Los constantes ladridos de su perro le resultan insoportables. Por mucho que lo mande a callar, el animal no obedece. Así no puede terminar ese trabajo.
-¡Ya cállate!- le grita furioso. Vuelve a cerrar la ventana y retoma el trabajo.
Los ladridos hacen una breve pausa para continuar con más ímpetu que antes, rompiendo la frágil conexión entre el chico, su concentración y la inspiración.
-¡Así no se puede!- afirma para su perro y ante sí mismo. Se levanta de su asiento, golpeando la mesa con la fuerza de la frustración que ocasionan las constantes interrupciones. Abre la puerta y se dirige a la ruidosa mascota:
-¡A ver! ¿Qué pasa?
El ladrón, hasta entonces oculto, le tapa la boca en un movimiento certero.
-Si te quedas quieto no te pasará nada.
Torpemente el chico intenta agarrar un bate que escondía tras la puerta, precisamente pensando en este tipo de situaciones. El intruso le pega en la cabeza con la culata de la pistola antes de que logre su cometido.
El afectado cae al suelo y antes de quedar inconsciente escucha los ladridos de su perro. Parecen decirle “Intenté avisarte”.
El trabajo se quedará sin terminar.
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No me dejes sola
ContoColección de microcuentos varios de ImberBles🍁 Próximamente en físico