EPÍLOGO

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1 año después

Abriendo la puerta de entrada, Harry subió el camino de piedra hasta la puerta principal, entrando en el vestíbulo se quitó el abrigo y lo colgó en el gancho junto a una pequeña mesa. Sonriendo, encendió la placa de cocción y dejó la tetera en ella, mientras se afanaba en sacar tazas de los armarios.

Había pasado un año desde que había entrado en su herencia de criatura y podía decir sinceramente que nunca había sido más feliz ni había estado más contento en su vida. El contrato que Severus le había regalado todo ese tiempo atrás realmente había sido lo mejor, no sólo les había dado la oportunidad de conocerse mejor sino que había forjado un vínculo irrompible, aparte de su vínculo de criatura. Severus era su mejor amigo, su amante y su alma gemela.

Seis meses después de casarse, Harry abrió la Academia de Lores y Herencias de Criaturas de Hogsmeade; estaba dirigida a aquellos que después de cumplir los 17 años entrarían en su herencia facilitando las cosas para que cuando llegara no fuera un shock tan grande.

Severus había aceptado el trabajo con Pociones mensualmente y nunca había estado más contento, ayudaba en la Academia cuando podía. Harry impartía las clases los fines de semana para no interrumpir demasiado el horario de Hogwarts. Se reunía con Minerva una vez al mes para discutir cómo iban las cosas.

Aunque tenía conocimientos de otras criaturas, se especializaba en elfos y, sobre todo, en elfos cuya pareja era otro elfo, como lo eran él y Severus. Al principio, Harry no estaba seguro de poder abrazar a su ser de criatura delante de todos los demás, pero pronto descubrió que no había nada de qué avergonzarse y, la mayoría de las veces, permitía que el elfo que había en él saliera tan a menudo como quisiera.

Se puso una mano en el estómago; dentro de seis meses tendrían a su propio elfo, Harry se había enterado hacía casi quince días de que él y Severus estaban esperando un hijo.

Recordó la conversación que habían tenido en el cine hacía tiempo sobre los hijos y cuántos, la mirada de su marido todavía le hacía reír cuando había dicho que no le importaría batir el récord de Molly de siete. Tomando el té, Harry salió a su terraza trasera y puso las tazas sobre la mesa, bajando los dos escalones se dirigió al parterre del jardín donde Severus estaba trabajando.

-Hola, amor-, sonrió Severus al sentir un par de cálidos brazos rodeando su cintura.

-Hola guapo-, susurró Harry besando la mejilla de Severus -el jardín se ve bien-.

-Puedo empezar a poner algunas plantas pronto-, contestó Severus, girando en los brazos de Harry -¿Cómo fue tu día?-.

-Fantástico hay cuatro elfos en esta clase-, Harry sonrió.

-¿Todos varones?- Preguntó Severus despreocupadamente.

-Dos de ellos sí-, Harry se rió.

-Espero que haya dejado claro que estás fuera de los límites, señor Potter Snape-. gruñó Severus.

-Lo primero que mencioné-, sonrió Harry, -aunque uno de ellos es bastante bonito-.

-Gnomo-, reprendió Severus pasando los dedos por las puntas de las orejas de su marido, deleitándose con el escalofrío y el pequeño gemido que salía de sus labios.

-Puede que sea mono, mi pequeño elfo, pero yo soy el único que puede hacerte reaccionar así-, susurró tocando los pantalones de Harry.

-Todavía recuerdo la primera vez que me tocaste las orejas-, dijo Harry.

-Al igual que yo, cariño-, murmuró Severus mordisqueando el cuello de Harry.

-Puede que tenga que tomar un curso de repaso después de la cena-, murmuró Harry.

-Eso se puede arreglar-, sonrió Severus, retirándose, con la cara sonrojada y la respiración agitada.

-Vamos, el té se está enfriando y Hermione y Seamus no tardarán en venir a cenar- Harry le cogió la mano y juntos se dirigieron a su terraza.

Seguían adelante, Seamus ahora trabajaba a tiempo completo en la Academia Irlandesa, Hermione se trasladó a Irlanda no mucho después de que él y Severus se casaran, ella trabajaba con niños que acababan de adquirir su magia, siendo muggle de nacimiento sabía muy bien lo que era no entender lo que estaba pasando. Una vez al mes ella y Seamus venían a ver a Harry y Severus y a cenar, a veces se quedaban el fin de semana.

-Será mejor que saquemos el Monopoly-, se rió Severus sentándose en la mesa exterior y cogiendo su té.

-Tengo un nuevo juego que quiero probar- sonrió Harry.

-¿En serio?- Severus levantó una ceja -¿Qué es ese nuevo juego?-.

-Twister-, respondió Harry, -aunque la versión de esta noche será la limpia-.

-¿Qué quieres decir con limpio?- preguntó Severus confundido.

-Sólo tú y yo podemos jugar a la versión traviesa, Sev, hemos jugado al Monopoly desnudo, ahora jugaremos al Twister desnudo-, se relamió los labios.

-¿A qué hora se van?- Severus gruñó sus ojos brillando con lujuria y un deseo hambriento.

OUR HEARTS BEAT AS ONE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora