capítulo siete

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Bien. Yoongi estaba en un sueño o finalmente se había vuelto loco.

—Creo que me he vuelto loco. Primero tú, vivo; después de toda esa mierda y ahora, tu y yo, compañeros. ¿Qué sigue? ¿Qué la razón por la que no puedo follar es porque somos compañeros?—cuando miró la cara al hombre al frente suyo, quiso gritar. No podía ser posible. ¿Acaso estaba en un mundo paralelo al suyo?—Debí haberme ingresado a ese hospital psiquiátrico cuando tuve oportunidad.

—Hey. Hey, Yoongi, calma. No estás loco, ni estas soñando. Estás conmigo verdaderamente, sol. En carne y hueso. Tócame, soy real, tan real como el vínculo que nos une—él tocó su mano y la levantó. Llevo sus dedos a los labios y los besó individualmente uno por uno, la acción estremeció a Yoongi sobremanera. Él soltó su mano y Yoongi tuvo la libertad de tocarle el rostro, de tocarle los pómulos altos y la nariz graciosa. Las cejas rubias tupidas y el cabello oro que hace trece años lo encantó.

Sentirlo con sus propias manos fue el detonante para liberar el nombre que no se había atrevido a musitar—Jungkook... Jungkook, Jungkook—su otra mano se levantó del punto muerto donde estaba y le toco también los cabellos. La fascinación que no le había llegado en su primer encuentro lo abordó en este momento y casi se ahoga en ese sentimiento— ¿Qué pasó? Cómo, ¿Cómo es que estas vivo? ¿Cómo me encontraste?

—Calma, sol, respira. Al igual que tú, fui un afortunado superviviente a la destrucción de nuestros enemigos. Me mantuve escondido durante la confrontación. Ellos pensaron que no quedaba nadie y bajaron la guardia. Mi padre me había dicho constantemente que me había convertido en un hombre sin que él se diera cuenta y nunca tomé en serio sus palabras hasta ese día, hasta que la sangre de esos canallas estuvo en mis manos, en mi cara, en todo. Los acabé y hui. No supe de ti y temí, temí como nunca, pero tenía la certeza que estabas con vida por nuestro vínculo.

Entonces, Jungkook señaló a través de la ropa la marca que odiaba.

Y el mundo se abrió ante Yoongi.

Jungkook continuo—"la marca del dragón en su compañero jamás será borrada y la pasión de aquel guerrero será resguardada" hasta ahora, sol mío.

Jungkook se acercó, tan sensual como letal. Dispuesto a matar, a matar su corazón de un infarto. Eso estaba seguro, joder. Y Yoongi, oh querido dios. Él no creía que pudiera detenerlo nuevamente, esta vez su mente estaba muy lejos y el sentido común había saltado por la ventana en el momento en que terminó de hablar. Se acercó y sus manos acariciaron su cuello y cabello hasta hacerle erizar nuevamente, su mano izquierda subió hasta la mejilla del chico y los impulsó a acercarse a obtener el esperado beso. 

Tocarse los labios con las manos se queda corto, muy corto en comparación de besarse, sentirse de manera más íntima. Sus labios acariciaban los suyos en una sintonía que Yoongi también parecía conocer y pese a la sorpresa lo disfrutó infinitamente, cada jodido segundo. Cuando su lengua salió a la batalla con sus labios, Yoongi juraba derretirse y convertirse en una masa inanimada. Jungkook atrapó su espalda baja y lo trajo más cerca de él y por lo más sagrado, Yoongi sintió empaparse por el contacto dominante. La mano de Jungkook aseguraba su cuerpo para que no escapara, jamás. Su gran mano lo sostenía y podía sentir el calor delicioso que irradiaba hacia toda extensión.

Jungkook mordisqueó su labio, buscando permiso para abrir su boca y Yoongi no se negó en ningún momento, cuando sus lenguas se encontraron fue como si hubieran estallado fuegos artificiales detrás de los parpados para Yoongi. El beso fue a mas, ambos sin control y con una hambre de años. La mano de Yoongi arrugo la camiseta de Jungkook con fuerza como si quisiera contenerse de desbordase por la intensidad el beso.

La mano de Jungkook en su trasero hacia calentar a Yoongi en sobremanera, aunque también jugaba con su control y con las ganas de tirar a ambos sobre el sofá del despacho y montar la polla de Jungkook hasta que perdiera el conocimiento. Como si sintiera sus pensamientos, la misma mano pecaminosa del dragón fue a parar a su cabello y jalarlo, sin tanta fuerza para hacerle daño pero con la suficiente para sentirlo y Yoongi en ese momento juró haber descubierto una nueva adicción en la manera como Jungkook agarraba su cabello.

La boca de Jungkook bajó a recorrer y amar su cuello, un punto sensible para los lobos y Yoongi ya deliraba.

—Compañero—Jungkook hablaba ensimismado, murmurando—eres mío, mío. Siempre lo fuiste, Yoongi, quiero que lo recuerdes.

Yoongi solo asentía.

—Quiero que lo digas con esta boquita sucia que te cargas—la mano que estaba en su cabello tiró de él y Yoongi solo pudo gemir una afirmación—Hmm sí, me gusta esa respuesta. Además, no te irás de aquí. Ya no. Vivirás aquí conmigo.

Y Yoongi reaccionó como si hubieran roto su burbuja de éxtasis.

— ¿Qué?—Yoongi lo miró fijamente pero Jungkook solo le devolvió el mismo fuego en la mirada, una que no aceptaba excusas-- ¿Cómo que vivir contigo? ¿Qué pasa con mis cosas, con todo? No puedo simplemente cambiar y venir contigo.

Jungkook sonrió—Oh, sol, claro que puedes, eres mi compañero y no te dejaré o de lo contrario te perseguiré, ya lo has visto—él suavizo su tono—no quiero asustarte ni mucho menos pero eres mi compañero y puedo tolerar cualquier cosa pero no que te vayas cuando te he encontrado. Eso es inaceptable, sol.

—Pero- —Jungkook no le dejó terminar la oración.

Con el pulgar en sus labios, acariciándolo le comentó.

—En ese entonces dejé que tuviéramos vidas separadas porque eras pequeño y por qué tus padres estaban preocupados de una unión tan prematura, pero ahora eres un hombre Yoongi y siendo lobo sabes que el vínculo entre compañeros es sagrado. No te iras de esta casa, no escaparas de mi vista nuevamente. No podría soportarlo.

A pesar de toda la conmoción por la confesión de Jungkook algo se había quedado en su mente.

Sus padres sabían que eran compañeros.

¡Qué carajos!

—Mis padres sabían... En, ¿en qué momento?, ¿Cuándo?—vaciló al hablar.

—Luego de nuestro primer encuentro lo supe, no quería alertar a nadie, más aun cuando nuestros clanes estaban conversando alianzas pero de inmediato tuve que decirle a mi padre. Él me aseguro que era importante que lo hablara con tus padres, al ser tan pequeño había la posibilidad de que no entendieras lo que estaba sucediendo.

—Fue cuando fuiste a cenar con mi familia ¿verdad?—El asintió—lo leí en mi diario.

—Así es. Esa noche fui dispuesto a hablar con ellos y su respuesta no fue tan alejada de lo que ya me imaginaba que dirían. Que eras muy pequeño aun para un vínculo, que cuando fueras mayor podría contártelo yo mismo.

—"Cuando seas mayor lo entenderás" a esto se refería—Jungkook asintió—lo cierto es que todo esto no lo recuperó y no sé porque. Hasta hace unos días no podía recordar tu existencia y entonces fue cuando leí mi diario de cuando era niño y hablaba de ti, de todo lo que pensaba de tu presencia y del cambio de mi cabello. Hasta ese día creía firmemente que había nacido rubio, fue por eso que decidí venir. Es todo tan confuso que me abruma.

Jungkook miró a Yoongi intensamente antes de abrazarlo y sostenerlo de todo lo que pudiera hacerle daño.

—No sé porque razón no recuerdas las memorias de nosotros juntos, quizás fue por el trauma de ese día o quizás tu cerebro te protegió del dolor, no lo sé. Pero de una cosa si estoy seguro y es que desde que nos reunimos hemos estado unidos y el cambio de tu cabello—dijo mientras lo miraba y tocaba su cabello—y la marca—bajó su otra mano al lugar exacto donde se encontraba—son prueba de ello, Yoongi.







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la marca del dragón ; kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora