Capítulo 16

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—Esto no ha sido otra riña entre jóvenes, ¿cierto?

Tanya deslizó la cortina hasta dejar el espacio alrededor de la camilla de Ian cubierto. El joven león fue trasladado a la enfermería tras haberle curado los cortes superficiales, sin embargo, las heridas internas tardarían en sanar.

Acercándose al medidor de signos vitales, lo miró de reojo. Tenía la mirada perdida, los ojos nublados por una capa de lágrimas que se esforzaba por no derramar.

—Anoche hubo un asesinato —dijo con voz apagada—. Cuando fui a la escuela... Estaba cerrada, y su fotografía pegada en la entrada junto a un montón de ofrendas.

Al ver lo afligido que se encontraba, se acercó a la camilla y tomó su mano, algo le decía que había algo más oscuro en la historia.

—¿Fue un amigo tuyo?

Ian giró un poco la mirada, pero no alcanzó a fijarse en ella.

—Katya, mi compañera.

El silencio se hizo pesado entre ambos. Ella no sabía que hacer, que decir o como actuar frente a esto. Lo poco que conocía del tema, era que los cambiantes tendían a ser monógamos dependiendo de ciertas circunstancias, pero no había indagado mucho en esa cuestión.

—Ian yo...

—No —interrumpió de golpe—. No digas nada, nadie debe saberlo.

—Entiendo, pero si necesitas...

—Estaré bien.

La gélida voz le convenció de lo contrario.

—¿Quien te golpeó? ¿Y el clan de tigres?

—Me acorralaron cuando volvía. Supongo que fue la venganza de Max, pero no importa. Todo lo que quiero saber es quien le hizo eso a Yara.

En eso, Ian cerró su mano sobre la suya, aceptando el contacto. Continuó mirando al techo. Tanya sintió pena por él. Acomodó el cabello que cubrió parcialmente el rostro del joven cuando ladeó la cabeza hacia un costado.

—Nadie debe saber esto, ¿entiendes?

Ella tenía más preguntas...

—Sí. —Aunque por dentro pensaba que Patrick debía estar al tanto—. Dime que no tomarás medidas al respecto.

Por primera vez desde que lo encontrara, Ian le miró a los ojos.

—No puedo prometer nada.

Supo entonces que podría haber problemas a futuro...

—¿Irás a la ceremonia de esta noche? —Ian preguntó.

El cambio abrupto de tema le preocupó.

—Será mejor que me quede aquí.

Ian negó.

—Tienes que ir.

Tanya suspiró mirando hacia un costado.

—¿Por qué todos insisten en eso?

Ian dudó por unos segundos.

—No lo sé, pero es importante para mi padre, tú..., no lo entiendes, pero lo controlas de una forma que no imaginas.

Tanya se quedó en silencio, con la sorpresa pintada en el rostro.

—¿Qué?

Pero Ian desvió la mirada, con las mejillas un poco enrojecidas, se dio vuelta en la camilla y se cubrió medio cuerpo con la manta gris.

Corazón de León [Serie Gold Pride 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora