Capítulo 11 ¿Aquí termina?

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El miedo recorrió todo su cuerpo cual corriente eléctrica. Miró horrorizado ese ojo de petulante tamaño cuya vista estaba fija en su persona y, retrocediendo sobre sus manos solo pudo dejar escapar un grito al sentir su muñeca ser atrapada entre lo que parecían ser lianas mientras era fijada a la tierra. Intentó soltarse sin escatimar un pensamiento haciendo uso de su mano libre pero su rostro fue golpeado con tal velocidad que por el contrario terminó sobando desconcertado y con el llanto comprimido aquella área que ardía. Fue entonces que cayó en cuenta; las lianas parecían surgir de la tierra y atacarlo al más mínimo movimiento. A su alrededor se levantaban como cobras mientras otras comenzaban a arrastrarse hacia sus pies los cuales apartó rápidamente. La idea de que esas plantas que parecían tener vida respondieran al mandato del ojo en el suelo no le pareció tan absurda.

Maldiciendo su mala suerte miró necesitado de la más mínima ayuda hacia el lugar donde debería estar el hombre que le acompañaba solo para encontrarse un vacío sin presencia alguna de más vida que de la vegetación.

“El hijo de puta se fue sin mí”

Sin embargo se regañó mentalmente. Él era el culpable por no darse cuenta antes de la actitud esquiva del otro, por no hacer caso a las palabras, a los gestos con los que que le rogaba, si pudiera llamarlo así, que se apartara rápidamente e hiciera borrón a su absurda curiosidad que de forma brutal provocaría que esa bestia, de sabrá solo dios que clase, despertara y en ese momento fuera la culpable de su eminente muerte.

Hacía el intento por ponerse en pie con el objetivo de huir, pero el agarre sobre su muñeca era tan fuerte y doloroso que inconscientemente terminaba sentado otra vez. Veía la amenaza constante que emitían sobre su persona las lianas en pie y desesperado trataba de zafarse rasgando con sus uñas al opresor de su mano.

Pero más grande fue su miedo cuando la tierra bajo él tembló otra vez, mas esta vez acompañada de un sonido glutinoso. Cerca de sus pies se hizo una apertura. Se apartó lo más que pudo y sus arcadas vinieron cuando vio como de ahí era expulsado algo envuelto en baba. El olor putrefacto le dejó en claro que él sería el próximo en ese estado de descomposición de no ocurrir un milagro. A su entender la bestia terrenal hacía hueco en su estómago para su nueva presa: él.

“¡¿Qué ciencia me explica qué es este fenómeno?!”

El miedo a lo desconocido se asentó como nunca en un rincón de su subconsciente. ¿Qué era eso? ¿Qué nombre podría tener? Si un libro lo explicaba entonces maldecía su ignorancia.

Él solo pudo suplicar internamente porque todo ocurriera en un instante. Si sus pecados no eran tan grandes entonces deseaba ser premiado con una muerte no dolorosa.

Sus pies fueron apresados de un momento a otro. Entonces supo que ya no podía luchar más.

-¡Ah!

Gritó en pánico cuando comenzó a ser arrastrado hacia el abismo. Forcejeó tanto como la fuerza de sus piernas le permitieron, mas todo fue inútil. Sus dientes se apretaron cuando en un doloroso intento por aferrarse a la vida, las uñas de su mano libre hicieron zanjas en la tierra que cubría al monstruo tratando de sostenerse; pero era jalado sin piedad. No había cavidad a sus inútiles esperanzas.

-¡Sálvame por favor!

Fue el grito donde depositó su última gota de resistencia. Cerró los ojos y una lágrima cayó. Miró la mano cuyas fuerzas se agotaban, las uñas que le quedaban y las que solo dejaban ver carne sangrante.

Oh, cuan doloroso se veía. Pero él no sentía ese dolor. No sentía nada, un silencio abrumador le rodeó así como un recuerdo dejado al olvido en uno de los compartimientos más recónditos de su mente.

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2022 ⏰

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Un novio en la edad de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora