De alguna forma se había vuelto un hábito usarse mutuamente para liberarse del estrés del trabajo. Sus encuentros furtivos terminaron volviéndose más comunes y fue volviéndose una actividad más de su itinerario; como si se tratara de una trivialidad, igual que almorzar. Al final siempre tomaban la misma actitud distante y pasaban a olvidar que hace un par de minutos habían masturbado libremente al otro.
Habían tenido la fortuna o al menos eso quería creer de que nadie de la Port Mafia se había enterado aún, o al menos eso querían creer; y después de un incidente con Akutagawa -quién dejó de poder mirar a los ojos a cualquiera de ellos- empezaron a ser más minuciosos en no dejar rastros notables de sus encuentros. Los cuellos altos se volvieron sus mejores aliados al ser la principal ayuda para cubrir las marcas que empezaron a abundar en sus pieles. Dazai era amante de los chupetones y las mordidas, fiel fan de sus obras marcadas en la lividez de la piel de Chuuya, repartidas en diferentes puntos, algunos visibles y otros más escondidos.
Eso no quería decir que Chuuya se dedicara solamente a dejar que lo marcaran.
Dazai tenía a su favor la cantidad de vendas con las que solía cargar la mayor parte del tiempo, al punto de volverse una de sus características imprescindibles. Estas mantenían en la penumbra a las pocas marcas de chupetones que residían en su cuello sin siquiera dar indicios de ellas.
Sin embargo, un detalle que los había estado inquietando silenciosamente a los dos era acerca de ir más allá. Se habían encerrado en únicamente en besos húmedos y toqueteos lascivos. Habían explorado cada parte de sus cuerpos, pero hasta ahí se había quedado... La pregunta principal era: ¿Seguirían avanzando?
¿Estarían dispuestos a experimentar ese siguiente nivel?
Dazai se ató la corbata con habilidad, sin poder evitar mirar de reojo a Chuuya, quién peinaba su cabello con sus dedos y amarraba el largo en una pequeña coleta que sobresalía por su nuca. Últimamente había optado por tener el pelo atado, debido a que lo había dejado crecer de más y así era menos estorboso. Koyou se había ofrecido a cortarlo, pero él se había negado. En realidad no le sentaba nada mal.
—Para mañana tendremos que salir de la ciudad de nuevo. ¡Llevarás dinero, imbécil! —comentó Chuuya ajustando su sombrero como detalle final.
Un puchero deformó los labios de Dazai y soltó un gemido quejumbroso.
—¿Para qué? Si sé que tu compartirás conmigo, Chuuya —respondió cantarín, olvidando su anterior actitud plañidera.
—No. Si se me da la oportunidad, te dejaré durmiendo en la calle y ojalá las ratas te devoren.
—¡Chuuya! —jadeó indignado—. Si vas a desearme la muerte, que sea una más pacífica y memorable.
—¿Ser comido por ratas de alcantarilla no es lo suficientemente memorable para ti? Porque para mí sí.
—Que gran sentido del humor tienes, enano.
—¿Quién te dijo que es humor?
Ambos llegaron exhaustos a su destino después de un largo viaje de casi tres horas en auto, para que al final solo los dejaran allí a la deriva. Si eran sinceros, ninguno quería estar allí realmente. Siempre que tenían que transportarse a algún lugar lejano terminaban perdidos o peleándose contra algún grupo enemigo por información.
Tanto la expectativa como la monotonía les daba flojera, pero no tenían más opciones.
Sin embargo, de alguna forma habían logrado reunir la suficiente información para llegar a un veredicto coherente. A Dazai no le costó mucho unir los puntos necesarios y para el final del día ya tenía todo el rompecabezas armado en su cabeza. Chuuya había contribuido con fuerza para conseguir los datos a base de peleas y algunas amenazas. Ya para el atardecer ya tenían la portunidad de regresar a la Portf Mafia y estar allí antes de la media noche.
Sin embargo, decidieron no hacerlo.
Ambos contaban con dinero suficiente para un par de boletos de tren, o con una simple llamada Mori enviaría personal a recogerlos, si Odasaku estaba desocupado no le importaría conducir un par de horas para ir por ellos y seguramente sería el mismo caso con Koyou.
Tantas opciones a su disposición y ellos decidieron pasarlas por alto y gastar lo último que les quedaba de dinero en una habitación de hotel. Fue una decisión tácita, ni siquiera tuvieron que consultar con el otro porque sabían exactamente lo que querían y, además, sería estúpido desaprovechar la oportunidad de que se encontraban lejos de cualquier interrupción de la mafia.
—No quiero volver a un motel. La cama es dura y el baño es asqueroso —Chuuya comentó cuando ambos ya estuvieron frente al hotel, que aunque no era uno de lujo tenía una fachada externa decente.
—Sí y los lubricantes no cumplen con lo que prometen.
—¡Exacto!... ¿Qué?
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Furtivo | Soukoku 《COMISIÓN》
FanfictionChuuya y Dazai empiezan con un juego de coqueteo furtivo que termina yendo más lejos de lo que creyeron. #1 en Soukoku 18/01/2022