Domde son mpleados de un restaurante de día, cazadores de demonios de noche.
O...
Donde estos espíritus malignos poseen a los humanos que han cometido asesinatos o tienen un fuerte deseo de asesinar, aumentando su deseo de matar y consumiendo finalm...
Jueves... Ese maravilloso día de la semana que tanto amaba... No solo porque indicaba que el fin de semana llegaría pronto, si no porque salía con su novio esos días.
Aquel jueves en la tarde no había sido la excepción. Toda el día había estado divirtiéndose con Hak-kun en el parque de diversiones, justamente ese día era su aniversario.
Ya era bastante tarde, las calles oscuras eran iluminadas por las luces de las lámparas pertenecientes de la calle. La pareja caminaba tomada de la mano, moviendo para adelante y atrás estas mientras estaban unidas con sus dedos entrelazados.
Ella cargaba un peluche de kuromi, abrazándolo con su brazo derecho; él cargaba con una bolsa llena de cosas que habían ganado por jugar en diversos juegos en el brazo izquierdo.
El listón blanco que tenía en el cabello se desató y voló hasta la carretera. Se detuvo, haciendo que su novio retrocediera confundido y la mirara de la misma forma.
—¿Qué sucede? —preguntó él.
—Se me cayo mi listón —dijo, haciendo un puchero y mirando la calle— voy por el.
Soltó sus manos y caminó hasta la acera, miró a ambos lados para asegurarse que ningún auto venía y luego cruzo la calle, se agachó para agarrar su listón y...
En ese preciso momento un claxon llamó su atención. Miró hacia la izquierda, donde venía un auto a gran velocidad, ¡¿De donde mierda había salido?! Las calles estaban más que despobladas en todo el rato que llevaban caminando por ahí.
El auto no iba a detenerse a tiempo, y ella se había quedado pasmada, había visto su vida pasar ante sus ojos. Cuando sus padres murieron por una enfermedad y ella se quedó sola. Cuando Hak-kun llegó a alegrar su vida y alejarla de toda tristeza. Y todos los momentos llenos de una felicidad intensa con su pareja.
Un ruido irritante para sus oídos se hizo presente, las llantas del auto habían sonado de una forma terrible, pero el vehículo nunca la golpeó. Con miedo abrió los ojos —los cuales había cerrado cuando se pasmó—, y soltó un grito desgarrador que hizo que su garganta ardiera de la peor forma posible.
Hak-kun estaba en el suelo inconsciente y lleno de sangre... Esa sin duda fue la peor imagen que pudo ver.
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Ya había pasado alrededor de un año desde la muerte de Hak-kun. Todo había sido tan duro, los primeros meses, más o menos unos siete meses se negó a salir de su casa y si necesitaba algo se lo pedía a su vecina de edad media por medio de llamadas. Le había cogido pánico al mundo exterior y a lo que pudiera pasar en él.
Después de ya un año fue que se dignó a salir, apretó fuertemente su peluche —el cual nunca volvió a soltar después de aquel accidente— al escuchar el claxon de los autos que pasaban, la estaban volviendo loca, sentía que en cualquier momento atropellarían a alguien y el recuerdo de Hak-kun en el suelo lleno de sangre no ayudaba en absoluto.