La semana transcurrió entre peleas silenciosas, desde luego, Rei se la había pasado rondando por ahí y siempre se aseguraba de interrumpir los momentos de Shiro y Madara.
Madara se ponía al borde de los golpes con Rei, Shiro no se enojaba, solo se avergonzaba.
Y el Uchiha, él se aseguraba de interrumpir a Hashirama y Rei.
—Tú, maldito bastardo —gruñó Namikaze ya harta, de hecho, ambos estaban hartos del otro.
Ambos estaban en la casa de Hashirama, él junto a Shiro, habían salido creyendo que sería buena idea, no pelearian frente a Madara o Shiro.
—¿No vas a irte, maldita garrapata? —mascullo Madara entre dientes.
—No voy a irme ¿Entiendes? Voy a seguir jodiendote hasta que no te atrevas a molestar.
Madara soltó una risa sarcástica.
—¿Si? Puesto que yo lo logro primero.
Shiro y Hashirama regresaron a tiempo.
Tal vez era menos violencia, pero cuando entraron vieron a Rei y Madara jalandose el cabello entre sí, parecía que la Uzumaki le llevaba ventaja puesto que se había asegurado de agarrar un buen mechón de cabello.
—¡Ustedes dos! —exclamó Hashirama provocando que ambos se soltaran de golpe —¿¡Que les dije de pelear!?
Rei bajó la mirada y volteo a otro lado, Madara se cruzó de brazos intentando no mirar a Shiro.
Era claro que Shiro estaba más que enojada.
—Madara —le llamó Shiro —Nos vamos.
—Pero...
—Nos va-mos— le dijo la mujer.
El Uchiha le sonrió quedito antes de ir tras ella, Uzumaki casi se burla por impulso, pero al sentir la mirada del Senju sobre ella se mantuvo quieta.
Se escuchó el suspiro del castaño.
—Creo que fui demasiado iluso.
Rei sentía su corazón latir con velocidad, estaba aún más nerviosa que cuando aquellos dos estaban presentes.
—Me decepciona saber que no pueden llevarse bien...
La azabache sintió una leve opresión en su pecho, la palabra decepciona viniendo de Hashirama...
—Pero no los obligaré, después de todo, tenemos que casarnos y no quiero que tengamos problemas.
Por primera vez en mucho tiempo, ella recordó de que se trataba esto, que en realidad, Hashirama la trataba tan bien por que sería su esposa por el bien el clan, por que si no se casaban, no habría alianza.
Y él necesitaba la alianza con un clan fuerte.
La azabache permaneció en silencio un tiempo.
—Lo siento —susurró.
Decidió salir de ahí, no de sentía bien.
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