lo más rápido que pude.
Salí del centro comercial derruido y me interné en la ciudad. Ya de ciudad no quedaba mucho, tan sólo un par de edificios en ruinas y una acera infestada de plantas trepadoras. Me metí en lo que antes era un mecánico y bajé el cierre de seguridad.
Abrí el primer paquete de galletas. No era exactamente un festín, pero ya me había acostumbrado a pasar hambre, así que no me iba a quejar.
Empecé a comer. Desde fuera, se escuchaban gruñidos de zombies, aunque yo sabía que estaba segura mientras no saliera de allí.
Zombies.
Que palabra más estúpida. Suena de forma muy infantil, y por lo que me explicó Ruben, en realidad no eran lo mismo. Los zombies son personas ya muertas, mientras que ''nuestros zombies" son personas enfermas. Pero bueno, de momento es la única palabra con la que puedo referirme a ellos.Al terminar de comer, perdida en estos pensamientos, me eché en mi cama y me dispuse a dormir. Bueno, "cama". Era un conjunto de mantas apolilladas y viejas, puestas de cualquier manera de forma que parecían un nido donde estaba mas o menos cómoda para poder dormir. Y bueno, "dormir". Normalmente eso era cerrar los ojos pero mantener la mitad del cerebro despierto y estar atento a cualquier ruido, lo que hacía que me despertara con unas profundas ojeras.
Pero bueno, todo esto era necesario si quería sobrevivir.
Me acomodé en mi "nido" y cerré los ojos. Escuché los gruñidos de los zombies afuera, y eso hizo que tardara un poco más en dormirme. Reflexionando, pensando, pude finalmente conciliar el sueño.
Me despertó un ruido al derribarse unas oxidadas latas de aceite. Abrí los ojos de golpe y miré asustada a todos lados.
De nuevo, escuché mas objetos rodar por el suelo, y también un gruñido.Mierda, ¿cómo han conseguido entrar?
Sin moverme, tanteé con una mano el suelo en busca de una de mis armas. Toqué el mango de mi pistola y la aferré con fuerza.
Me incorporé lentamente, con el arma por delante. Más latas. El ruido venía de la parte trasera del local. Cogí mi linterna para poder ver algo en la oscuridad.
Sin hacer ningún ruido, avancé muy despacio por la tienda con la luz de la linterna encendida, hasta que llegué a la parte de atrás. No había nadie.
Escuché un ruido detrás mía. Me giré justo a tiempo.
El zombie saltó encima mía y me tiró al suelo. La pistola y la linterna salieron volando de mi mano. El zombie intentaba morderme en el cuello, mientras yo le sujetaba con una mano y las piernas. Mientras, con la otra mano buscaba algo con lo que poder defenderme. Noté que mi mano rozaba un objeto: mi linterna. La agarré y, con todas mis fuerzas, la estampé contra su cabeza. El zombie cayó a un lado y yo me puse de pie al momento. Cogí mi pistola y le pegué tres tiros en la cabeza. No volvió a levantarse.
Tenía el corazón a mil, temblaba y me sudaban las manos. Me quedé observando al cuerpo, aún sin atreverme a hacer ningún movimiento. Al final, lentamente, bajé el arma y me permití secarme el sudor de la frente. Poco a poco, fui relajándome.
Pude volver a pensar con claridad unos segundos después. Miré a mi alrededor buscando el sitio por el que se pudo colar el zombie. Finalmente lo encontré: una parte del muro se había caído, dejando un boquete justo por el que el zombie pudo meterse.
Joder Mayra, ¿cómo no pudiste darte cuenta?
Me acerqué al agujero y asomé la cabeza; no había nadie. Volví a entrar y saqué el cuerpo del zombie, arrastrándolo, al exterior. Después volví dentro.
Y ahora, ¿cómo mierda tapo eso?
Me quedé pensando un buen rato. Desde luego, lo mío era la buena suerte.
Después de pensar mucho, y recorrer todo el local en busca de una solución, encontré un panel de metal (que no tenía ni idea de donde había salido) que, con un poco de esfuerzo, podría arrastrar hasta el agujero para taparlo. Así que me remangué y empujé el panel con todas mis fuerzas.
Al final conseguí ponerlo donde quería, y con cuerdas, cinta adhesiva y más cosas que pude encontrar, lo anclé a la pared. Al terminar el trabajo, me arrastré de nuevo hacia la cama y caí de nuevo en ella rendida.

ESTÁS LEYENDO
Condenados
General FictionLa raza humana está condenada. Una enfermedad muy contagiosa se propaga a niveles internacionales por todo el planeta. Solo queda mantenerse con vida el mayor tiempo posible. Dos chicas de 14 años tendrán que aprender a sobrevivir en un mundo al bor...