Extra

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Vínculo humano...







Tanya se levantó más temprano de lo habitual, había cien cosas por hacer y no debía perder ni un solo minuto si quería que todo le saliera tal y como lo había planeado. Aunque tuviera que resistirse a la tentadora idea de regresar al cálido, cómodo y salvaje refugio en los brazos de Patrick. Se mordió el labio al verlo dormir, tenía la melena revuelta y enredada y ella moría por pasar sus dedos hasta aflojar cada nudo. Su león dormía profundamente después de haber regresado a las cuatro de la madrugada de una supuesta reunión en el pueblo.

Bien, Alexander y Marshall habían cumplido parte del plan dejándolo extenuado y ella no quería ni imaginar qué habían hecho para lograrlo. Aunque lo sabría tarde o temprano. Atando sus rizos en un intento por mantenerlos ordenados, Tanya bajó de la cama y fue hacia los ventanales corredizos, lentamente deslizó uno rezando para que no hicieran ruido alguno.

Puede que Patrick estuviera dormido, pero ni siquiera en esa forma sus sentidos dejaban de ser algo menos que refinados y sensibles. A la menor provocación lo tendría de pie y activo, y para que el plan que había ideado desde hace semanas funcionara, Tanya necesitaba ganarle tiempo.

Dejando salir el aire cuando estuvo en el balcón, fue hacia el otro extremo e ingresó a la habitación de la enfermería. Tal y como lo esperaba, Gala estaba despierta.

—Buenos días Tanya —saludó la enfermera—. ¿Emocionada?

—Un poco, ¿tienes las cosas?

—Cada una.

Gala apuntó al bolso sobre la cama individual llenó con las cosas especiales que había pedido para Patrick.

—Bien, se lo llevaré a Alexander para que empiece.

—¿Quieres que se lo lleve yo?

La pregunta resultó inesperada, aunque Gala mostraba la misma expresión de fastidio en su rostro como era habitual cada vez que hablaba del cocinero. Lo inusual ahora era que quisiera ir hacia él cuando había pasado el último año huyendo. Tanya quería creer que algo había cambiado y que la enfermera de la coalición por fin estaba aceptando lo que sentía.

—Claro, podré hablar con los demás para preparar el resto.

—De acuerdo, te veré en... Demonios —masculló, su mirada marrón fue a parar al balcón.

Había una cesta con galletas de chocolate y maní esperando junto al ventanal, lo que sugería que el propio Alexander se las había ingeniado para trepar hasta ahí y dejarlas sin ser visto.

—Juro que no tendrá morfina cuando caiga mal parado y se rompa los huesos.

Gala estaba enojada, pero sus ojos brillaban con las galletas.

—Déjalo, los gatos son así.

—No cuando son adultos con responsabilidades. —La enfermera fue hacia el balcón, lo revisó con una mirada panorámica y luego entró la cesta con galletas—. Todo está en marcha —dijo, tomando una galleta—. Te veo después.

Despidiéndose de la enfermera con una sonrisa, Tanya fue al armario para cambiarse la ropa de dormir, tenía un espacio apartado para el vestido que hoy usaría. Sintió su corazón lleno, demasiado pesado con los sentimientos que desbordaban y le hacía querer sonreír.

Patrick no sabía lo que le esperaba el día de hoy... Y ella no aguantaba más este secreto.

El resto de la mañana trató de llevarla con la normalidad rutinaria habitual, había cambiado su agenda para pasar el menor tiempo posible en la enfermería y todos los miembros de la coalición que necesitaban atención médica la obtuvieran en sus habitaciones. Era el pretexto perfecto para ir de un sitio a otro en la Casa Matriz sin ser sospechoso.

Corazón de León [Serie Gold Pride 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora