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-¿Qué tal el día? -preguntó Cande colocando la bandeja sobre la mesa.

Me senté a su lado. Rochi y Euge enfrente.

—Pues bien. - elevé mis hombros. - Aburrido. ¿Y el vuestro?

—También aburrido. - Euges soltó un suspiro cansado.

—Hola chicas. - dijo Vico sentándose al lado de Cande. Ella le sonrió y depositó un beso sobre sus labios.

—Hola Vico. - dijimos a la vez las chicas. Cande nos miró divertida.

¿Acaso mis neuronas también se fundieron en las suyas? Recordé el primer día que las conocí.

—¿Qué tal? - preguntó llevando unas patatas a su boca.

—Bien. - dije desganada.

—Que convincente.

—¿Si verdad? - se me escapó una ligera risa. Vi pasar a Nico por detrás de Vico. Me quedé observándole un segundo, su mirada se encontró con la mía. Fruncí el ceño y volví mi mirada hacia mi comida.



15 minutos más tarde...






—Bueno. - suspiré y me puse en pie. - Voy a buscar a Gastón, tengo que entregarle una cosa.

—Gastón, Gastón, Gastón...- dijo Rochi interpretando una voz sucesiva. Elevé una ceja.

—Luego vuelvo. - solté una pequeña risa. Tiré las sobras a la basura y coloqué la bandeja en su sitio.

Salí del comedor y me detuve en el pasillo principal. Observé mí alrededor. Y corrí hacia las habitaciones de los chicos. Di tres golpes en su puerta pero nadie abría. Probé un cuarto. Y un quinto. Hasta que la abrieron. Y no exactamente la persona que deseaba que fuera.

—¿Qué haces tú aquí? - me miró el estúpido con una expresión extraña.

—¿Gastón?

—¿Qué? - elevó una ceja.

—¿Dónde está Gastón? - pregunté.

—¿Y a mí que me preguntas? - contestó borde. Elevé una ceja.

Unos pasos. Unos zapatos de tacón. Lo observé con una expresión asustada. Él miró hacia un lado, comenzaba a verse la sombra de su cuerpo. Me miró. Lo miré. Rápidamente tiró de mi blusa y cerró la puerta. Mi corazón ahora estaba latiendo muy rápido. Aseguraría que se podía escuchar perfectamente. Me tenía apoyada contra la puerta mientras apoyaba su mano en esta y la otra rozaba mi falda. Casi notaba su aliento sobre mi cara.

Tenía unos ojos bonitos, eran color marrones y podría jurar que ahora tenían un color distinto. Incluso estaban más claros. Sentí entonces cómo su respiración ahora, trazaba un camino desde mi boca hasta la parte superior de mi rostro. ¿Me estaba mirando los labios? ¿Estaba observando yo ahora sus labios? ¡Diablos Lali! Me separé.

—¿Me vas a decir donde está Gastón? - pregunté recuperando el aliento. ¿Qué me había pasado? Pestañeé y di la vuelta. Volví a mirarle.

—Gastón no está. - afirmó y subió sus escaleras.

—¿Y sabes dónde puedo encontrarle?

—Prueba a buscarle en Narnia.

—Eres...- me mordí la lengua, esa palabra era demasiado fuerte. - eres un idiota.

—Y tú una imbécil.-contraatacó.

—Infantil.

—Egocéntrica.

Desafío al corazón»Laliter  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora