Capitulo 16|Falso italiano.

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— ¡Voy!— Digo caminado rápido hacia una mesa con dos platos, ya que tengo uno en el antebrazo y otro sobre la mano.

— Llegas tarde.— Dice y me mira mal.

— Lo siento.— Le digo en un susurro.— Aquí tiene.— Le digo dejando los dos platos en la mesa.

— Manca tenías que ser.— Lo escucho susurrar.

Sigo con mi trabajo, pero esta vez me pongo la prótesis y la tapo con la manga de mi camiseta negra, para así comenzar a servir con las dos manos.

Después de haber servido a unos cuantos clientes, me doy cuenta de que la gente cada vez me mira peor.

Habla en susurros...

Hacen muecas de ascos...

Se quejan...

Y lo peor de todo; Se rien y me insultan.

Los e ignorado con todo mi ser, pero al final no he podido más y he terminado llorando en el baño.

— ¡Alicia!— Escucho como me llaman a través de la puerta.— ¿Estas ahí?— Pregunta, para que le responda.— Ábreme.— Dice al escuchar uno de mis sollozos.

Voy hacia la puerta y pego mi mejilla en la madera de la puerta del baño.

— Te..tenías ra..razón.— Comienzo a susurrar, mientras lloro aún más fuerte.— La..la gente es má..mala y... y me tratan mal.— Termino de decir junto a un sollozo.

— La gente es tonta.— Dice y en su voz se escucha preocupación.— Así que no le hagas caso y abreme, por favor.— Pide.

— Lo..lo siento.— Le digo en un pequeño y casi audible susurro.

— Abre.— Demanda y niego con la cabeza, aunque el no pueda verme.

Me alejo de la puerta y aun llorando me siento en la tapa del bater, para después agarrar un poco de papel y sonarme los mocos.

Derrepente un ruido se escucha y cuando termino de sonarme los mocos, abro los ojos y lo primero que veo es el cuerpo de Eros.

— Vámonos.— Dice con voz firme.

— Hay que trabajar...— Digo en un susurro.

— Ya he hablado con la jefa y lo a entendido.— Informa.

— As roto la puerta.— Señalo y el hace una mueca de disgusto fingido.

— Cierta señorita no quería abrirme...— Canturrea y consigue que sonria.— ¿Ves? Te hice reír.

— Eres tonto.— Digo aun con una sonrisa de oreja a oreja.

— No escuches a esa gente...— Murmura serio.— Son imbeciles y no ven que lo estabas haciendo bien todo el rato.

— Eso es mentira.

— Es la verdad, ¿As dejado alguna mesa sin atender?— Pregunta y lo miro  con una ceja alzada, para después negar con la cabeza.— Entonces lo as hecho fantástico.

— Ellos no opinan lo mismo.— Digo avergonzada.— Y me lo an hecho saber devolviendo el plato con una cara de asco.

No dice nada, simplemente se acerca hasta quedar a un lado mío, luego lo veo agacharse y en un rápido moviento me carga como si fuéramos recien casados.

Mi grito de sorpresa lo hace reír y después solo entierro mi cabeza en su cuello y dejo que el nos saque del restaurante.

***

Cuando siento como intenta dejarme en el sofá, refuerzo mi agarre en su cuello y lo obligó a que se siente a mi lado.

Se rie y después de acomodarse bien a mi lado, dice.— Pequeña... quería ir a por comida.

— No quiero comer.— Digo como una niña pequeña.

— No as desayunado tampoco está mañana...— Me recuerda y me encojo de hombros.— Te voy a traer algo de comer.— Dice y cuando hace el intento de levantarse, me aferro a su cuerpo como un koala.— Pues vamos a por la comida.— Dice, poniendo sus manos en mis piernas.

Asiento con la cabeza y veo como nos dirigimos a la cocina.

— ¿Que quieres de comer?— Pregunta.

— Me da igual.— Me encojo de hombros.

— No te sientas mal...— Dice depronto.— Eres perfecta.— Me río sarcasticamente de sus palabras.

Eso es mentira... no soy perfecta.

Si fuera verdad... no me faltaría un brazo y si fuera perfecta, no hubiese pasado lo que paso ese día.— Termino llorando.

— Hey...— Me llama a la vez que me deja sentada en la encimera.— No llores, preciosa.— Ordena haciendo una voz firme y demandante.— Te lo prohíbo.— Dice de igual manera y me río.— Vamos hacer espaguetis a la carbonara...— Dice con un intento de hablar italiano y cerrando su dedo índice con su pulgar, se los lleva a la boca y les da un beso.

Un italiano algo extraño...

— Date prisa, falso italiano...— Digo con voz fuerte, aunque me quiera reír.— ...Que tengo hambre.

— A sus órdenes, encanto.— Dice llevándose su mano hasta la frente y haciendo un saludo militar.

Lo que me espera...

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