Capítulo 2 (parte II)

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Estaban mirando la luna.

Sasuke y él solos...

Su padre y su madre habían salido.

Itachi dejó la puerta abierta, y se sentó en el porche sosteniendo a Sasuke.

La luz que provenía de la luna era casi deslumbrante.

Luna llena, brillaba opacado los rayos de las estrellas que parecía que iban a derramarse y caer desde el cielo en cualquier momento.

Una suave brisa acarició el rostro de Itachi.

—¿Hm?

Alzó las cejas ante el débil mal olor que se mezcló en el viento.
Como si hubiera sentido el cambio en la presencia de su hermano mayor, o su sensibilidad aguda de bebé había percibido una variación, Sasuke se puso inquieto en sus brazos.

Miró la luna del cielo.—¿Qué? Este sentimiento...

Sasuke comenzó a llorar fuertemente.

Mientras consolaba a su hermano meciéndolo, sus ojos estaban fijos en la luna.

El viento que olía a bestia sopló de nuevo.

—Un sentimiento desagradable. Y en un momento como este que papá y mamá han salido...

Sasuke estaba llorando más violentamente que nunca. Dado que no era el momento adecuado para seguir mirando la luna, con una sonrisa en su rostro, Itachi bajó la mirada sobre su lindo y pequeño hermano.

—No llores, Sasuke, porque tu hermano mayor te protegerá absolutamente, no importa qué.

La voz llorosa de Sasuke, que escuchó la voz de Itachi, estaba llorando de miedo hasta que pasó un momento y pasó de gritos a un alboroto. Fue una sutil diferencia que no cambió con mucha fuerza, pero hubo un cambio en el estado mental de Sasuke, ya que seguramente había entendido a su hermano.

Algo se acerca...

Itachi no tuvo más remedio que poner más fuerza en sus brazos que sujetaban a Sasuke.

*

En esta situación repentina, el pueblo estaba en un completo caos.

Uchiha Fugaku miró con severidad la nube de polvo que se elevaba a la distancia.

Estaba en la azotea de la Fuerza de Policía Militar de Konoha. Sus colaboradores cercanos en quienes consistía la élite del clan Uchiha, estaban esperando órdenes a su alrededor.

—E-eso es... —Murmuró el canoso Yashiro, esperando a su izquierda. También Fugaku había descubierto la razón de todo eso.

—El Nueve Colas... —Murmuró Inabi, quien estaba a su derecha tratando desesperadamente calmar a su cuerpo.

Estaba temblando de terror echando una mirada de soslayo a sus subordinados, que estaban entrando en pánico. Fugaku vio a través de la realidad frente a sus ojos con resolución.

—Sin duda es el Nueve Colas.

De las nubes de polvo que se elevaba desde el corazón del pueblo, se vieron nueve colas meneándose, retorciéndose como grandes serpientes. Al final donde las colas se unían, estaba el de forma de una bestia color naranja. Aullando a la luna llena suspendida en el cielo, estaba el zorro luminoso.

La bestia legendaria que trajo el desastre a este mundo.

—Despacha la unidad en el lugar de inmediato. Yo también iré.

—¿Irá en persona, Fugaku-sama?—Preguntó Yashiro, quién estaba asustado.

—¡Por supuesto!—Aunque le gritó, sus ojos aún seguían sobre el Nueve Colas.

Se escuchaban rugidos y gritos desde el lugar al que llegaron. Probablemente esa forma podría verse desde cualquier punto de la aldea. Incluso en los lugares que en este momento no habían sufrido daños, si alguien fue testigo de la forma del Nueve Colas, el caos no podía ser evitado.

—Tal vez esto se convertirá en la mayor catástrofe desde la fundación de la aldea. En un tiempo como este, ¿puedo yo, el capitán de la Policía Militar, mirar sin hacer nada?

—Pero...

Acercarse al Nueve Colas significaba que su vida estaría expuesta al peligro. Entre los shinobis que estaban en el lugar, probablemente ya hubo víctimas. Naturalmente Yashiro tenía miedo.

—Nunca he hecho mi trabajo hasta ahora, teniendo que aferrarme a mi vida.

—Capitán... —Las lágrimas fluían de los ojos estrechos de Yashiro.

—Solo el sharingan del clan Uchiha puede controlar al Nueve Colas, será imposible detenerlo si no vamos hacia él.

—¡Capitán!—Apareció su ayudante, Tekka, corriendo escaleras arriba.

Desde el estado espantoso de su hábil subordinado, Fugaku supuso que la situación era alarmante.

—¿Cuál es el problema?

—Ahora hay instituciones de los superiores, la Fuerza de la Policía Militar deberá cuidar el pueblo.

—¡¿Qué?!—Fugaku miró a Tekka como si dudará de sus propios oídos.

Sus subordinados, quienes rápidamente percibieron la ira de su jefe, expresaron cada uno sus propias conjeturas.

—El sharingan es lo único que puede controlar al Nueve Colas. Quizá los superiores nos temen.

—¡Dicen que es culpa nuestra!—Gritó Yashiro.

Él entendía su sentimiento, tanto que dolía.

El clan Uchiha era parte de la Aldea Oculta entre las Hojas. No había forma de que ellos hubiesen causado el caos liberando a la bestia de Nueve Colas. Si las personas que podrían controlarlo intentaban evitar el lugar donde vivían, habrían sido sospechosos de inmediato. Las personas que se comportaban tan tontamente no estaban dentro su clan.

En ese momento, la bestia que estaba en medio del alboroto, devastaba el pueblo en frente de sus ojos indiscriminadamente. Era como hacerse una catástrofe contra ellos mismos.

Al menos, no era una acción del clan Uchiha que vivía en la misma aldea en este momento...

—Trasmite lo que hemos entendido.—Le ordenó a Tekka como si hubiera escupido algo amargo.

—¡Sí, capitán!

Una vez que él asintió, Fugaku bajó las escaleras hasta el piso inferior.

Estaba preocupado por Itachi y Sasuke, quienes se quedaron en casa, pero su prioridad era llevar a cabo la misión que se le había otorgado.

Itachi Shinden: Komyo-hen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora