Ciberacoso, Amor y Sueños [AmeRus]

Capítulo 1

Narradora Omnisciente 🏳.

El reloj marcaba las 9:30 de la mañana en la casa de nuestro personaje principal.

Y allí yacía este mismo en su cama descansando, USA, un chico de altura promedio, portador de unos llamativos ojos azul claro y rizos rubios parecidos a los de un ángel, por más que lo consideren todo lo contrario un extenso grupo de personas.

Narrador: 🇺🇸.

Amanezco en mi cama, pareciera que hoy sería otro sábado común y corriente.

Mi primera acción del día no es nisiquiera encender la luz, sino tomar mi celular para revisar un par de las muchas notificaciones que tengo a diario, y como no tenerlas.

Mi nombre es Estados Unidos de América, en mi idioma natal, United States of America. Pero pueden decirme USA o simplemente America, aunque a algunos les moleste el último apodo de mi nombre. Aún así me gusta que se dirijan a mi con este nombre.

Soy conocido como el "Número Uno"/"Number One" y bueno, tengo el puesto bien merecido.

Como verán vengo de una familia rica, muy rica, pero por más que tenga todos los lujos aún así desde muy pequeño he comenzado a hacer las cosas sin ayuda de mi papá, básicamente independizarme, aunque sigo viviendo en su casa, con la edad de tan solo doce "Años Humanos" ya había fundado mi primer emprendimiento que terminó convirtiéndose en una exitosa y gran empresa, y hasta el día de hoy, con diecisiete, ya tengo el poder sobre casi todo un mundo gracias a mi popularidad.

Aún así, sigo siendo menor ante la ley, asique supongo que mi padre deberá dirigirla hasta que sea mayor de edad. Sólo espero no nos deje en quiebra algún día.

Me levanto de mi cama y todavía con mi ropa para dormir, salgo de mi habitación y me dirijo hasta el comedor principal de la mansión, se suponía que debía bajar a desayunar hacía treinta minutos pero podría dormir si quiero hasta las 14:00 y ni me dirían algo.

Hecho un vistazo a la mesa, y noto que solo están los padres de la casa.

El primero al que dirijo mi mirada es a UK <United Kingdom>, mi padre.

Un hombre que aparenta los 40 años de edad, de cabello lacio y rubio, ojos verdes como la planta de menta y un raro hoyuelo en su mejilla izquierda que se le forma al sonreir con sinceridad, me atrevo a decir que es el más poderoso de esta tierra, después de mí, claro. Es un buen consejero y padre cuando quiere pero admito que a veces puede ser algo estricto, adoro contradecirlo cuando cuando se pone así, y amo ver en su rostro cuando nota que comienzo a hacerme el rebelde.

—Llegas tarde a desayunar—.

Es lo primero que me dice separando un poco sus labios de su taza con té negro, no le respondo y solo me acomodo en mi lugar.