Hashirama estaba algo apurado, quería terminar rápido con la cena para buscar a Reiko, posiblemente estaría esforzándose más de la cuenta, si bien no había pasado más de una semana le había tomado un extraño cariño a aquella chica que se la pasaba dándole malas miradas y respuestas cortas.
Madara se percató de la distracción de su amigo, se le había hecho raro verlo serio tanto tiempo.
—-Hashirama-sama, los Uzumaki están aquí.
—-Hazlos pasar -—respondió con una leve sonrisa.
Aquella cabellera negra con un mechón blanco resaltó entre los pelirrojos, Hashirama se sorprendió al verla con una mirada suave en dirección al suelo.
-—Hokage-sama-— saludó Taro, el líder de los Uzumaki —-¿Como se encuentra?
—-Buenas noches, Taro-dono, me encuentro bien ¿Usted?
-—Igual -—el pelirrojo sonrió.
Hashirama se hizo a un lado.
-—Él éste mi amigo, Uchiha Madara, uno de los altos rangos de Konoha y uno de los fundadores de la aldea, lamentablemente, mi amiga Namikaze Shiro, la tercera fundadora no se encuentra aquí.
-—Es entendible, Hokage-sama—- sonrió —-Esta es mi esposa, Uzumaki Kaori —-señaló a la mujer a su lado -—Ella es mi hija mayor, Uzumaki Mito, él es mi hijo mediano, Uzumaki Mizen y por último mi hija adoptiva, Uzumaki Reiko.
Hashirama pareció sorprendido unos segundos cuando sus ojos se toparon con los de Reiko, ella tenía la misma expresión sorprendida, el castaño se sorprendió más de ver otra expresión en su rostro además de la molestia.
—-¿Sucede algo, Hokage-sama? —-cuestionó Taro.
El castaño se recompuso tan rápido como Reiko.
—-No es nada, Rei-san me recordó a una amiga mía -—sonrió —-Pasen, hay mucho de que hablar.
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