Había dejado pasar un rato, aunque no sabía bien cuanto exactamente, nunca cargaba reloj de mano y con el miedo subiendo rápidamente a su cerebro, lo que podrían ser diez minutos en realidad eran cinco o menos, sin embargo haciendo uso de todas las sensaciones efervescentes dentro de su organismo se dispuso a emprender la búsqueda de su método de salida de ese lugar.
Mientras trataba de pensar en alguna alternativa se sacudió con desesperación el cabello, lo tenía recogido en una cola que se había ido aflojando con toda la agitación del rapto, intentando refrescar su cerebro se volvió a recoger las largas hebras de cabello dorado, pasando todo la cabellera por la liga pudo notar un pequeño detalle muy probablemente olvidado por sus raptores, la última de la habitación, estaba justamente a su derecha y para regocijo suyo, no tenía seguro.
Con tanto sigilo temiendo ser descubierto tratando de huir, abrió con la delicadeza de la que nunca había profesado en su vida, pero que sin duda era tan necesaria en estos precisos momentos. Luego de ser abierta, la gran puesta reveló un balcón pequeño, muy apropiado para sentarse en la tarde y simplemente recibir el rico sol del ocaso, de repente vino a su mente memorias de su niñez donde había adquiridos ese gusto por solo sentarse al observar el paisaje y recibir los tenues rayos del astro luminoso.
Por otra parte, la intemperie también lo recibió con la fría brisa de la noche, eran todavía más fría que cuando estaba en el callejón, por lo que asumió que eran pasada la una de la madrugada, aunque solo eran cálculos muy instintivos.
caminando hacia el borde del balcón, todo hecho en un material crema, en realidad no sabía con certeza si era cemento pintado nada más o era alguna otra piedra extraña, después de todo los ricos eran gente rara. pudo fijarse aún en la oscuridad la delicadeza y perfección en los tallados de los balaustres del balcón; eran figuras envolventes y esas mismas líneas estaban recubierta por tallados que se parecían a escamas, todo desembocando en las cabezas de dragón que se alzaban en la parte delantera del barandal, todas iguales y simétricamente opuestas en cada balaustre, era un trabajo digno de mirar pero no en ese momento.
Volvió en sus pasos detallando la ropa de cama de la king size que adornaba la habitación, una sonrisa de astucia se asomó por sus labios. Rápidamente destendió la cama sacando hasta las sábanas con tal de que su plan funcionara. Es entonces cuando ató todos los tendidos, sin embargo, y muy a su pesar estos no eran suficiente para alcanzar el suelo completamente, aún quedaban faltando unos tres metros aproximadamente para llegar al césped que lograba ver gracias a la luz opaca de la luna. Las cortinas no eran una opción, estaban muy altas y no había una silla que lo elevara hasta ese punto y hacer maromas para alcanzar podría hacer el suficiente ruido para llamar la atención de quien estuviera afuera.
Guiado por la adrenalina y en gran medida la determinación, ajustó las telas al barandal, tirando de ellas para comprobar que resistiría su peso y no se desatara, esperaba que no lo hiciera. finalmente comenzó a descender viendo como estaba en un tercer piso, y como el segundo tenía ventanas cubiertas totalmente por cortinas oscuras, obstaculizando cualquier vista que le diera una pista de quien o quienes estaban detrás de esto. Cuando divisó la primera planta fue aún peor, de entrada solo era un muro, ni una ventana, por otra parte pensó que afortunadamente no había nada allí, ese hecho le estaba dando la oportunidad de oro para escapar.
Para cuando llegó al último tramo de la sabana, decidió quitarse la ropa, –menos las prendas que fueran muy complicadas de quitar– para poder tirarla a la superficie que lo esperaba a un par de metros, y así aterrizar en su forma lobuna aprovechando el potencial atlético de su lobo al correr. Hizo su mejor esfuerzo, y aunque fue imposible retirar los calzoncillos y las calcetas, se alivió que el ajustado jean si lo hubiese hecho.
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la marca del dragón ; kookgi
FanfictionYoongi se había convencido que algo estaba mal con él. Porque de otra forma era imposible que todos y cada uno de los alfas que estaban interesados en el, fueran ahuyentados al momento de follar. Y sinceramente, ¡Estaba harto de eso! Quería disfr...