N/A: ¿Recuerdan que les dije que cambiaría cosillas? ¡Pues sí que es verdad! ¡Disfruten el fic!
-¿Cómo supo que necesitábamos de un transporte?- Preguntó Luna, mientras por debajo de ellos se extendían los campos verdes, a una gran altura.
-Los hipogrifos tienen un don especial que les hace saber quién necesita ser transportado-. Respondió el conductor, hablando fuerte porque se encontraba en la parte externa. -Son unas criaturas realmente sorprendentes.
Mientras miraba el paisaje que se extendía sobre ellos, Ron no dejaba de pensar en una cosa: ¿Dónde estaba la carretera? En todo el rato que llevaban viajando, no vio ni un solo camino pavimentado. Pero eso sí, vio caminos de tierra que eran tan largos que parecían carreteras. Tampoco vio ningún coche muggle pasar. Aquello empezó a despertar las inquietudes en el pelirrojo.
Se fijó en las notas periodísticas que estaban pegadas en la pared:
GRAN CAMPEONATO DE QUIDDITCH DE 1967 ES CONMEMORADO CON UN GRAN DESFILE.
Rezaba uno de los titulares y Ron no pudo evitar abrir ligeramente la boca y cuestionarse, una vez más, desde cuándo los magos hacen desfiles de nada. Además, si lo hicieran, sería demasiado fácil ser descubiertos por los muggles. Ni siquiera un hechizo para ocultarse sería lo suficientemente poderoso para mantenerlos ocultos el rato suficiente que durase el evento.
En otro titular ponían:
¿LOS MUGGLES MERECEN SER TRATADOS COMO IGUALES? ANÁLISIS PROFUNDO.
En las últimas décadas se ha visto a la comunidad mágica dividirse en dos bandos: los que apoyan a que los muggles vivan entre nosotros, y los que están en contra de la posibilidad de que a los muggles se les permita vivir entre las colonias y ciudades de magos; pues éstas son las que mejor recursos y oportunidades tienen.
Los pueblos y zonas de la comunidad no mágica se ha visto fuertemente afectada debido al gran expansionismo de nuestra comunidad al adaptarse, desde hace siete siglos, a vivir libremente. Pronto nos empezamos a apropiar de territorios muggles que hoy en día son grandes ciudades y metrópolis mágicas.Países como Estados Unidos o China son los que mayor alto índice de población mágica tienen y mayor índice por desapariciones de miembros de la comunidad no mágica. Esto ha alarmado a los no magos y los ha orillado a esconderse o huir a países donde tengan mejor trato para ellos. La mayoría de estos países son europeos y entre aquellas naciones se encuentra Reino Unido.
En estas zonas, al menos, pueden llevar una vida más tranquila. Algunas actividades laborales muggles aún son requeridos como la tala de árboles o las fábricas y textiles. Sin embargo, muchas brujas y magos están trabajando para que estas actividades se detengan y, por fin, en sus palabras, este mundo sea sólo para magos…
Ron le dio unas palmaditas a Luna, sin dejar de mirar la nota, para que ella también se enterase. Cuando la chica hubo terminado de leer, exclamó:
-¡Por Merlín! ¿Qué es todo esto? ¿Es real?
Nádba también miró la nota y su expresión fue de sorpresa pero también de inmensa curiosidad.
-Qué interesante- Dijo. -Ahora me pregunto cómo los magos terminaron así.
-Yo lo que me pregunto-. Empezó Ron, nervioso. -Es cómo pasó todo esto y si de verdad esto está pasando.
Al decir esto, se le ocurrió juntar su dedo índice y pulgar para hacer una pinza y, posteriormente, subir la manga de su túnica y pellizcarse. Fue tan intenso el pellizco que le dejó una marca roja. En efecto, no era ningún sueño.
-Tranquilo, Ron-. Dijo Luna, mirando el brazo de su interlocutor. -Pronto sabremos qué está pasando.
El viaje fue casi tan largo como el que le tomaría al tren de Hogwarts llegar a King’s Cross. En algún punto cuando el sol ya estaba empezando a bajar, Ron pudo ver, por fin, rastros de civilización humana: a la distancia, se podía leer un gran letrero -tallado en roble-, con letras blancas, Bienvenidos sean a Londres. Al lado de este letrero el camino era pavimentado, con la diferencia de que parecía de piedra y algún musgo verde se asomaba. Entonces, todavía más adelante, Ron pudo verlo: era Londres, sí, el letrero lo confirmaba, pero no lo parecía en lo absoluto. Una gigantesca ciudad (que parecía una metrópolis) se extendía sobre el horizonte. Su distribución y estilo arquitectónico le recordó a Ron el Callejón Diagon. Las casitas y negocios se amontonaban entre las calles de piedra y avenidas. Parques enormes también se encontraban allí. Así como también lagos dentro de los mismos. Edificios más grandes destacaban y no por su tamaño; sino por su gran similitud a castillos o torres. Los castillos más llamativos parecían ser instituciones o colegios, pues de ahí entraban y salían, principalmente, jóvenes magos y brujas. Ron sabía que eran magos por las túnicas y varitas que llevaban. La ciudad estaba rodeada de árboles de pino.
Pero la majestuosidad de Londres no sólo se limitaba en tierra. En el cielo, otras carretas o vehículos más lujosos sobrevolaban el poblado jalados por hipogrifos y caballos alados parecidos a los que, en el cuarto año de Ron, habían transportado a los alumnos de Beauxbatons. También había lechuzas viajando de aquí para allá. Y abajo, en tierra, otros vehículos también eran llevados por animales; sólo que eran caballos.
Ron, Luna y Nádba miraban a aquella ciudad con los ojos como platos y las mandíbulas casi al suelo.
-¿Nunca antes habían estado en Londres?- Preguntó el conductor con una sonrisa. Los chicos confirmaron y él dijo: -Pues les aseguro que su estadía será muy reconfortante.
Empezaron a descender hasta tocar suelo y detenerse en un parqueadero de otros carruajes exactamente pintados de amarillo con líneas blancas y negras. El parqueadero estaba justo en frente de una estación de trenes y, al lado de ésta, una pequeña tienda. Los tres amigos se bajaron del vehículo. El conductor les cobró el viaje y Luna, afortunadamente, llevaba consigo su dinero dentro de la mochila. Por alguna razón, el hombre sólo cobró dos sickles por el trayecto. A lo mejor sólo lo hizo porque eran nuevos en la ciudad.
-Debemos conseguir un mapa-. Dijo Nádba, escondido. -Si no lo hacemos nos vamos a perder muy rápido.
-Podemos preguntar en esa tienda-. Dijo Luna, señalando el establecimiento.
Así, pues, los viajeros franquearon el parqueadero y entraron en la tienda. El lugar estaba decorado con plantas de todos los tipos y el sitio tenía un delicioso aroma a vainilla. Tanto el mostrador como en las estanterías se exhibían productos mágicos del hogar, comida, bebida, caramelos, etc. La bruja tras el mostrador tenía un gran sombrero puntiagudo y parecía ser buena gente.
-¿Buscan algo en especial, chicos?- Preguntó la mujer.
-Nos preguntábamos si aquí tendría un mapa de la ciudad o algo para no perdernos-. Contestó Ron.
-Pero por supuesto que tengo-. Dijo la bruja, maravillada. -Dos o tres veces por semana me llegan personas como ustedes en busca de un mapa.
La bruja se agachó y parecía estar revolviendo entre algunos objetos. Al final, volvió a su postura inicial, con un largo rollo de papel de pergamino. Les aseguró que el mapa estaba muy bien detallado y era prácticamente imposible perderse con el mapa a disposición.
-¿Cuánto cuesta?- Preguntó Luna.
-Son diez sickles y dos knuts-. Respondió amablemente la mujer.
Luna pagó la cantidad y los tres salieron. Pero regresaron porque se acordaron de que no tenían agua ni alimento y regresaron para comprarlo. Una vez estuvieron fuera nuevamente, Ron desenrolló el mapa. Estaba perfectamente bien ilustrado y mostraba tres pequeñísimas siluetas con los nombres de los tres amigos sobre sus cabezas. Las tres siluetas, en efecto, se encontraban sobre el mismo parqueadero y frente a la misma tienda. Ron empezó a buscar con sus ojos y, finalmente, el dibujo de un castillo con la etiqueta Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería apareció en su visión.
-Allí está-. Dijo Luna, emocionada, después de que ella también lo viese. -Vamos.
Sin perder tiempo, emprendieron el camino a su amado colegio. Cruzaron calles y más calles, siguiendo las indicaciones del mapa, hasta que decidieron tomar un atajo atravesando un parque. El parque en cuestión era bastante agradable y un lago bastante lindo se encontraba allí. Ron pudo ver a familias de magos practicando hechizos inofensivos pero divertidos con sus niños. Una pareja anciana también pasaba por ahí, acompañados de un elfo doméstico que parecía feliz. Y un poco más allá, un jarvey estaba maldiciendo mientras excavaba un agujero, probablemente para perseguir un gnomo. En su vida, Ron, habría imaginado ver un panorama como aquel en un parque común y corriente.
Cuando hubieron atravesado el parque, caminaron un tanto más pasando por casas, departamentos y negocios. Finalmente, los tres se detuvieron al ver que habían llegado a su destino. Se encontraban frente a una gran extensión de pasto verde y, siguiendo un camino de piedra, más adelante, el castillo de Hogwarts los esperaba. Era casi igual al que conocían, sólo que más grande. Las puertas estaban abiertas y estudiantes entraban y salían. Algunos de ellos estudiaban sentados sobre el pasto, y otros sobre las bancas de madera que ahí estaban. Ron y Luna se miraron entre ellos y Nádba sugirió que entraran. Lo hicieron.
El vestíbulo era incluso más bonito con esas plantas mágicas. No tenían idea de qué hacer a continuación. De pronto, una voz los hizo a ambos volver las miradas a la entrada del castillo.
-¿Ron? ¿Luna? ¿De verdad son ustedes? ¿Nádba?
Los nombrados miraron, asombrados, a quien los había llamado. Tenía el pelo negro azabache, gafas redondas y ojos verdes. Sí, era Harry Potter. Sin embargo, este Harry no tenía ninguna cicatriz en la frente. Y su pelo era más corto.
-Harry-. Empezó Ron. -¿Qué hay?
-“¿Qué hay?”- Repitió el muchacho. -Te vas por casi un mes y es todo lo que respondes. Pero, aún así, me alegro que estén de vuelta. Los tres, de hecho.
Harry les dio un abrazo a cada uno y un choque de puños a Nádba. En eso, Ron fue derribado por una persona de cabellera pelirroja, que era Ginny.
-¡Tonto, tonto, tonto, tonto!- Chillaba. -Nos tuviste muy preocupados a todos en la familia. Ahora te dignas a aparecer. Por lo menos, no regresaste solo y Luna también está bien-. Ginny le dio un puñetazo a Ron y Luna, para después darles un abrazo. -Por favor, no vuelvan a irse, todos los extrañamos mucho.
Cuando los chicos se separaron de la pelirroja, vieron a Neville y Hermione al lado de Harry. Pero no sólo ellos dos aparecieron, sino que casi todo el colegio estaba ahí, en el vestíbulo. Hermione se aferró a Ron y luego a Luna. Lo mismo hizo Neville. De pronto, entre la multitud de estudiantes, apareció Albus Dumbledore, que parecía que la vejez no le había afectado mucho; ya que se veía muy ágil y activo.
-¡Ah, señor Weasley, señorita Lovegood! Vengan a mi oficina, vengan-. Dijo el anciano director. -Acompáñenme, por favor, hagan espacio.
Los alumnos abrieron paso a Luna y Ron. Los dos jóvenes siguieron a Dumbledore. Entre el profesorado que se encontraba allí de pie estaban Mcgonagall, Snape y Sprout, todos con miradas expectantes.
Atravesaron la fea gárgola de piedra y empezaron a ascender, automáticamente, hasta llegar a la oficina del director. Había incluso más artículos curiosos en la habitación y muchos más cuadros de directores. Dumbledore se sentó frente a su escritorio y miró a ambos chicos, con esos penetrantes ojos azules a través de las gafas de medialuna.
-¿Y bien?- Dijo. -¿A qué se debe que hayan decidido volver?
-Señor…-. Dijo Ron, pero no encontraba las palabras para expresarse.
-Nos somos quién usted cree, o al menos eso pensamos-. Contribuyó Luna.
Los ojos de Dumbledore echaron chispas de asombro.
-¿Ah, no? ¿Entonces a quiénes traje conmigo a mi oficina?
Ron y Luna se miraron y, tras unos segundos, asintieron. No tenían ni la menor idea de lo que estaba pasando y este Dumbledore parecía igual de sabio que el que conocían. De esta forma, los dos chicos le contaron con lujo de detalle todo lo que había pasado desde que conocieron a Clave. Así como de que ellos vivían en un mundo donde los magos vivían ocultos.
Después de la explicación, Dumbledore soltó un suspiro y le echó una mirada a los tres, incluyendo a Nádba, quien tuvo que salir de la mochila para ser parte de la prueba.
-Clave, eh…-. Dijo el director.
-¿Qué pasa con él?- Preguntó Luna.
-Miren-. Continuó Dumbledore. -Les creo, de verdad lo hago, pero ahora necesito que me den tiempo para analizar las cosas y ver qué puedo hacer. Por lo pronto vayan a sus habitaciones a dejar sus cosas y después bajen a cenar. Fue un día muy agitado para los tres.
-De acuerdo, profesor-. Dijeron los tres, al unísono.
Salieron de la oficina y se quedaron parados. Ron soltó un silbido pesado.
-Bueno-. Dijo. -Supongo que debemos hacer lo que nos pidió por ahora y después veremos qué pasa.
-Puede que así tenga que ser-. Dijo Luna. -Qué loco, ¿verdad?
Ron y Nádba asintieron. Acto seguido, los tres partieron rumbo a sus habitaciones. Llegaron a un pasillo y era donde estaba el cuadro de la Señora Gorda.
-Por aquí está mi sala común-. Dijo Ron. -Nos vemos en la cena, Luna.
La chica se inclinó sobre el rostro del pelirrojo y le dio un beso en la mejilla.
-Claro, Ron, nos vemos.
Luna se empezó a alejar y Nádba volvió su vista a Ron, levantando su pulgar. Para fortuna de Ron, la contraseña era la misma y entró. La sala común estaba más amplia y con más anuncios en el tablero que butacas en la sala, que ya en sí eran varias. Subió a su habitación y vio que su cama estaba intacta. Su baúl de pertenencias no estaba por lo que, a su vez, tampoco su ropa.
-Puedo prestarte algo de ropa, si quieres.
Fue Neville quien le habló.
-No es necesario, Nev, pero…
-Insisto, al menos hasta que tus padres te envíen ropa nueva.
Sus padres. No se había puesto a pensar en ellos desde que llegó a ese colegio. ¿Qué le dirían ahora que había “regresado”? Decidió mejor no pensar en eso y aceptó la amable invitación de Neville para usar su ropa. Pero primero se dio un baño y, una vez listo, se vistió.
Estuvo un rato pensando, reflexionando, sobre lo que estaba sucediendo. Sí, sin duda alguna, aquello no pasaba todos los días y, para variar, se encontraba en una aventura a la cual jamás pensó ser participe. No sabía cómo lidiaría con todo aquello. Al menos, tenía a Luna y a Nádba de su lado.
Bajó al Gran Comedor donde todos los estudiantes se encontraban. Llegó temprano para no tener que perderse nada de lo que pudiera pasar. Vio a Luna ya sentada, en su mesa, y un chico que Ron sólo había visto un par de veces le estaba sacando plática. El pelirrojo se sintió raro al ver eso. Como si fuera algo totalmente raro y fuera de lugar. Pronto, su plato se vio lleno de manjares y no pudo evitar dejarse llevar por su apetito. No cabía duda, en la comida, este Hogwarts se sentía auténtico.
N/A: ¿Qué les parece? ¡Hasta la próxima!
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Una liebre para un Weasley
FanfictionRon Weasley es famoso por ser el mejor amigo de Harry Potter y acompañarle en sus aventuras. Sin embargo, en este fic nos centraremos en Ron y cómo poco a poco va formando fuertes lazos con Luna Lovegood. Una emocionante aventura les espera. [Histor...