Nueve

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El viaje de regreso estuvo lleno de un silencio parsimonioso.

Odasaku se había ofrecido a recogerlos al ver libre su agenda y ya para la transición a la tarde ya estaban en los asientos traseros de su auto de camino a Yokohama. Dazai fingía no querer reírse de la manera en que Chuuya movía sus caderas en el asiento intentando vanamente encontrar una posición que le resulte lo menos dolorosa, mientras este gruñía en voz baja y le lanzaba miradas fulminantes. Oda los miraba desde el retrovisor, sin entenderlos realmente.

—¿Se lastimaron o algo? —preguntó cuando la curiosidad ya fue algo irritable de llevar.

—Algo así —Dazai rio—. Chuuya sufrió unas cuantas embestidas fuertes ¿verdad? —preguntó volteando a mirarlo con inocencia fingida.

—Cierra la puta boca —masculló apoyándose contra el espaldar del asiento, encontrando esa como la posición más cómoda que su cuerpo le permitía.

—Vayan a la enfermería en cuanto lleguemos. Seguro que el jefe los atiende personalmente.

La boca de Osamu fue decorada con una sonrisa burlona mientras que Chuuya formó una expresión horrorizada.

—Sí, claro. Visitaremos la enfermería en cuanto lleguemos.

Chuuya quiso protestar. Quiso gritarle a diestra y siniestra que se dejara de comentarios insinuantes burlándose de su situación. La noche anterior, Dazai no había sido precisamente brusco, pero tampoco podía denominarlo como delicado. Había sido la primera vez de ambos y no podía catalogarla como la mejor experiencia de su vida, siendo que la inhabilidad abundó de sobremanera y se hizo bastante notoria. Dazai, a pesar de su propio comentario, hizo su esfuerzo intentando ir a un ritmo lento, pero lo suficientemente rápido para darle placer... No salió bien, en realidad.

Al menos, nada había resultado con algo de gravedad. Solo algunas vergonzosas eyaculaciones precoces y el dolor de caderas que Chuuya intentaba disimular vanamente.

A pesar de los contratiempos, Dazai había mantenido una estúpido sonrisa en su rostro; muy distante de la socarrona que siempre parecía portar, ¿podría denominarse como una feliz?... Había hecho bromas sutiles después del acto y lo había ayudado a limpiarse adecuadamente, previniendo el dolor con el que tendría que cargar.

¿Por qué nadie les dijo que el día posterior sería similar a una resaca?

En los libros o películas pintaban la primera vez como una experiencia magnifica e inolvidable, y al día siguiente parecían amanecer renovados y resplandecientes, ¿qué el sexo no disminuía el estrés?

Para ellos fue todo lo contrario. Durante su momento sí fue una experiencia única y quizá inolvidable, pero por el rotundo fiasco que resultaron. Colocar el condón de forma correcta casi les bajó la calentura; hubo un juego previo innecesariamente largo y ni siquiera sabían si fue por morbo o si los nervios hacían posponer el verdadero momento; Dazai no iba a admitirlo en voz alta jamás, pero se había corrido a los diez segundos de haber estado dentro de Chuuya y esa mirada indignada que este le dedicó iba a quedar grabada en su memoria por siempre, junto a un hueco en su dignidad. Chuuya no se quedó atrás, sintiéndose humillado por hacerse el valiente y al final acabar sucumbiendo al dolor de la penetración. Sin contar el cansancio excesivo que ambos cargaban, producto de los orgasmos y las pocas horas de sueño.

Definitivamente hubo placer de por medio y definitivamente podrían repetirlo, pero tendrían que asegurarse de informarse mejor si no querían fracasar de nuevo.

Después de una corta conversación sobre algunos detalles que sí podían revelar de su misión, se fundieron en silencio. Aún quedaban algunas horas de viaje, pero, al menos la mayor parte fue en silencio, lo cual fue algo extraño para el mayor, siendo que cuando Chuuya y Dazai estaban juntos usualmente se los oía despotricar sin cansancio por alguna disputa trivial. Odasaku les echó un vistazo desde el retrovisor y ahí entendió todo:

Chuuya se había quedado dormido sorprendentemente apoyado sobre el pecho de Dazai y sus brazos caían flojos sobre sus piernas. Osamu se había apoyado en el espaldar, no lucía tan profundamente dormido como el pelirrojo, pero sus ojos entrecerrados indicaban que sí bastante somnoliento. Mantenía una mano en el cabello de Chuuya, acariciándolo suavemente con movimientos lentos que poco a poco iban disminuyendo conforme se rendía al sueño.

Odasaku sonrió y los dejó dormir durante el resto del camino.

Las demás veces habían resultado mejor y, ciertamente, se habían vuelto más sexualmente activos

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Las demás veces habían resultado mejor y, ciertamente, se habían vuelto más sexualmente activos.

Era de esperarse que dos adolescentes hormonales después de probar el santo grial del verdadero sexo, estén empecinados a probarlo al menos una vez por día en cualquier momento. Solían encerrarse en los cuartos donde se guardaban las municiones o los artículos de limpieza, a veces en los baños, otorgándoles el placer extra del miedo a ser descubiertos en cualquier momento, lo cual afortunadamente no había pasado.

Dazai solía cubrirle la boca con una mano, pero injustamente aumentaba la intensidad de sus estocadas cada que se escuchaban pasos afuera. Chuuya apretaba con fuerza los brazos de Dazai, los cuales estaban envueltos en sus caderas, para darle algún tipo de señal para que fuera más despacio; aunque en realidad solo era por precaución, porque ese ritmo le encantaba.

—Chuuya, no hagas ruido —susurraba descaradamente en su oído, seguido de unos jadeos.

Nakahara había tenido que morderse la lengua o sus propios labios para reprimir los gemidos de placer que Dazai lograba sacarle. 

Furtivo | Soukoku 《COMISIÓN》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora