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—Un segundo, ¿en donde está Wanda?
Era una pregunta que a todos consternaba, en tan solo unos minutos habia desaparecido, pese a que Strange se habia obstinado en vigilarla sin que ella se diera cuenta, y todo por una discusión sobre la moral de dos seres que, en esencia, eran lo mismo. America veia a dos Stephen Strange, el que la habia rescatado y el otro de aspecto oscuro que imponia respeto a cualquiera que lo viese, ambos discutiendo sobre un acto que terminaría en consecuencias graves, pero que parecia ser inevitable. Y America en su poco conocimiento sobre las aryes místicas, pornno decir nulo, vigilaba a Wanda preocupada, siendo ella la que menos confiaba, pero la distraccion y el furor de una posible pelea habia abarcado el calor del ambiente. Un castillo en ruinas, tomado y reparado, sobre una torre oscuranque proyectaba el vortice del tiempo al cual no debian acercarse más.
—La perdimos —dijo Strange buscando con la mirada en un notable arrepentimiento por dejarse llevar por la colera del momento.
—"La perdimos" —arremetió el otro Strange, mas siniestro pero mas avispado sobre el asunto— no seas idiota, es obvio que sabe lo que pretendemos hacer. Wanda no sera la bruja mas experimentada aqui, pero sigue siendo una telepata de nivel omega, ¿cuánto crees que habra tardado en escudriñar en nuestras mentes para averiguarlo?
—¿Nuestras mentes? Si no me equivoco, la idea ha sido tuya, y mientras pretendes lavarte las culpas por todo lo que has hecho en tu propio universo, yo intento idear otra solucion.
Strange siniestro se limpió de la cara las gotas de saliva de Stephen proyectada, producto de la rabia que sentía en ese preciso momento.
—Lavar mis culpas es un termino adecuado, o tal vez no pretendo dañar mas el maldito tejido que sostiene nuestra existencia, porque no hay nada mas que recuperar. He encerrado a tu Christine, a salvo de cualquier peligro con tal de que no sufras lo mismo que he pasado y vienes a decirme que solo intento lavar mis culpas como si tu no fueras responsable de las estupideces mas recientes que, desde luego, ya ni siquiera recuerdas.
—Hablas del hechizo de... no, no puede ser nada.
Por mas que intentaba recordad la razon por la cual recitó ese hechizo, el recuerdo se nublaba, pero mas extraño aun era pensar que su otro yo, de pie delante de el lo sabía.
America tenía poca paciencia para las discusiones de los mayores, y una frustracion creciente se notaba en su cara al ver a dos Strange peleando cuando debían darse prisa, o de lo contrario seria muy tarde, pero ¿tarde para qué? Confiaba en que el Dr. Strange siniestro era tan poderoso para prevenir cualquier catastrofe, o causarla, y en cualquier caso dos Stephen eran mejor que una Wanda, porque ella era solo una, ¿verdad?
—Seria conmovedor que terminaran por darse un abrazo pero debemos buscar a esa mujer ahora.
La chica tenia un donde mando que contrastaba con su poca credibilidad al ser solo una nkña, insubrible como todos la veian, pero util y con tan corta edad, experimentada.
—Niña... —Aseveró el Strange siniestro—sería mejor que cudases tus palabras.
Con un movimiento de las manos él ya la tenia aprisionada en una cuerda luminosa, levitando delante de ambos en el medio de la habitación.
Pero no podían detenerse para ver como jna niña arrogante era torturada.
En cierto modo las sospechas sobre Wanda Maximoff sobre que había traído de vuelta a su familia generaban en Stephen una necesidad por sentirse protegido, y mas de un hechicero ya custodiaban el castillo del fin de los tiempos.
Salieron de la habitación dando ordenes a los lacayos de buscar en cualquier parte del castillo a Wanda, si era necesario capturarla, tambien si era posible. America los seguía detras de un ímpetu y arrogancia de dos hechiceros que la superaban en poder pero que ella no dejaría que la intimidaran. El desfile por la alfombra de cada pasillo parecianinterminable y, aunque era mas una necesidad que un deseo caprichoso, no se separaron para buscar, puesto que quebrar las fuerzas que habi  unido sería el peor error ante tal amenaza, si es que la habia.
Stephen se detenia de momento para ver la ventana, pero el pensamiento sugerido era un imposible, una estupidez si se puede. Ningun mago podia zurcar los cielos de aquella dimension, nadie viviria para contarlo y Wanda no era la excepción, sin importar cuan poderosa fuere, seguía siendo humana, una mortal que al perecer daría fin al inmenso poder que guardaba en su interior. Y el temor creciente sobre las consecuencias era aun mas alarmante, America podía sentirlo, por su coneccion con los vortices y los portales, la niña sabía que algo estaba mal con los viajes interdimensionales, porque cada vez se habrían mas sin que nadie los invocase, una fuerza mas grande de lo que cualquiera pudiese imaginar estaba terminando con el tegido de la bida y de la realidad.
Con solo capturarla no lograrían nada, pues había que acabar con lo que sea que produjera el mal temporal, asi sea Wanda Maximoff. Aunque claro, con solo una hipotesis, no podrían determinar si al eliminarla se arreglaría el caos provocado en ese y otros universos.

El Multiverso de la LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora