Capítulo 8 Compsognathus

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Aquello se sintió tan bien que Mark soltó un suspiro de satisfacción .Hundió la cabeza en el agua y se sintió aún mejor, la suciedad y la incomodidad se estaba yendo poco a poco. Pero había algo que no lo dejaba disfrutar del baño completamente y era aquella mirada.
¿Qué tanto le miraba? ¿Nunca había visto a alguien tomar un baño? Vamos, el río es grande y vasto para dos.

- ¿Quieres entrar? -El cerebro de Mark hizo un cortocircuito. Cuando se dio cuenta de lo que había dicho le dio la espalda al troglodita y mirando el agua deseó profundamente ser arrastrado por la corriente.

Para su alivio cierto hombre lo ignoró y se dedicó a abrir al Velociraptor. Sacó todo lo que no le pareció necesario para llevar, después de todo era su cena y era mejor dejar lejos de las cuevas lo que retiraría de igual forma. Cuando hubo lavado bien la carne del dinosaurio, se dirigió hacia un árbol que parecía frutal. Arrancó algunas frutas y las llevó a lavarlas igual.

Mark seguía tomando su baño así que no pudo ver lo mismo que el troglodita que justo cuando terminó con las frutas en sus manos, su ojo captó un movimiento a su derecha, era una serpiente y comenzaba a introducirse en las aguas claras, sin embargo no le dio interés a esto.

El joven Dj lavaba su piel con esmero, arrastrando con el agua el fango seco adherido .Antes había intentado quitarlo sin éxito ya que era un poco doloroso cuando arrancaban consigo los finos vellos de sus brazos.

-¡Cariño!

La liga perfecta de un tono meloso y chillón hizo a ambos hombres concentrados en diferentes tareas girarse. La troglodita o esposa del picapiedra iba muy animada hacia ellos mientras comía algo.

¿Otro mango? Mark Ki tenía la seguridad de que los dientes de esa mujer debían tener una fortaleza sin igual , así como su mandíbula ,ah y gran destreza chupando cosas, puesto que mirarla y verla masticando o comiendo ya se le hacía casual. Cuántas chicas la envidiarían, con la posibilidad de estar siempre con la boca llena. Ya se imaginaba la plática “¿Dónde están las libras que debiste aumentar ayer? ¿A qué gimnasio vas glotona?” Igual confiaba en la extrañeza de las personas delgadas “Come y come, no pasa nada .Dejémosle la culpa a la lombriz solitaria”

La chica se acercó al troglodita y cogió una de las frutas. Mark Ki no se perdió un movimiento de esta y se sorprendió un poco al ver las frutas recién lavadas a un lado de los pies del troglodita.

-Naranjas –Así las identificó.

Con un lento movimiento de sus ojos pasó de mirar el área junto a los pies del picapiedra a su rostro.

Palabras para describir el sentimiento.

No había.

Solo el intenso miedo. Mark hizo una comparación.

“Es como si mi madre de pequeño me torciera los ojos por haber tocado las figurillas de porcelana de mi tía”

No toques, mira, pero no toques.

“¡La gran diferencia es que yo no he tocado nada! ¡Ah! ¡Sáquenme los ojos!”

Que más podía hacer si no ver en el mundo. Se había quedado sin palabras.

Las caras de pandillero de su ex quedaban reducidas a simples muecas delante de la mirada asesina que le dedicaba el troglodita en este instante.

Mark se encogió en el agua hundiendo su cuerpo y se sentó. Dejó solo la mitad superior de su rostro fuera y desvió la mirada hacia el cielo –Que bonitas nubes-.

Marido celoso, posesivo, solo faltaba que se le saliera el lado mandón. Pensaba Mark mientras cogía piedritas dentro del agua y las arrojaba. Definitivamente no había necesidad de mirarle así. Verse desnudos en una época así debía ser normal, hasta costumbre.

Un novio en la edad de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora