Capítulo Tres

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Emma 

Lloré, sí, lloré. Su rechazo fue feo. No debería haber llorado y no debería estar llorando ahora mismo pero lo hago. Me dolió. Mucho.

Jenna me llevó a su casa esa noche y no preguntó por qué lloraba. Creo que ya lo sabía. Al otro día nos despertamos y quiso hablar del tema pero no la dejé. No podía quitarme su voz de la cabeza: —Emma... yo... lo siento pero no creo sentir lo mismo. Palabras que quebraron mi corazón en mil pedazos.

Y aquí estaba. De nuevo en mi ya no nueva casa, recostada en mi cama con la cara contra la almohada y llorando. Mis padres no estaban en casa, estaban en sus respectivos trabajos. Hoy no había ido a la escuela, logré que mamá creyera que estaba por enfermarme y me dejara faltar. Mi nariz roja y los mocos por el llanto terminó por convencerla creyendo que era un resfriado.

Tenía que dejar de llorar. Ya había asumido que él no me correspondía mucho antes. Pero que Dylan directamente me lo dijera terminó de romper mi corazón.

La canción Kiss me de Ed Sheeran comenzó a sonar en algún lugar de mi habitación. Estaba sonando mi celular, tenía una llamada. Me obligué a dejar de llorar y estiré el brazo para tomarlo del suelo. —¿Sí? —contesté.

—¿Emma? Soy Cameron, Luce me dio tu número, no te enojes con ella sólo quería saber como estabas. Tus padres llamaron al instituto diciendo que no irías porque estabas enferma, ¿estás bién? — dijo nerviosamente la voz de Cameron.

—Hola, Cam. Estoy bien, no te preocupes —mi voz salía algo congestionada por mi nariz tapada de tanto llorar.

—Tienes voz rara, Emma. ¿Segura que te encuentras bien? ¿Te molestaría si paso a ver cómo estás? —preguntó amablemente. No sabía cómo negarme así que acepté.

Colgamos luego de que él dijera que estaría aquí en diez minutos. Corrí al baño a arreglarme un poco y cepillarme los dientes, no me había levantado de la cama aún. Miré la hora. Las 12:20 p.m. Cam debía de haber salido del instituto ahora mismo. Llegaría pronto.

Y cómo si hubiera sido convocado sonó el timbre de la puerta. Corrí a abrirle. —Hola, Emma... lindos gatitos — saludó con su sexy sonrisa. ¿Gatitos? Bajé la vista hacia mi vestimenta. Mierda, había olvidado quitarme mi pijama. Mis mejillas se sonrojaron automáticamente.

Me hice a un lado de la puerta. —Pasa.

Cameron entró con su mochila en su espalda observando mi casa. Se pasó una mano por su pelo negro azabache y luego se quitó la mochila buscando algo en ella. Sacó un muffin de chocolate bañado con glaseado y me lo entregó. Estaba envuelto en una bolsita.

—Mi hermana... um... ella me dijo que te trajera uno. Los hizo mi abuela— dijo él luciendo algo avergonzado.

Sonreí y agradecí. No hablé mucho sobre Cam, ¿no? Bueno, él es hermano de Luce, una nueva amiga que hice aquí en mi nuevo instituto. Lo conocí al tercer día de clases aquí y me calló bien de primera. Tenemos varias cosas en común y es muy amable conmigo. Cam es un año mayor que su hermana y tienen rasgos parecidos. Atractivo, color de ojos azul, cabello oscuro... 

—Entonces... ¿cómo te encuentras?— pregunto sacándome de mis pensamientos con una ligera sonrisa. 

—Bien, mejor— respondí devolviéndole la sonrisa. Lo invité a pasar al living y sentarnos en el sofá en frente del televisor. Lo encendí y puse una película. —¿Cómo ha ido tu día?

—Excelente, tuvimos dos horas libres gracias a un profesor que no asistió— contestó sonriendo.

Asentí con media sonrisa. Sonreía mucho cerca de él. Con Dylan también lo hacía… desvié mi mirada hacia el televisor. Mi sonrisa se borró de mi cara; esas cosas ya nunca pasarían.

No me digas adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora