Capítulo 22

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Tanya se preguntó si esto era lo que sentía su amiga Eleine cada vez que se encontraba en espacios reducidos con su pareja, un lobo latente, pero un lobo al fin. Claro que, las diferencias no eran para nada sutiles, Caleb Meyer poseía una amabilidad enorme, un encanto suave, pero también una extraordinaria fuerza cuando algo amenazaba a su mujer y su cachorro. Mientras que Patrick... Era un mundo aparte.

Su presencia misma devoraba todo el espacio en el interior de la camioneta, iba vestido para matar, aunque por lo general cualquier cosa le quedaba bien, sus facciones toscas pero agradables, las de un hombre bruto y fuerte, era de esos hombres que si los veías de frente pensabas que con un mal movimiento o gesto podrían hacerte mucho daño.

—¿No puedes dejar de mirarme? —Su pregunta tenía un borde suave, pero su expresión era la de un felino satisfecho con sus encantos.

Estrechando la mirada sobre él, un hormigueo creciendo en su estómago, Tanya contraatacó.

—¿Desde cuando eres arrogante?

Una sonrisa afilada, aceleró su corazón.

—Responde mi pregunta primero.

Curvando los dedos sobre su pantalón cargo color negro, Tanya apartó la mirada. Sus citas anteriores habían sido más fáciles, detuvo ese carril, esto no era un cita, ¿no? Solo era un paseo para despejarse. Y ella podía con un león, no era de cristal.

—Admito que eres bonito.

—¿Bonito?

Entraron a la carretera de tierra que los llevaría al pueblo, una risa baja se enredó suave en sus oídos.

—¿Tu ego es más alto que eso?

—Estás decidida a picarme hasta sacarme el pelaje, ¿no?

Cruzándose de brazos, su corazón bombeando rápido por esta nueva complicidad entre ambos, Tanya respondió:

—No, así soy. Suele molestar a más de uno, incluso a mi amiga Eleine.

Silencio. El cuerpo del león se llenó de una tensión que pudo sentir muy bien, Tanya fue cuidadosa de no revelar que era la mejor amiga de la mujer que puso a Patrick como prisionero del clan Moon Fighters, había unido las piezas al tercer día de haber llegado a Gold Pride, pero decidió callar, pues no sabía en que estado tenía Patrick a Eleine.

Hoy su lengua fue demasiado lejos.

—Patrick yo...

—Está bien —cortó, su tono un suave murmullo calmo–. Ese nombre me trae algunos malos recuerdos.

Girando hacia él, sus ojos verdes clavados en el camino iluminado por las luces de la camioneta, Tanya sintió pena. Patrick manejaba con una sola mano, algo imprudente, y aunque trató de explicarle en el transcurso del camino que eso era un riesgo, el león no cambió de parecer, ceder el control no formaba parte de su comportamiento.

Ahora, mientras sostenía el volante con la mano izquierda, la otra formaba un puño tenso en su rodilla. Tanya sentía que había arruinado un buen momento, pero no era su culpa, ella no sabía nada sobre Patrick, hablar con él era andar sobre un campo minado y ahora había pisado una mina. Tampoco sabía lo que le habían hecho los lobos cuando lo tomaron como prisionero, ¿tortura? Entendía la reputación de los Moon Fighters como despiadados, pero no los veía capaces de eso.

Tal vez tenía una visión demasiado suave de los cambiantes.

Sintiendo el corazón apretado dentro de su pecho, las ganas de tranquilizar al mortal león, Tanya pudo una mano en el fuerte antebrazo de Patrick, se detuvo ahí lista para alejarse si lo consideraba como una invasión a su espacio, pero él solo entre cerró los ojos y abrió su mano. Con el silencioso permiso, pasó la yema del pulgar sobre la vena que sobresalía contra la piel. Poco tiempo pasó para que ella tuviera a un león manso.

Corazón de León [Serie Gold Pride 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora