Capítulo 24

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Cuando Tanya terminó una llamada con Eleine, se fijó en el reloj de pulsera, faltaban veinte minutos para el mediodía. Gala le había dicho que quería hacer ejercicio al aire libre y que almorzaría luego de que llegara.

No quiso preguntar a qué se debía tantas salidas, quizá la enfermera solo estaba tratando de evitar al cocinero.

Al bajar, se dirigió al comedor. Estaba a mitad de su capacidad por los turnos divididos, ella quiso tomar asiento junto a Ava, pero Alexander le llamó con un gesto pidiendo que tomara uno de los asientos libres en la barra.

—¿Por qué la cara? —Ella preguntó al verlo arrugar la nariz, luego Alex miró a un punto detrás de ella y sonrió.

—Hueles a cierto león Alfa que está a punto de entrar en tres..., dos..., uno..., y..., ya entró.

La dinámica del ambiente cambió con el sonido de las puertas abriéndose, Tanya sintió los vellos del cuello erizarse, fingió indiferencia mientras entrelazaba los dedos y juntarlos sobre la barra.

Los demás compañeros detuvieron sus actividades que incluían hablar y comer como si fuera la última vez que lo harían, solo para saludar al Alfa mientras se abría paso entre las largas mesas de madera. Adueñandose del espacio con cada paso que daba.

Hasta entonces, Alexander miraba a los felinos comer, satisfecho con su trabajo. Desde el desayuno no había parado de insinuar cosas e insistir en que le diera “detalles” sobre la supuesta “cita” que tuvo con Patrick, y Tanya luchó para mantenerse al margen.

—Llegas justo para el almuerzo, ¿a qué se debe semejante milagro?

Un gruñido bajo, seguido de una risa, acompañó los últimos pasos de Patrick, él se sentó junto a ella, encontró la mirada azul de Alex durante un momento, el león rubio le guiñó un ojo y luego respondió a la pregunta de una leona de si había chocolate involucrado como postre. La risa profunda de Patrick despertó el calor en ella, el recuerdo del baile nocturno en el balcón hizo que apretara una mano sobre la madera de la barra, fue como volver a sentir sus manos en sus caderas, el latido de su corazón, la mirada hambrienta sobre sus labios, y ese beso...

—¿Tanya?

La pregunta le hizo regresar desde el recuerdo.

—¿Ah?

—Te preguntaba si estabas bien.

Patrick mantenía una distancia prudente, aun con sus palabras.

Alexander dejó un par de platos de spaghetti con abundante salsa roja y carne, de solo oler el vapor mezclado con los condimentos se le abrió el apetito. El cocinero les echó una mirada cómplice a ambos, ofreciéndoles una sonrisa amable y luego les dijo:

—Disfruten.

Cuando regresó al interior de su cocina, Tanya sintió las curiosas miradas de los demás sobre ellos, sonidos de cubiertos chocar contra los platos, las conversaciones triviales, amenas, risas... El ambiente no estaba tenso, más bien, había una vibra especial.

Dando vueltas con el tenedor sobre los delgados fideos, Tanya probó la pasta, el sabor delicioso le hizo cerrar los ojos, bien podría hacerle una reverencia al cocinero, pero Alex solo necesitaba ver que su comida era recibida con júbilo por todos sus compañeros para saber que estaba haciendo un excelente trabajo.

Más que excelente, fenomenal...

La mujer que se lo llevase debía tener cuidado o terminaría por volverse adicta a su comida, y para un león cuya actividad favorita era alimentar a todo el que se cruzara en su camino..., ignorarlo era una tarea difícil.

Corazón de León [Serie Gold Pride 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora