;seis meses antes

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— Están muy bien... Vamos, una vez más.

Mitsuya prestó atención al coreógrafo de servicio y luego miró a su lado y vio a Chifuyu formando una pequeña mueca de desagrado que se suponía que era una sonrisa. Parecía agotado, se veía rojo intentando respirar profundamente, pero descartó que se debiera a la fatiga... mejor comienza a armarse de paciencia, la práctica no terminaría pronto para ellos.

— Vamos, la última ronda y ya pueden irse a casa.

Esas palabras aliviaron a muchos, valió la pena un último esfuerzo. Esfuerzo que venía con pasos alentadores, miradas cansadas y suspiros pesados. La última canción del día sonó a través de los altavoces y la coordinación se reflejó en cada una de las personas que continuaron realizando la coreografía, sin perder segundos.

Chifuyu Matsuno dejó caer su cuerpo pesadamente al suelo una vez que terminó el último golpe de la canción. A unos centímetros de él, estaba Mitsuya Takashi, quien lo miró y caminó hacia su persona para tocar su hombro y agradecer el esfuerzo realizado. Mitsuya se acercó a la orilla más cercana y dejó caer su cuerpo sobre el suelo, relajándose por completo.

— No fue tan malo... aprenden rápido.– Chifuyu se giró para ver al dueño de esas palabras y mientras lo sacaba de su trance aprovechó para ordenar sus cosas.

— No, no fue tan malo, pero esta mierda siempre perdura todo el año.– Replicó Chifuyu amontonando todo, lo importante era que cayera dentro del bolso.

— No seas tan violento, romperás tus cosas. Ellas no tienen la culpa de que estés tan estresado.

— Mitsuya, por favor, mantén la boca cerrada.

— No quiero, porque eres una mala persona.– Respondió Mitsuya con facilidad.— Alguien debe ponerte en tu lugar.

— ¿Qué se supone que hice mal esta vez? – Pregunto Chifuyu mirándolo de una manera aburrida.— No es mi culpa que estas personas sean tan... tan algo.

— No seas así, muchos de estos chicos pueden ser nuestros compañeros de grupo, trata de ser un poco más amigables con ellos.

— No soy tan hipócrita como para ello.

Mitsuya solo le sonrió astutamente, ya que ir en contra de su lógica era casi imposible y, por el momento, no tenía la paciencia para lidiar con la mentalidad difícil de su "amigo".

— ¿Están listos? – Una tercera voz habló desde la puerta, el chico parecía bastante irritado.— Tenemos que ir aún lado, apúrense.

— Vámonos.– Chifuyu se levantó y tomó el brazo de Mitsuya, quien todavía estaba en su asiento. Se había puesto los auriculares y se tomó todo el tiempo del mundo para levantarse.

— Chifuyu, espera... mis cosas.– Mitsuya se quejó.

— Algunos de tus amiguitos, a quienes aprecias tanto, te mantendrán a salvo de esas pequeñas bolsas que tanto te gustan, vamos.– Chifuyu se aferró más a su brazo sin ninguna intención de dejarlo ir y Mitsuya no tuvo más remedio que empezar a cooperar.

El trío de muchachos caminaba por los largos corredores de la desolada compañía. En ese momento, las pocas personas que podían verse caminaban de un lugar a otro cumpliendo con sus obligaciones, de modo que sus presencias pasaron prácticamente desapercibidas.

— ¿A dónde se supone que vamos? – Preguntó Mitsuya después de ver la entrada de las oficinas del CEO a la distancia.— ¿Y por qué pones esa cara, Baji? ¿Qué hiciste esta vez, Chifuyu?

— ¿Por qué la culpa siempre tiene que ser mía? – El último nombrado se quejó de la acusación.

— La costumbre, amigo...– Justificó encogiéndose de hombros.

Superficial | BajifuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora