Capítulo Dos

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Emma

No podía creer lo que Jenna me decía. La miré incrédula. —Eso es imposible. 

—No lo es. Ya te digo, el chico parecía deprimido luego de que le dijera que te mudaste. Me costó todo mi esfuerzo no reírme— se mofó. 

—¿En serio crees eso?—le pregunté con una pequeña esperanza brotando en mi interior. 

—Síp, deberías haberlo visto.

Lástima que no estuve allí y tampoco lo estaré. Jenna había venido luego del último día de clases en la semana a mi nueva casa y pasaríamos el fin de semana juntas. Lo primero que hizo luego de abrazarme fue contarme lo sucedido con Dylan.

¿Él se preocupó por mí?  Aún no podía creer eso.

—¿Segura que lucía preocupado?— pregunté tomándo un puñado de papas fritas de la bolsa que teníamos sobre mi cama.

—Sí, lo juro. 

Luego de masticar y tragar hablé. —Puede que sólo se haya preocupado como un amigo. ¿No dijo nada sobre lo... que pasó? 

—A mí, por lo menos, no— suspiré resignada. —Pero creo que si lo habló con su amigo— trató de esperanzarme.

—Jenna... no creo que pase nada. ¿De qué me sirve esto ahora? Ya no voy más a la escuela con ustedes, ya no lo veré más. Estoy a cuarenta minutos de viaje de allí en auto, no te digo en bus, un poquito lejos, ¿no crees?

—¿Qué problema hay con eso? Estás un poquito lejos, pero no tanto. Podrías haber seguido viniendo a nuestra escuela, pero tú— me señaló con un dedo. —Al ver que a tus padres eso se les complicaba aceptaste sin rechistar el irte. 

—Bueno... y-yo...

—Tú nada. Podrías haber luchado y haberte quedado. Y no me lo niegues porque tengo razón— sentenció.

—La tienes— murmuré. A mis padres se les complicaba el llevarme a la escuela, sí, pero podrían haberlo hecho, era sólo decisión mía. Sí, me fui por eso, pero en parte también me fui porque quería olvidarme de Dylan, aunque eso no se lo diría a nadie.

—Cambiando de tema— dijo Jenna suspirando. —El sábado que viene hay una fiesta en la casa de Luc y vamos a ir.

—¿Crees que yo puedo ir? Ya no soy más su compañera...

—Sí claro que puedes, no seas tonta Emma. Aún así lo conoces y ya sabes que a ese tipo de fiestas va cualquiera— contestó riendo y parándose de dónde estaba sentada en mi cama. 

Se dirigió a mi armario y lo abrió. —Demonios, nunca había visto tu armario tan ordenado— murmuró.

—Bueno, esas son las ventajas de mudarse— le dije yendo a su lado. 

Hurgó un poco en él antes de sacar una falda corta negra y una linda blusa verde agua. —Te pondrás esto. 

—¡Estás loca!— exlamé. —¡Moriré de frío!

Chitó. —La casa de Luc es enorme y la fiesta será dentro. Aparte puedes llevar tu enorme saco y te quedaría bien.

Miré con el ceño fruncido la ropa no muy convencida. —De acuerdo, ¿y en los pies?

—Estos— dijo agachándose tomando un par de botines de taco alto. 

—Está bien.

Con Jenna estuvimos todo el fin de semana hablando de como estan las cosas en su escuela y yo en la mía. Le hablé de Alice, Mary y Luce, le hablé de Cam un chico que había conocido en mi escuela y de lo amable que era conmigo. Cuando se tuvo que ir me puse algo triste, porque sabía que no la vería al día siguiente como antes, aunque seguiríamos en contacto por Whatsapp y esas cosas. 

No me digas adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora