Dos

16.7K 1.7K 814
                                    

Siendo que había empezado a beber hace apenas algunas semanas, la resistencia de Chuuya para el alcohol aún no era lo suficientemente buena y debido a esto Dazai decidió que sería razonable si al menos él se mantenía medianamente sobrio si no quería terminar durmiendo en alguna banqueta sucia o tirado en alguna calle desconocida.

El lado bueno, era que podía gozar de tener a Nakahara en ese estado.

—No te atrevas a robarme mi bebida, imbécil de pacotilla —Chuuya balbuceó con voz arrastrada por el alcohol y señalando a Dazai con un dedo acusador.

—Sí, sí, lo que digas, Chuuya. —Rodó los ojos divertido por la actitud más irritable de lo usual que poco a poco iba adquiriendo el pelirrojo conforme tomaba otra copa.

Entre sus dedos bailaba su propia copa, ya vacía desde algún tiempo y con el diminuto pedazo de hielo que aún quedaba tintinando entre las paredes cristalinas.

Chuuya, con su mente aún nublada por el alcohol, fijó su vista en la silueta completa de Dazai: sentado, inclinado hacia la barra, apoyando su mejilla en el dorso de su mano izquierda, mientras la derecha jugueteaba con la copa vacía. Esa sonrisa sugerente que últimamente había estado adherida a su rostro; ladina y lasciva, desvistiendo a Chuuya entre parpadeos y proyectando en su mente las exquisitas expresiones que sería capaz de adoptar.

—Siempre andas creyéndote la gran mierda, Dazai. Odio eso de ti —impostó, acabando con su nueva copa de un solo trago que quemó en su garganta e hizo cosquillas en su pecho.

—No me creo el mejor, Chuuya —respondió entre risitas. Abandonó su copa cuando el hielo restante se derritió por completo. Llevó su mano desocupada hasta el nudo de su corbata, el cual aflojó lentamente ante la atenta mirada de Nakahara—. Sé que lo soy.

—¡Bah! No eres bueno en una mierda y todos te odian por presuntuoso.

Excepto por ser un analista experto, conocer cada movimiento de la Port Mafia sin necesidad de mantener contacto con Mori y su enorme capacidad de manipulación; pero, por su puesto Chuuya ni en estado de ebriedad admitiría eso en voz alta. Sería como cometer pecado hacia su valiosa dignidad.

—¿Ah sí? ¿Quieres que te enseñe en que puedo ser bueno? —El tono de voz que Dazai usó había sido susurrante, suave y ligeramente ronco.

Nakahara soltó una risa burlona y se mordió el labio inferior sin apartar la mirada de Osamu, quién sonrió interesado ante el sugerente gesto.

—Enséñame entonces, imbécil —masculló socarrón, adoptando la misma postura de Dazai, pero inclinando más su cuerpo hacia él.

Osamu apretó los labios en un intento de reprimir una sonrisa. Se levantó de su asiento para dar el par de pasos que se necesitaba para reducir su distancia con el pelirrojo. Inclino su cuerpo hacia adelante, hasta quedar a escasos centímetros del rostro de Nakahara, empañado de rubor ocasionado por la ingesta de alcohol.

—Podría enseñarte eso y mucho más, Chuuya —susurró. Su aliento con ligero un ligero toque de whisky chocó contra los labios del pelirrojo, quién se encargó de inhalar fuertemente para registrar el aroma de su colonia.

—¿Qué estás esperando? —susurró también contra los labios de Osamu, sus orbes bailando entre la mirada de Dazai brillando con lascivia y sus labios entreabiertos y bañados en una ligera capa de saliva después de ser relamidos.

Una mano enguantada fue a parar hasta el antebrazo de Dazai, donde hizo un recorrido suave y lento hasta el dorso de su mano, dónde se detuvo raspando con sus uñas y provocándole cosquillas al más alto. Este, por su parte, dirigió su mano hacia el pecho del pelirrojo, dónde el botón de su camisa empezó a jugar entre sus dedos.

—¿Interrumpo algo?

Ante la repentina nueva voz, Chuuya inmediatamente se lanzó hacia atrás y se alejó de Dazai, aparentando la mayor repulsión posible.

Odasaku los miraba desde atrás con expresión neutra y sus orbes intercalándose entre la silueta de ambos adolescentes. Dazai, sin un poco de pudor, agitó su mano vigorosamente en un saludo que fue respondido de forma vaga y con dejes atónitos.

—Sí, Odasaku, interrumpiste algo importante —respondió con un tono indignado exagerado y cruzándose de brazos para remarcarlo.

—¡No se interrumpió nada! —Chuuya intervino con vehemencia—. No malinterpretes las cosas, Odasaku. Ya me tengo que ir, adiós.

Dazai rio internamente por la prisa del pelirrojo en tratar de pasar de tema. Por esta vez decidió callar y hablar para insistir a Chuuya que dejara que Odasaku los llevara a casa.  

Furtivo | Soukoku 《COMISIÓN》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora