Epílogo.

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Dylan se estaba preparando para su graduación. El año ya había llegado a su fin, por fin terminaban las clases y hoy por fin era su entrega de diplomas. Tenía que apurarse o llegaría tarde. Quería ver a Emma. La había visto hace tres horas y ya la extrañaba. Habían pasado el día juntos pero ella se había ido para arreglarse en su casa. Cada uno iría con su familia, por supuesto. 

Terminó de acomodarse la corbata, se dio una última mirada en el espejo y corrió hacia la sala. Su madre y su padre junto a su hermano ya estaban allí y todos rápidamente se subieron al coche y marcharon hacia el instituto.

El salón de actos estaba repleto de alumnos y profesores. Había decoración por todos lados posibles. Guirnaldas en las paredes, moños en los asientos, fotos de los egresados, etc. Dylan hizo su camino hacia su lugar y se sentó, estirando el cuello para ver por arriba de la multitud buscando a Emma.

No la encontró así que se dio por vencido suspirando y volvió a sentarse mirando hacia el frente. Eric corrió y se sentó a su lado.

—¿No voy tarde, no?— preguntó.

—La ceremonia aún no empezó — aclaró Dylan y luego preguntó: —¿Viste a Emma?

—No, no la vi.

Dylan suspiró desilusionado.

Los directivos del instituto se subieron al pequeño escenario que había en frente de todo y uno de ellos se aclaró la garganta. Dylan miró nervioso a su alrededor. Todos ya estaban ubicados en sus sitios. Todos menos... Emma.

Su familia está aquí, pensó. Ella tiene que estar aquí.

Y cómo si hubiera sido convocada, Emma corrió por el pasillo en un hermoso vestido color coral que Dylan no pudo apreciar por la rapidez, y se desplomó en su asiento. Emma lo buscó con la mirada y al verlo sonrió levemente despeinada. Dylan sintió una opresión en el pecho. Amaba tanto su sonrisa.

Emma estaba muy nerviosa. A su vestido se le había roto la cremallera y con ayuda de una profesora pudieron cocerla un poco pero de todas formas ella sentía que se iba a romper y quedarse desnuda frente a todos en cualquier momento. Por culpa de la maldita cremallera había llegado tarde. Estaba tan nerviosa. Al ver a Dylan y ver su sonrisa su cuerpo suspiró de alivio. Todo va a salir bien, se dijo.

Y así fue.

Ya un par de horas más tarde, Emma había podido cambiarse este vestido por otro y había podido ir a su fiesta de graduación. ¡Ya estaba graduada! Va, ellos ya estaban graduados.

—Estás hermosa con este vestido, Em — susurró su novio detrás de ella pasando un brazo por su cintura y tirandola hacia él. — Pero el otro me gustaba más.

Emma río. —A mí también. Este es muy corto.

—Prefiero eso a verte desnuda delante de todos.

Ambos rieron.

—¿Crees que vendrá? — preguntó Emma luego de un rato.

—No lo sé, Em. Tú lo invitaste.

Emma asintió y siguió bailando con su novio.

Cameron no sabía si ir o no. Emma lo había invitado formalmente, había llevado una invitación a su casa y todo. Tanto para él cómo para su hermana. Su hermana ya estaba en camino, pero él no sabía si atravesar la puerta o no. Emma estaría allí con su novio y... Cameron no sabía si estaba listo para eso.

El dolor había mitigado. Pensar en Emma con alguien más ya no le dolía tanto, pero una cosa era pensar y otra cosa totalmente diferente era ver.

No me digas adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora