NO MÁS...

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Cuando los dos Strange, América y Maria Rambeu entraron en el cuartel, fueron recubidos con aplausos y ovaciones, celebrando el fin del colapso de las realidades. Reed y Susan Richards tuvieron que acercarse para recibir el "cargamento" que en manos llevaban: dos niños inconscientes, los gemelos, para ingresarlos en una cápsula, y envuelta en cintos, flotando detras, la Bruja Escarlata completamente inmovil, con vendajes cubriendo todo su cuerpo, excepto uno de sus ojos en el cual podía leerse la furia que sentía. Todo parecía haberse solucionado, pero los héroes, en especial Stephen, no parecían muy contentos, ni siquiera esbozaba una sonrisa falsa, porque no había mucho que celebrar. Detrás de ellos se cerraron las puertas y por fuera aun quedaban los recuerdos de una intensa batalla y el dolor que producía tener que dejar a sus amigos atrás.
Al verlo afligido, Christine se acercó a Strange para consolarlo en el medio de todos donde el Strange siniestro también podía contemplarlos y ver como su amor abrazaba a otro ser idéntico pero que no era él.
—Stephen, lo han logrado, ya todo está bien.
—No lo está —decía Strange sin las fuerzas para devolverle el abrazo— aún tenemos que resolver el problema de los desgarros en el tejido y... —hizo una pausa para respirar— ya muchos han pagado con su vida. Mordo está muerto, Wong lo intentó pero ella ha sido despiadada.
—Lo lamento mucho, Stephen —fue lo único que Christine pudo decir sin arruinar aún más la delicada estabilidad de Stephen.
Los gemelos y Wanda fueron encerrados en dos laboratorios diferentes, Susan estudiaba los signos vitales de ambos, pero en los gemelos había algo fuera de lo común, pues ningún monitor podía leer sus signos, ellos existían, al parecer vivían pues podían respirar, pero ni pulso ni algún otro signo podía confirmar que eran seres vivientes como cualquier otro, sin embargo, mediante un Contador Geiger, Susan fue capaz de captar altos y peligrosos niveles de radiación en ambos.
—No lo entiendo —dijo Susan perpleja—No tengo ninguna duda de que son  reales, respiran, tienen pulso, tienen órganos como cualquiera de nosotros, pero las máquinas no detectan los signos vitales.
—Es por la radiación, Sue —dijo Richard—, interfiere con los lectores; será mejor establecer la cuarentena, nadie puede entrar sin autorización y sin el equipo necesario.
—Está bien —dijo luego de un prolongado suspiro.
—¿Te encuentras bien, cariño? Luces triste.
—No es nada, eso creo. No puedo dejar de darle vueltas, pensando en todo lo ocurrido.
—Sientes pena por ella, ¿verdad?
—Sé que lo que hizo estuvo mal, pero todo fue por sus hijos, es una mujer muy solitaria y, cuando por fin pudo sentirse amada, un grupo de magos y científicos llegan para arrebatarle lo que ella misma construyó.
—De no hacerlo seriamos nosotros quienes sufrirían las consecuencias.
—He ahí el dilema, realmente sé que hacemos lo correcto, pero intento ponerme en su lugar, y no sé de qué sería capaz si alguien me arrebatase a Valeria o a Franklin.
—Vamos, no pienses más en eso —dijo Reed para consolarla, dándole un beso en la frente— tenemos que salir, la cámara está preparada para que Strange y sus maguitos hagan lo suyo.
Susan aceptó con tal de ver a sus hijos mientras duermen en alguno de los cuartos de la base. Extrañamente sintió deseos por abrazarlos con  fuerza, como si presintiera que algo malo estaba por ocurrir.
Mientras caminaban por el pasillo de los laboratorios, Susan pudo ver a través de una pared de cristal, el lugar donde yacía Wanda Maximoff, en vuelta en esos vendajes, con las espadas clavadas en su espalda y en un circulo rodeándola, había por lo menos diez hechiceros en pose de meditación que repetían un mantra, como si de esa manera la mantuviesen dormida como si de una antigua bestia se tratase.
—Eso ya es crueldad, Reed. ¿Por qué no solo terminan con su vida y dejan de hacerla sufrir?
—No veas eso, solo te pondrá peor. No importa cuan cruel parezca y cuan peligrosa sea ella, aun la necesitan para terminar con el caos que provocó, eso es lo que dijo Strange.
—¿Cuál de los dos?
—El que luce demacrado.

A pesar de haber derrotado a la Bruja Escarlata, los problemas aún no terminaban, pues debían solucionar una cuestión que no pensaban que fuese tan importante al principio: los niños, su sola existencia ya comprometía el multiverso, pero acabar con ellos no parecía ser una opción. Cualquier decisión que tomasen tendría serias consecuencias para todos y no lograban encontrar una solución que alegrase a todos. Una lucha de pros y contras que parecía no tener fin.
—Antes de terminar con los niños —decía el Strange siniestro—, tenemos que deshacernos de Wanda Maximoff, no podemos tener hechiceros recitando encantamientos todo el tiempo para mantenerla dormida.
—Esa no es una opción —arremetió Stephen— necesitamos a Wanda para reparar el daño al universo.
—¿Y por qué no solo acabamos con los niños? —terció America hablando con  cinismo—, si son ellos quienes continua  desgarrando el universo, al morir dejaran de hacerlo.
—Bien, para empezar no son ellos los que lo provocan, es su existencia por la cual se desgarra el universo, aún hay muchas teorías que no podemos descartar —respondió Susan— y terminar con su vida no solucionará nada.
—Entonces ¿qué sugieren como una solución verdadera? Por donde sea que miremos, habrá daño colateral, es imposible contentar a todo el mundo con cientos de propuestas. Lo cierto es que Susan tiene razón, no podemos acabar con los niños pues su naturaleza aún es misteriosa, su composición es diferente y ellos podrían ser la solución, pero hay una gran investigación que nos llevará días, meses, incluso años, antes de poder llegar a una respuesta.
—Eso solo significa que cuanto mas tiempo dejemos pasar, la realidad va a colapsar, Strange.
—Lo lamento, pero no hay otra salida, cualquier decisión apresurada significaría el fin definitivo. Además yo no he dicho que actuaremos hasta que podamos encontrar una solución, ya hay un equipo de hechiceros que trabajan en un encantamiento para contener el poder de Wanda y de los gemelos, por el momento es lo mejor que tenemos.
No importaba cuantas propuestas y soluciones hubiera, siempre terminaba en discusión, pero nadie podía hacer nada al respecto, conformarse por el momento era la única solución posible y confiar era su única garantía.
Poco a poco, todos fueron abandonando la sala, cada uno a sus respectivos trabajos pero nadie podía estar tranquilo al pensar en que iban a dormir en el mismo lugar que la Bruja Escarlata. Como una leyenda se propagó en todos los tripulantes que, en cualquier momento ella iba a despertar y acabaría con todos, una autentica historia de terror, todos vivían con miedo si quiera de aproximarse al sector donde ella estaba encerrada, y escuchar el mantra de los hechiceros solo incrementaba mas la desazón que sentían por ella.
Las investigaciones no parecían dar resultados concretos, y por más que Stephen leyera los libros de hechizos, incluidos los de otros mundos, no daba con una sola respuesta que pudiera convencerle, pero también sentía como si un elemento faltase en la ecuación.
Con el pasar de los días comenzó a haber cada vez menos gente en la base, muchos volvían a sus hogares y terminaron por permanecer solo los científicos importantes y los magos de alto rango, la familia Richards, el profesor Xavier, America que no tenía a donde mas ir, él y su otro yo, el cual era cada vez más ausente.
Una noche, mientras leía un libro antiguo, percibió una energía diferente, de pronto todo a su alrededor pareció modificarse, de la misma manera en que Wanda altera la realidad  pero solo por un segundo, así que pensó que solo se trataba de su imaginación. Pero aquel destello se volvía cada vez mas frecuente y siempre terminaba por supervisar el laboratorio donde habían encerrado a Wanda, pero ella parecía siempre dormida,. Strange comenzaba a creer que enloquecía, y por mas que estudiase una solución siempre desembocaba en la misma falsa respuesta, inconclusa, pues sabía que hacia falta algo además de pensar en matar a los Maximoff, hasta que dio con la respuesta, gracias a America.
Asustada, la chica no resistió mas y fue en busca de Stephen cuando creyó conveniente decirle que el Strange siniestro parecía planear algo.
—Lo veo siempre con el mismo libro, siempre dando vueltas por la base, creo que está planeando algo.
—Creo que todos aquí nos hemos vuelto paranoicos, él, al igual que yo, esta buscando una solución, tendrá sus propios métodos para hacerlo y mientras no nos afecte, creo que debemos respetar lo que hace. A mi tampoco me inspira confianza, pero no tiene  ningún interés en despertar a Wanda, además para llegar a ella tiene que pasar por una barrera de hechiceros, así que...
—Pero él entra y sale a voluntad de los laboratorios.
—¿Qué?
—Si, siempre con el mismo libro en las manos, no creo que nos esté ayudando.
La ecuación que faltaba, el libro. El otro Stephen tenia consigo el Darkhold todo ese tiempo. ¿Cómo pudo ser tan estúpido para olvidar algo tan importante. Stephen no tuvo otra opción que alertar a lo que quedaba de la base cuando percibió de nuevo que la realidad se alteraba. ¿Cómo no lo vio venir? Su único objetivo era conseguir el Darkhold, pues por medio de ese libro podía canalizar un poco de la magia del caos, pero ¿cuál era su motivación?
America y Strange tuvieron que seguir al otro Strange a hurtadillas para confirmar que los hechizos que hacía no eran precisamente para solucionar el problema del universo desgarrado. Pero tampoco había mucho que pensar porque incluso el ha padecido la ausencia de lo único que lo mantenía cuerdo, desde la primera vez que fue a Kamar-Taj para buscar ayuda por sus manos destrozadas, ese reloj siempre en su muñeca a pesar de que no sirve. Christine, siempre es por Christine.
Cuando. Todo ese tiempo que el pasaba horas encerrado leyendo libros antiguos para buscar una solución, su otro yo se había estado buscando una solución para su único deseo que nadie mas podía concederle.
—Stephen, me parece que te estás desviando un poco del camino.
—Sé que parece que actúo bajo impulsos egoístas, pero créeme, tengo una posible solución.
—No es así, tu ya destruiste tu universo por querer reparar el daño que provocaste, pero Christine ya no esta y tienes que dejarla ir.
—Si tan solo te detienes a pensar, ¿qué pasaría si creáramos un mundo en el cual aprisionarla? Este libro lo tiene todo, y solo hacen falta unos cuantos ingredientes.
Al recorrerse a un lado, America y Strange vieron a los gemelos que yacían inconsientes sobre la mesa.
—¿Cómo has...?
—Burlar a esos ineptos es mas fácil de lo que crees.
—¿Y qué pretendes hacer con los niños?
—Mi plan es infalible, sobre los chicos cae el peso de toda la realidad, al terminarlos un infierno se desatará, posiblemente todo deje de existir, pero para eso el Darkhold puede servir, con el poder de las realidades de este par, resurgiré el mundo que destruí en el pasado.
—Eso no es verdad, solo quieres traer de vuelta a tu Christine.
—Te lo dije, Strange —intervino America de repente— basta un poco de poder y todos son como Wanda Maximoff.
—Me creerás cuando veas los resultados, ya verás.
—¡Estás demente!
Stephen intentó tomar a los niños, pues él mas que nadie conocía su valor, no por el inmenso poder que encerraban, sino por el valor sentimental para Wanda, ella los había creado, podía leerlos y sentirlos, eran parte de ella y hacerles daño seria suficiente para despertarla.
—No tienes que preocuparte, la maldición que le he echado a Wanda es mas fuerte que ella misma, ni siquiera yo puedo ser capaz de romperla.
—Estos niños so  parte de ella, matarlos hará que se despierte, esta  tan íntimamente conectados que ni tu maldición podrá soportar todo el poder de ella.
—¿Por qué no te relajas, ellos no sufrirán, les he puesto un hechizo para dormir sin sentir dolor cuando eso pase.
America hubiese sido la primera en querer matar a los hijos de Wanda, pues ella había sufrido el dolor de ver a su familia perecer por culpa de ella, pero también comprendía de manera sensata, el significado que implica terminar con ellos, prefería tener a Wanda dormida que causando estragos en el multiverso. Mientras los dos Strange discutían, ella aprovechó para abrir un portal y arrebatarle a los niños.
—¿Qué estas haciendo?
—No podemos arriesgar mas, no luchamos en vano como para ver morir este universo otra vez —dijo America con ambos niños en brazos, abriendo un portal para escapar, pero no funcionó, pues el desgarro que abrió la regresó al mismo lugar—. ¿Qué pasa?
—Idiota –dijo Strange siniestro entre carcajadas— no puedes soportar la radiación de los niños, tus poderes no funcionan bien a su lado, ya debiste haberlo pensado, ¿no lo crees?
—Sal de aquí, America —ordenó Stephen— avisa a los Richards y a Xavier, cierren esta zona de la base como parte de la cuarentena.
America obedeció por pura conveniencia, al ver como el Strange siniestro se elevaba dispuesto a luchar en contra de su otro yo.
La tormenta de hechizos no se hizo esperar, y ambos Strange luchaban uno contra el otro como iguales, pero los hechizos de uno no afectaban al otro, pues la radiación de los gemelos impedía que funcionara del todo la realidad, la única solución seria salir del laboratorio.
Strange siniestro empujó a los chicos con sus poderes para así destrozar la pared del laboratorio y salir del angosto espacio para así poder luchar. Su experiencia se podía notar, pues a diferencia de Strange, él había conocido la magia mas oscura de todos los universos, y con facilidad logró someterlo con un simple hechizo de atadura.
No tenía mucho tiempo que perder, así que tomó el libro entre sus manos con las instrucciones para poder realizar su cometido, para ello hacia falta el poder en sus manos y con Wanda presa, el poder residía en ese par, al matarlos liberaría todo ese poder en forma de radiación que él podía utilizar. Con un movimiento de sus manos los hizo levitar, invocando una espada para decapitarlos, pero fueron salvados por un escudo de energía.
America había llegado hasta los Richards y Susan proyectaba uno de sus escudos para proteger a los gemelos  por corto tiempo.
—Tu corazón de madre no ayudará —declaró Strange.
Sin pretender hacerle daño, bastó con un hechizo para dormirla, pero al hacerlo, el escudo dejó de funcionar, y los gemelos cayeron al suelo con gran estrepito, logrando despertar del potente sueño.
Asustados, los niños corrían de todo aquel que se les acercaba, temerosos de cualquiera, tan solo querían volver a ver a su madre. Con los niños despiertos, la conexión con Wanda se hacía mas fuerte, Stephen cayó en la cuenta de ello y con dificultad se liberó de las ataduras de su alter-ego y fue de inmediato a intentar contener a Wanda.
—No podemos dejar que se despierte, debemos contenerla.
El ojo de Wanda, el único que se podía ver por una abertura entre los vendajes se movía de un lado a otro, y su respiración se aceleraba.
Del otro lado de la base, se libraba la batalla, pero era ya muy tarde, el plan de Strange siniestro estaba ya lo suficientemente avanzado como para retroceder. America intentó contenerlo por medio de un portal, apareció justo detrás de él para sujetarlo del cuello y, con su gran fuerza intentó asfixiarlo, para entonces ya tenía sujetos a los gemelos, casi por puro capricho.
Sin poder hacer nada, Strange se unió al resto de hechiceros para recitar el mismo mantra, pero todo era inútil, el cuerpo de Wanda se movía de u  lado a otro, desesperada por liberarse, era igual de desagradable que ver a una larva encerrada en sj capullo. Por mas que recitaran el mismo hechizo una y otra vez, la maldición de Wanda caía a pedazos. Los vendajes se volvieron ceniza y las espadas se convertían en pétalos...
America creía haber sujetado a Strange pero éste logro liberarse y mandarla lejos con un poderoso rayo de energía, Susan intentaba contenerlo con sus escudos pero todo esfuerzo fue inútil, pues jamás lograrían vencer al hechicero más poderoso de todos...
Stephen podía sentirlo también, pero tuvo que escapar del laboratorio de contención antes de que Wanda se liberase de todo, no había mas que hacer, tenían que escapar ahora que la Bruja Escarlata de había liberado, y al volver al centro de la batalla, ocurrió frente a sus ojos: las cabezas de los gemelos cayeron al suelo y la radiación había dejado de emanar.
—¡Pero que has hecho!
—Lo que ninguno de ustedes se atreve.
Antes de volver a empezar, antes de siquiera buscar el hechizo en el Darkhold, lo sintieron, todos a la vez, la presencia inquietante detrás de ellos. Al verla, se apartaron, retrocedieron sin pensarlo cuando contemplaron ese rostro trastornado de una mujer que lo había perdido todo y ahora veía en es suelo el cadáver de sus hijos.
—Se ha liberado... dijo Susan proyectando un escudo de energía al rededor de todos pero de nada serviría.
Sin un efusivas emociones ji gritos desgarradores, Wanda llegó levitando, sus ojos resplandecían de rojo como nunca antes, y en su rostro goteaban líneas de sangre que todos intuía, no debía pertenecerle a ella.
—Ha matado a los hechiceros....
Tan solo liberarse de las ataduras, hizo desintegrar a todos los hechiceros y el único que se opuso a ella, termino por ser decapitado con solo pensarlo, y la sangre cayó sobre su cara.
La falta de emociones en su rostro era mucho mas aterradora que verla desquiciada, porque comprendían que algo no iba bien, amenazar con destruir a sus hijos era una cosa, pero matarlos en verdad había terminado con la poca cordura que le quedaba. Ni siquiera el Strange siniestro pudo soportar estar a su lado y retrocedió junto con Stephen contemplando aquella escena como algo inevitable, todos sabían que, lo que sea que estuviese por pasar, era algo que no podrían detener.
Wanda sujetó la cabeza de Tommy y la de Billy y lanzó un grito desgarrador, tan potente que todos lo sintieron en el fondo de su corazón, su alma se desgarraba con el sufrimiento de Wanda. Pronto comenzó a llorar y, si  siquiera quererlo así, los ojos de Wanda y de los gemelos se iluminaron de un azul intenso, era un poder nuevo que nunca habían visto en ella.
A su alrededor toda un aura purpura comenzó a flotar, iluminando el cuerpo de sus hijos, uniendo sus cabezas de nievo. Los niños comenzaron a respirar de nuevo y se levantaron de u  salto, confundidos, pretendiendo saber lo que había pasado.
—¿Mama? —preguntó Billy.
—¿Por qué lloras? —pregunto Tommy.
Wanda los atrajo hacia ella en un abrazo, sus sollozos podían escucharse como un mágico eco que afectaba a todos.
—Tranquilos, todo va a estar bien a partir de ahora.
Se limpió las lágrimas y luego de darles un beso en la mejilla a cada uno, los hizo desaparecer.
Luego, se levanto del suelo con la misma mirada destrozada que, con solo contemplarla, bastaba para que todos retrocedieran.
—¡Todos detrás de mí! —gritó Susan y su escudo se hizo mas grande, dejando a la deriva a los dos Strange, quienes lo habían iniciado todo.
—Wanda.... —Stephen intento aproximarse, creyendo que podía contenerla, pero bastó una mirada para empujarlo contra la pared.
—Cierra la puta boca —habló por fin Wansa con una voz trémula, estaba destrozada—. Todo lo que yo quería era la tranquilidad de una familia, pero cada vez que hago algo, es suficiente para que me señalen. Solo quería una familia, un par de hijos a los que amar.
—Wanda —intervino Strange con lágrimas en los ojos— no hubiéramos querido, pero estabas perdiendo el control.
—Había encontrado una solución, Strange, te iba a pedir que me ayudaras, pero tenían que enviar a más y más idiotas a atacarme. Ustedes han roto todo lo que para mi era importante —relámpagos rojos brotaban del cuerpo de Wanda mientras se elevaba por los aires, su cabello flotaba y es sus ojos solo se veía el resplandor rojo y vacío de su alma destrozada— ¿Qué pasaría si yo hiciera aquello que temen que haga? Si ustedes pueden acabar con mis sueños, entonces yo puedo acabar con los suyos, terminar con todo... ¿Qué pasaría si yo decidiera acabar ahora con lo que tanto lucharon por proteger? No más muerte, no mas destrucción, porque ya nada existirá para entonces, no más redención para nadie, ni para ustedes ni para mi... No más vida...
El cuerpo de Wanda se iluminó por completo de rojo y sobre su cabeza resplandecía una aureola de energía roja, como la de los dioses, su poder incontenible y el hechizo que había recitado en esas palabras comenzaba a surtir efecto.

Las personas comenzaban a desintegrarse una por una, como ocurrió tiempo atrás, luego el chasquido de Thanos, otros se volvían locos al escuchar el sonido del cosmos en su cabeza. Los edificios caían en pedazos, las personas se convertían en piedra, el clima cambiaba drásticamente terminando con la vida de millones en todo el planeta, y miles de millones mas en el resto del multiverso.
La tierra se detuvo, el movimiento de rotación dejó de existir, estática en un lado que se convirtió en un infierno, por el otro en una nueva edad de hielo, porque ya no había equilibrio, no había realidad, pues el deseo de Wanda había acabado con todo.
Otros mundos caían, explotaban em miles de pedazos, universos enteros se convertían en polvo cósmico, nada tenia sentido, la vida ya no tenía significado, porque todo había terminado.

Desolada, Wanda abrió los ojos, flotaba en un espacio en negro, no había arriba y abajo, izquierda ni derecha, no había un mundo, no había nada mas que ella, perdida en su miseria, resplandeciente y prisionera de su propia mente, porque nada existía, la realidad se había terminado y sin sus hijos a su lado, había terminado por desquiciarse por completo.
—¿Tommy... Billy?
Nadie respondió. Se llevó las manos a la cabeza, dejando escapar un grito de la más profunda desesperación. Y su vida en el medio de la nada iría a parar

El Multiverso de la LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora