capítulo ocho

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Jungkook

—Te digo que te quedarás aquí, bajo este techo que ahora es nuestro—Yoongi me mira con sus ojos desafiantes, como si en cualquier momento fuera a contradecirme, y lo va a hacer en dos segundos así que me adelanto e interrumpo su discurso— Sé que dentro de esa cabecita obstinada tuya hay un montón de pensamientos en contra de que te quedes pero ya te lo he dicho, eres mi compañero, no permitiré que te largues a dónde vives cuando tienes toda una mansión parea habitar, por no hablar de la protección.

No tenía la intención de sacárselo en cara pero me veo obligado ante su resistencia a quedarse.

—Te he observado, sol. Que nos da la seguridad que ese montón de hombres con los que te has relacionado, tan íntimamente, no buscaran una segunda oportunidad—hago una mueca pensativa—no lo veo muy seguro para ti.

El abre los ojos desmesuradamente.

—Tú... tú, tú no sabes de lo que hablas, además la maldición, es decir, la marca nunca los deja avanzar mucho más allá, ya sabes—rápidamente pierde su timidez—y tú qué derecho tienes de espiarme, el que seas mi supuesto compañero no quiere decir que tienes vía libre para espiarme como un acosador. No lo permitiré.

—Primero, nada de "supuesto compañero", lo soy. Segundo, me duele que pienses en nuestro vinculo como una maldición, auch, debo decir y tercero, no eras tan terco cuando nos conocimos pero supongo que todos cambiamos mientras crecemos—antes que pudiera decir siquiera algo, presioné el intercomunicador en mi escritorio— Minelli, lleva por favor a Yoongi a la cocina. De seguro Yongsu le tiene algo delicioso preparado—y corté.

Cuando regresé mi vista a Yoongi parecía que realmente quisiera matarme, tan adorable, sin duda ese fuego en su mirada no se perdió con los años.

—Crees que puedes mandarme a tu antojo ¿verdad? Bien, vamos a verlo— se giró para recibir a Minelli que abría la puerta para luego irse sin mirar atrás.

Me arrepentí después de eso.

Sabía que lo ms probable era que estaba exagerando. Esos bastardos estaban veinte metros bajo tierra pero el solo pensamiento de todos los años que estuvo Yoongi solo, sin protección con esos maniacos rondando por ahí libremente me hacía arder la sangre, sentía mi dragón muy en la superficie y eso, mayormente, no era bueno, no si estaba fuera de control, ahogándome en mi furia.

Yoongi había sufrido tanto, igual o más que yo, no podía permitir que reviviera ese dolor y menos, que otros se interpusieran en su camino y lo hicieran recordarlo y vivirlo. Era impensable perderlo.

Ya habían pasado trece años en los que calle, y me mantuve escondido, manteniéndome bajo perfil para por fin atacar a los asesinos de nuestros clanes, mantuve silencio por los dos, por nuestro bienestar, pero al mismo tiempo ese tiempo separados sin saber del otro me estaba matando.

Canadá había sido un refugio que mis padres habían poseído por años, incluso antes de mi nacimiento y no podía ser inmaduro al delatarlo.

Luego de huir del lodazal de sangre que cree con mis propias manos, sabía que había más de esa gente y supe que tenía que huir con premura o moriría. En Canadá sabia de las personas que aguardarían por mí, personas de confianza de la familia, sin embargo, no era tan sencillo como dejar salir a mi dragón y volar hasta allí, aun si seguía siendo un pequeño entendía que cabía la posibilidad de alguien observando, al acecho de un paso en falso mío, y sin duda emprender vuelo era uno.

Lo más complejo había sido limpiar la sangre que me manchaba. Las salpicaduras eran un faro que atraía atención innecesaria y eso era lo que menos quería. Mi piel rápidamente había quedado inmaculada luego de un chapuzón en el estanque pero mi ropa había representado un problema, la sangre se aferraba a las costuras con fiereza y todo había quedado hecho cenizas. Luego de restregar con fuerza me decidí usar mi bermuda al revés, no se notaba que del otro lado seguía manchada. Mi camiseta era inútil, la sombra marrón permanecía en la tela, pero tampoco la dejé en ese lugar, era exponerme una vez más.

Andar sin camiseta era extraño, más aun en un pueblo pequeño, debía mentir para prevalecer y eso fue exactamente lo que hice.

—Hola, señora, espero no molestarla—siempre cortés, como decía mi padre— Habría manera de que pudiera prestarme su teléfono— perdón mamá, papá—necesito llamar a mis padres, me he quedado con unos amigos jugando en el lago y mi ropa está muy mojada. Tengo frio y necesito que vengan por mí, por favor—finalicé con un temblor falso, si tenía suerte una toalla vendría a mi junto al teléfono.

La mujer de la tienda, se compadeció y corrió a buscar una toalla azul mediana, justo para cubrir mi cuerpo adolescente, todavía no me había desarrollado completamente por lo que mi cuerpo seguía siendo menudo a pesar de lo alto.

—Toma, no te congeles muchacho, pobre. Y ten el teléfono, llama antes que tengas una gripe—le di una de mis sonrisas encantadoras, esas que "te ponen el corazón chiquito" como decían las señoras que trabajan en casa, bueno trabajaban, recordé amargamente.

Marque al teléfono que me sabía desde los siete años.

— ¿Mamá? —hablé tembloroso para fortalecer mi historia.

— ¿Jungkook? Muchacho, ¿Qué sucede? —habló Chales Minelli, hombre de confianza de mis padres y residente en Canadá, en caso de que algo pasara.

— Soy yo, necesito que vengas por mí. Me he quedado jugando y me he mojado, el agua estaba sucia.

— Oh no. Muchacho, ¿Qué ha pasado con tus padres? —dijo con la voz preocupada.

— ¿Podrías venir aquí? Ya no hay nada, mis amigos se fueron— se oyó un silencio que me decía que entendía a que me refería— estoy en el pueblo. En el cocodrilo.

El cocodrilo era un punto en la salida del pueblo que hace años Minelli y yo habíamos descubierto en una de sus visitas. Solo nosotros sabíamos de qué se trataba. Era una pequeña mancha de aceite de coche que nunca se había lavado en la calle y en su momento, juraba que tenía la forma de un cocodrilo.

— Entiendo. Enviaré a alguien por ti— colgó luego de eso. No había más que decir, probablemente mañana estaría aquí para llevarme.

— Muchas gracias, señora. Estoy muy agradecido. Esperaré a mi mamá en el restaurante, dijo que me invitaría a comer— sonreí alegremente. Después, hice el intento de quitarme la toalla para devolvérsela, cuando habló.

— Ay no, niño, no me la regreses. Tienes los labios morados del frio y ya se hace de noche, no voy a ser la causante de que te de una hipotermia, no, no— pese a que era imposible que sucediera por dos razones; no hacia tanto frio y era un shifter dragón, difícilmente el frío me afectaba. Agradecí de todas formas, ella había sido muy amable ante mis mentiras—muchas gracias, señora. Estaré eternamente agradecido con usted. Ahora iré a esperar a mi mamá, no creo que tarde en llegar.

El tiempo paso rápido luego de salir del sitio, el hombre de Minelli llego sumamente rápido y pudimos irnos sin llamar la atención de los lugareños. Al día siguiente vi en las noticias locales el descubrimiento del desastre, al ser una comunidad tan reservada como lo éramos, además de alejada de un pueblo pequeño que también estaba en la nada, las autoridades habían tardado en llegar, más aun los medios.

Como había predicho, Minelli llegó al día siguiente inmediatamente partimos en el jet privado. Luego la situación en Canadá no cambió mucho, me reingresé en mis estudios desde casa y crecí, crecí y me vengué. Sufrí por la distancia con mi sol, pero sabía que era por un bien mayor y con esa idea logré endurecerme lo suficiente como para enfrentar a los asesinos de nuestros padres,

Ahora, a pesar de lo que Yoongi dijera y se quejara, no lo dejaría ir, no otra vez y sabía que él lo comprendería, después de todo también era un cambiaforma.











Yo digo que me den un premio por ser tan responsable en estos días con las actualizaciones. Después de casi un año, es un cambio grande,, just saying

Díganme si hay errores, eso me ayuda muchísimo y no olviden darle like y comentar lo que opinan de la historia, quiero leerlos :(

Dato curioso: el apellido de Minelli lo saque de una serie (El Mentalista)

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2023 ⏰

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la marca del dragón ; kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora