capítulo seis

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Yoongi estuvo a muy poco de dejar caer el teléfono. Y huir también.

Solo había una persona que lo llamara así, y eso que ni siquiera lo recordaba con claridad, y esa persona se supone que estaba muerta, es decir, él realmente no supo a ciencia cierta que paso con todos los demás que estaban allí. Pero era imposible que alguien regresara de la muerte ¿No es así?

Era imposible que Jungkook estuviera vivo.

Ese día solo eran cuerpos carbonizados y gritos de dolor de los que sobrevivían y eran encontrados, pero solo era eso, sonidos y miedo porque el Yoongi de nueve años estaba tan aterrado para si quiera alzar la mirada, para siquiera respirar. El Yoongi de nueve años ni cuando el fuego ardía a su alrededor y le quemaba las manos, nunca gritó. No podía permitir que le escucharan. En vez de gritar por la sensación agonizante por la que pasaba, se concentró en ser lo más silencioso posible y escapar; eso fue lo que lo mantuvo con vida y lo que lo tenía aquí y ahora, fuerte a pesar de todo, a veces a punto de derrumbarse pero siempre hallaba la manera de sostenerse.

Lo hizo en aquel entonces, lo haría siempre y, más importante, lo haría ahora.

—Sí, soy Yoongi—trató de endurecer todo lo que pudo su voz, pero presentía que solo era un manojo de nervios—He preguntado, ¿Qué es lo que quieren de mí para buscarme hasta de entre las piedras?

—Tú, solo te quiero a ti. Pero por teléfono jamás entenderás mis palabras—hizo una breve pausa que cargaba un sentimiento que hacia parecer que el mundo se había detenido--¿Dónde estás? Puedo enviar a alguien a buscarte de inmediato.

En su tono de escuchaba la súplica a kilómetros; pero Yoongi seguía sin confiar.

Seguramente era otra persona de su pasado, no podía ser Jungkook.

—No creo... que deba-

—Créeme cuando te digo que necesitamos hablar de todo en persona, sol. Yoongi, por favor...

Sus respiraciones se suspendieron por un minuto en el que la mente de Yoongi trabajaba a todo vapor en decidir qué era lo mejor, o bueno, en este caso sería lo menos peor.

—Está bien. Pero iré solo. ¿Es la mansión donde me retuvieron?—observó que nadie lo estuviera observando y mucho menos escuchando.

—Sí, es esa—incluso a través de la línea telefónica, Yoongi fue testigo de la voz rebosante de arrepentimiento y culpa.

—Bien. Nos vemos allí—y colgì antes de darle la oportunidad de decir algo.


[...]


Yoongi

Cuando el taxi aparca en la entrada colosal de la mansión, trago saliva.

Nada está saliendo como lo planeé durante días.

Y definitivamente no sé qué esperar una vez entre en este monstruo de casa.

No es como que pueda predecir lo que pueda pasar porque para empezar voy a confirmar que alguien que creía muerto y enterrado diez metros bajo tierra, está vivo, aquí y ahora. Si, el panorama es incierto y eso me asusta como una mierda.

Aprieto mis puños en la chaqueta de cuero que llevo puesta. El material cruje bajo mi mano y trato de darme aires de valentía antes de subir lo escalones.

Ni siquiera he terminado de subirlos cuando la puerta se abre, sin embargo, no sale nadie a recibirme, lo cual hace que la situación se ponga más escabrosa y que mi mente albergue aun más paranoia. Genial.

la marca del dragón ; kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora