capítulo uno

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Los besuqueos ruidosos, con excesiva humedad, que debía admitir le encantaban, y los movimientos erráticos, desesperados por encontrar puntos sexuales, aquellos que los hicieran delirar. Las manos contrarias tocaban con suma confianza todo su torso, sus pezones anticipando el momento se encontraban erectos, ansiando el toque de aquel alfa.

Cualquiera que lo viera afirmaría que el chico de melena chocolate estaba en celo, en medio de un callejón maloliente, pero muy caliente. Sin embargo, y por muy imposible que pareciera, no estaba en su ciclo de calor. En realidad, estaba muy lejos de parecer en celo. Él era literalmente un animal en celo en esa época,  salvaje y crudo, en busca de algo que aliviara su inmenso y en crecimiento deseo.

Con cada ciclo que pasaba sentía que el calor era más intenso, más fierro, más desesperante, lamentablemente no había encontrado nada que pudiera calmarlo o siquiera disminuirlo. Ese era precisamente su más grande secreto sino era el único,  el no haber follado nunca. Si, increíble y difícil de creer, aún más el siendo un omega con atributos que no eran ignorados por la comunidad alfa y no sólo ellos, sino betas y hasta omegas, aunque a Yoongi no le iba mucho ese rollo.

Ciertamente no recuerda el flirteo que tuvo con alfa concentrado en sus tetillas, su mente está plagada de no sólo el calor del sexo sino también del alcohol que ingirió hace poco, y es que hace tanto habia dejado de prestar atención a quienes le proponían algo indecente, tanto así, que había dejado de elegirlos cuidadosamente como lo hacía cuando  apenas cumplió la mayoría de edad. Ahora él estaba desesperado.

No era algo que Yoongi pudiera explicar a los que lo rodeaban, no era como si pudiera soltar de buenas a primeras el anhelo desesperado que crecía en su pecho, era inquietante la sensación que le colmaba el corazón, la presión incesante. Yoongi quería deshacerse de ella.

Y claro que no faltaban los que lo llamaran con nombres despectivos. "Puta" "zorra" "perra" y otros que había decidido olvidar, sin embargo, el joven entendía a los que decían esos comentarios, aquellos no padecían del picor, de la sensación de falta, de las ganas inconmensurables que se repartían en pequeños grupos por todo su cuerpo y mente. Si bien podría ser correcto referirse a él como una perra, el jamás llegaba a algo más. Ahí era donde estaba el pequeño gran detalle.

—Mierda. Te voy a dar la follada de tu vida. Nunca la vas a olvidar. Maldita sea— el hombre ya tenía los pantalones en las pantorrillas, exhibiendo la polla que se alzaba orgullosa, lista para la acción.

Min rogaba por que esta noche hubiera acción.

Yoongi trataba de distraer la atención del alfa de su zona baja, besándolo, acariciándole el cuello con sus labios, alternando con suaves mordidas. No obstante, nada sirvió cuando el contrario bajo la mirada para prestarle atención a su pene.

La marca.

La maldita marca que le mortificación la vida, día y noche, no había hora en que la marca del demonio le diera descanso. Gracias a ella no podía joder, gracias a ella seguía virgen como el aceite, sin embargo, no quería ni imaginar lo que le pasaría si la intentaba borrar.

—E-este, creo que debería, debería, salir, irme. Sí, esto no debería estar sucediendo— y ahí iba otro alfa, huyendo de él por su puta marca.

Se quedó mirando la pared desgastada del frente, estaba sucia y percudida, se notaba que por ella habían pasado muchas manos, cuerpos y hasta fluidos, sin embargo, poco le interesó, estaba frustrado otra vez, con la polla a media asta y con una repentina descarga de cansancio. De repente, toda la nubosidad proporcionada por el alcohol se apagó y solo deseo una cama para descansar.

Alzándose los pantalones otra vez miró la marca, ni siquiera tenía una forma contundente,  era una extraña figura sin pies ni cabeza, por más que él trato de hallarle una forma, no la encontró. Recordaba intentar de todo para borrarla o disimularla. En una ocasión aplicó maquillaje a esa parte, estuvo bien, por unos segundos. Entonces, como si se hubiera quemado horriblemente, la marca empezó a arder, era insoportable e imposible resistir el dolor que emergía de la zona y se expandía por todo su cuerpo, hasta que se desmaquilló el área pudo respirar tranquilamente.

Con los parches fue la misma historia, intento cubrirlo con su mano en el momento  pero todos con los que se intentaba acostar querían dominarlo por completo, teniendo sus manos en la inmovilidad y dejando su marca al descubierto. También probó con recibir en la posición de perrito pero de una u otra manera lo terminaban girando y viendo lo que no debían. Además al estar ubicada a un costado de la pelvis, era imposible que no la notarán.

Sospechaba que la marca atraía a los alfas de una forma que el no tenía ni la más remota idea para que la miraran y así poder detener cualquier ligue que tuviera, así la insignificante manchita se las ingeniaba para mostrarse orgullosa y engreída ante todo ojo que pudiera observarla.

Pateó una lata de cerveza barata que estaba tirada, apenas ajora reparaba la espantosa apariencia de dónde iba a follar. Y el olor. Jesús, quería vomitar. Lo que podía hacer la calentura,  se encogió ante la auto-sanción.

Camino rápidamente para salir del callejón. Si mal no estaba, recordaba una parada girando la calle. Con suerte conseguiría un taxi. Con suerte. A esta hora lo único que salían eran los autos de parejas que iban por algo de diversión. Preveía Preveía un largo camino a casa. Joder.

Empero, mantenía el pequeño destello de esperanza en que un taxi cruzara la vía y lo viera y lo llevara a casa y luego podría ducharse y finalmente dormir. Y fue por estar soñando que no vió la camioneta negruzca que se paraba al frente ni a los enormes hampones que bajaban de ella.

Cuando quiso reparar, ya lo tenían de piernas y brazos, cargando lo como si fuera un muñeco de trapo. Luego llegó el aterrizaje en el asiento, el aturdimiento de la caida lo desestabilizó, entonces miró su alrededor y ahí sí se desesperó. Su mirada viajó a los que lo rodeaban, eran sin duda grandes, y con cara de que no te querrías meter con ellos. En algún punto pensó y quiso en gritar, no obstante, reflexionó la posibilidad del dopaje. Si iba a ser secuestrado, esperaba estar en sus cinco sentidos, le serian fundamental.

Fue entonces entonces se quedó estático, tenso en ese asiento. Asimismo, observando bajo sus chocolates pestañas, las personas que iban con el. Uno a cada lado, otro manejando y por último el copiloto. Después su mirada corrió hacia la ventana, de forma disimulada agacho la cabeza para ahuyentar sospechas. Vio entonces que habían salido a la autopista, la que tenía como destino los límites de la ciudad. Le preocupó la distancia que podría tener el lugar al que lo llevarían. Una cosa más a su lista de preocupaciones.

Calculo alemnoa diez minutos cuando arribaron a un camino, diferente a la otra vía, suponía que estaban entrando en propiedad privada. Así fue, cruzaron una gran reja, esta también se cerró luego que pasaron. Los nervios se le pudieron de punta, no sabía que esperar y realmente rezaba para que no fuera nada cruel o fatal.

Procedieron a bajarlo del vehículo y pudo observar claramente la impresionante construcción que se alzaba frente a sus ojos. No creía haber visto algo así antes. Jamás.

Lo llevaron de sus brazos hacia el interior de la casa pero realmente estaba un poco, mucho aterrado para pararse a apreciar la mansión y las cosas que habían habían esta. Mantuvo la cabeza agachada, vieron como subían escaleras hasta llegar a un pasillo al lado izquierdo, se concentró en la alfombra que recibía sus pasos, hacia que estos no fueran ruidosos, podría ser útil, pero no creía que le dejaran sin vigilancia. Encontraría otro modo.

Una puerta se abrió y el fue empujado dentro de la habitación desconocida, logró por como colocaban el seguro en el pedazo de madera, de inmediato y guiado por la desesperación, corrió a golpear la puerta, sin importar si los puños le dolían por la fuerza impartida, quería ser escuchado, quería respuestas. La razón por la que estaba siendo en cerrado pero nadie respondía y probablemente nadie resolvería las mil y una preguntas que iban y venían en su cabeza.

Hace tiempo se juró no volver a echarse a llorar inútilmente. Nunca más caería en esa espantosa conducta. El encontraría como salir de ahí. El lo haría y era una promesa.




















Otra idea que ojalá no quede en el olvido.  I pray

la marca del dragón ; kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora