| Renacida |

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Capítulo 6.

Era la segunda semana de febrero, ahora vivía junto con Izana y Kakucho en mi casa, una mansión de tres pisos, jardín y un pequeño garaje convertido en gimnasio

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Era la segunda semana de febrero, ahora vivía junto con Izana y Kakucho en mi casa, una mansión de tres pisos, jardín y un pequeño garaje convertido en gimnasio. Durante esa semana, Izana y Kakucho estuvieron bastante ausentes, mientras que yo me quedaba en casa para seguir con el secretario de la empresa de mis padres haciendo varios planes para solucionar unos problemas de empresa. Estaba todo el día en frente del ordenador, con una taza de café en la mano, escuchando todas las propuestas de mi secretario. Por las noches, Kakucho era el primero en venir, cuando venía me saludaba con un abrazo y nos paseábamos por el jardín un rato para despejar nuestra mente. Izana venía más tarde, sobre la media noche. Hubo una noche la cual me quedé dormida en el escritorio y me desperté con Izana mirando como dormía, fue muy lindo despertar y la primera cosa que veo son los hermosos ojos amatista de mi rey. Los otros días, Izana iba a mi cuarto para acostarse conmigo en mi cama, aunque el ya tuviera un cuarto propio.

—Izana... —dije con voz adormilada. —Tienes tu propio cuarto, vete allí por favor, estoy cansada... —no hubo una respuesta inmediata.

—Pero... Me gusta estar contigo... —me abrazó por detrás mientras hablaba.

—Izana, ¿estás seguro de esto? —me encontraba sentada a un lateral de mi cama

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—Izana, ¿estás seguro de esto? —me encontraba sentada a un lateral de mi cama. Izana estaba enfrente mía sin camiseta.

—Pero esta no es tan primera ver qué lo hacemos. —se quejó mientras se arrodillaba ante mi.

—Pero, al menos tendrás condones, ¿cierto? —su mirada se desvió a mis pechos, cuales acababa de descubrir de mi sudadera. —Pervertido. —tapé mis pechos con mis brazos.

—Oh.. Vamos Tsumugi. —se acercó a mí. —Tus pechos no han crecido nada estos tres años. —dijo mientras apartaba mis brazos de mis pechos. En estos tres años, mis pechos seguían siendo bastante planos. No era una tabla, pero si me faltaba mucho para que sobresalieran.

—Cállate.

—Cállame.

Narra la escritora (˘̩╭╮˘̩)

El peliblanco comienza a tocar los pechos de la chica, haciendo que esta suspire en su cuello. El chico comienza a pasar sus manos por el abdomen de la chica hasta llegar a sus caderas. Las manos frías del chico recorrían el torso desnudo de la chica. El chico tumbó a la chica en la cama empujándola, e impidió que se levantara colocándose encima de ella. El chico comenzó a quitarle la única prenda que le quedaba puesta a la chica, su parte inferior femenina quedaba ahora descubierta. Las cálidas manos de la chica tocaban el torso de aquel chico semidesnudo.

—Faltas tú, Izana. —la voz femenina mandaba a su rey quitarle la ropa inferior que aún traía puesta.

—Que traviesa. —levantó su cabeza del abdomen de la chica para verla. —Déjame disfrutar un poco más. —volvió a poner su cara en el abdomen de la fémina, ahora recorriendo su abdomen con su lengua mientras que la chica se retorcía y soltaba leves gemidos. En algún momento, el chico acercó su mano a la intimidad de la chica, estimulando su clítoris.

El chico separó su lengua del abdomen y su mano de la chica cuando lo vio oportuno y se sentó a un lado, quitándose el resto de ropa que tenía dejando a la vista su intimidad.

—Ven, siéntate. —el rey ordenó a su siervo, que obedeció casi al instante.

Antes de sentarse, saco un condón del cajón de la mesita y se lo dio al peliblanco, cosa que le hizo reír. Posteriormente, la chica se subió entre las piernas del chico, que ya tenía el condón en su intimidad. Las intimidades de ambos rozaban. El chico subió su mano a los pechos de la pelinegra, que hizo que está gimiera levemente y arañara al peliblanco.

De un momento a otro, la pelinegra se recolocó y se dejó introducir lentamente por la intimidad del peliblanco, dejando varios gemidos por el camino. El chico colocó sus manos en las caderas de la chica mientras la besaba intensamente, dejando que los ahogaran lentamente por aquel deseo sexual. Cuando la chica se acostumbró al tamaño de aquel chico, comenzó a dar pequeños saltitos encima de él, mientras sus manos se deslizaban lentamente desde los hombros del chico hasta sus marcados abdominales.

—¿Sabes Tsumugi? —preguntó Izana mirando al techo

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—¿Sabes Tsumugi? —preguntó Izana mirando al techo. —Siempre te considere la reina de mi reino.

Sus palabras chocaron con el techo de la habitación ahora con un olor a impureza.

—¿Yo... reina..? —la voz débil pido formular esas dos palabras. —Como tu quieras...

Ambos adolescentes sonrieron sin mirarse.

Buenas

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Buenas

Ya me encuentro mejor del covid :)

A veces tenéis la sensación de no querer hacer nada, pero nada nada?
Porque así estoy yo ahora. No quiero hacer nada :(

Espero que estéis muy bien <3
Nos vemos

Gracias por seguir leyendo la historia (✿ ♡‿♡)

Tenjiku's Queen - Izana KurokawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora