Mariano también es humano.

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Solo podía decir que estaba enamorado, enamorado nuevamente, él era un joven enamoradizo y coqueto; aunque la relación que tomó más enserio fue con Isabela. Él llegó a amarla, hasta que Isabela empezó a dejar de verlo, ya no parecía "enamorada".
Él siempre la quiso, solo que su amor parecía ser efímero, solo fraternal.

Cuando todo estuvo arreglado, pensó en retomar su relación y acuerdos nupciales; ellos tuvieron una conversación reveladora.

—Mariano, yo nunca te amé.—no quería creerlo, ni siquiera la conquisté con mi amor y poesía, por lo menos hablaba claro.—, no pienses que no te tuve aprecio, pero yo te veo más como un hermano o amigo íntimo, no puedo amarte. Siempre me ví obligada.

Estaba furioso, muy furioso, no con ella. Si no con él, nunca tomó en cuenta sus sentimientos, había fallado como amigo.

Fallastes como hombre, patético.

No, no falle, gané a una amiga de verdad.

—Gracias...– soltó en un hilo de voz.

—¿Qué?

—¡Mariano vuelve!


Salió hecho furia de ahí, días siguiente su madre fue a hablar con la señora Alma, eso lo avergonzaba, él le aclaro a la misma Alma que ya no habría nada. Aunque la linda Mirabel y Isabela, intentaron encasquetarle a su prima Dolores, él tal vez debería intentarlo.¹
Simple, no funcionó. Ella era muy atenta, tan atenta, que se dió cuenta que el no podía amarla, no ahora; ella y él terminaron lo que ni siquiera había iniciado.

Su madre era muy doble cara, intentado juntarlo con algún Madrigal, pidiéndole recapacitar lo de Isabela, ella solo deseaba ser ayudada y no tener problemas con la matriarca. El iba a pasar de página como pasaba el paño por ese sucio vidrio de la tienda, sonó la voz de un cliente, Maribel.
Ella pedía confeti, y muchas cosas para fiesta, era tan alegre y le sacaba una que otra carcajada.

Los días siguientes la vió, como siempre, ayudando al prójimo y contándole a los niños curiosos su historia familiar. Ella había logrado establecer a su familia después del desplomó de está. Otra vez se encontraba enamorado de un Madrigal, alguien tan especial, con esos hermosos rulos y lentes, su blanca sonrisa.
Sería incómodo, él tenía pasado ahí, tal vez debería de negarse amar esta vez, no quería que ella ni él quedarán mal.

Tenía problemas absurdos, se lo contó a su hermano, no le contó lo de Mirabel, pero él le había dado su apoyo, le dijo que era mejor estar bien con ellas.

Su hermano parecía también enamorado, ¿quién sería la afortunada?

No hay afortunada, afortunado.

Pensamiento tontos, él ahora lo veía en su cuarto embobado trabajando. Iba a hacerle una broma, jaja lo mejor de tenerlo cerca.
Pasito por paso, se acercó y cuando iba a asustarlo el lo miro por el rabillo del ojo.

—necesito una opinión, ¿se le ve bien esto?.—a quién se refería, tuvo que acercarse para verlo, una rata con vestido, gracioso.

—muy guapa.

—gracias, ahora vete de aquí.

—oye y para quién haces esto, debe ser alguien especial.

Quería que el se lo contará, debía de traer loco a mi hermano, pues el no hace nada porque sí. Bueno ahora tenía la pista de que a esa persona le gustan las ratas, porqué ratas, son un poco feas.

Volver a Encanto// Bruno X Lector 🐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora