Una liebre para un Weasley

11. El espectáculo comienza.

N/A: ¡Disfruten el fanfic!

Llegó el sábado. Día festivo en aquél mundo mágico. Ron se preparó con unos jeans sencillos y una camiseta blanca, junto a un saco marrón. Estaba ansioso por ese día. No porque le emocionara, sino por ver a Charlie y sus padres. Iba a ser la primera vez que le reprenderían algo que él no había hecho. De verdad que no estaba enterado de casi nada. Antes de salir de su dormitorio miró hacia la ventana y pensó que ya era hora de averiguar qué había pasado en aquel mundo. Las únicas personas que conocía la verdad acerca de Ron y Luna eran Dumbledore y…Clave.

«¿Ese tipo —se dijo Ron mentalmente— qué estará planeando? ¿Y a qué se refería con “espectáculo”? De todas formas, necesito hablar con Dumbledore.»

Y con esa idea, salió de la sala común de Gryffindor para ir al despacho del director. Se dio prisa para que nadie lo viese y no tardar mucho. Se detuvo ante la gárgola y pronunció la contraseña. No ocurrió nada. La contraseña había sido cambiada.

—Vamos —dijo Ron—, déjame entrar. Necesito ver al director.

—No te puedo dejar entrar —contestó la gárgola—. Y aun así, el profesor Dumbledore no se encuentra en el castillo.

—¿Es enserio? —preguntó Ron como si fuese una broma o algo.

—Nada más que la verdad —aseguró la gárgola.

El muchacho se fue alejando, ya que no tenía nada más que hacer ahí. ¿Que acaso jamás conseguiría saber la verdad? Con ese pensamiento, llegó al Gran Comedor para desayunar algo.

«Quizá —pensó Ron— si le digo a Harry la verdad, él podría ayudarme a enterarme de todo. Pero, es muy arriesgado. Siento que puedo confiar en él.»

Justo en ese momento su hermana Ginny apareció sentada junto a él. Parecía de buen humor. En eso, pensó en revelarle el secreto a Ginny. Pero luego desistió. Creía que Harry era la mejor opción. Sabía que lo mejor sería esperar a Dumbledore. Sin embargo, Clave ya había dado su primer movimiento y necesitaba saber por qué ese sujeto estaba detrás de Luna. No quería que a ella le pasara nada malo.

—Buenos días, Ron —dijo Ginny sacando a Ron de sus pensamientos.

—Eh…sí…buenos días para ti también —Ron devolvió el saludo.

—¿Listo para ver a Charlie…y a mamá y papá? —Cuestionó casualmente.

—En realidad…—Ron estaba a punto de revelar la verdad.

—Hola, chicos, ¿todo bien? —Hermione saludó sentándose junto al pelirrojo.

Ron se volvió hacia su derecha. ¡Pero claro! ¡Cómo no lo había pensado antes! Hermione era la mejor opción para ser la persona que sabría el secreto de Ron y Luna.
—Hermione —empezó Ron—, ¿tienes un momento para hablar a solas? —Esto último lo dijo casi en un susurro.

—Perdona, ¿qué has dicho? —preguntó confusa.

—Sólo acompáñame, por favor.

Hermione lo miró un momento y ambos salieron al vestíbulo, en un rincón, para hablar. Ron no sabía cómo comenzar, así que tenía que improvisar.

—Hermione…—empezó el chico— no soy quien crees que soy. Luna y yo no somos quienes crees que somos.

—¿Qué rayos dices? —Dijo la chica castaña como si su amigo hubiese dicho alguna clase de tontería—. ¿Te sientes bien, Ron?

—Por favor, escúchame —suplicó Ron tratando de que su amiga no lo tachase de loco.

La castaña lo miró y, al parecer, había visto algo que le hizo parecer que debía escuchar a su amigo; pues en seguida se mostró más comprensiva y dijo:

—De acuerdo, empecemos de nuevo: Ron, ¿por qué dices eso?

—Seré breve y trataré de ser lo más realista posible. Lo que pasa es que no pertenecemos aquí. Me refiero a que no somos de…eh…de este mundo. Sí, eso. Venimos de otro mundo donde los magos viven ocultos de los muggles y su existencia es casi inimaginable. Tenemos que vivir camuflados y no revelar nunca nuestra magia a nadie que no sea un mago. Y no sólo eso, en este momento, en nuestro mundo, un mago tenebroso llamado…llamado… —Ron tenía que decir el nombre en voz alta. Por primera vez en su vida— Vo…Voldemort, está amenazando con destruir la paz de magos y muggles para dominar a ambos bandos y erradicar a los que no tienen magia.