𝑭𝒊𝒍𝒐𝒇𝒐𝒃𝒊𝒂 [𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂𝒗𝒆𝒓𝒔𝒆 - 🇺🇸 𝒙 🇵🇪]

Parte 5

—Creo que no... Sería mala idea pero, ¿Por qué me está ayudando?

—Simple, pienso que alguien como tú no debería estar trabajando aquí, como dije, eres muy hermoso, tus cabellos son hermosos por ser rojizos, el rojo es mi color favorito y ni hablar de tus ojos dorados parecen oro puro, juro que si apagara la luz brillarían —contestó agarrando suavemente las manos del peruano provocando una cercanía en ambos, USA estaba totalmente templado al ver las mejillas pecosas del otro tornarse un poco más rojizas, quizás lo que dijo fue mucho pero, no podía evitarlo, sentía una conexión con el omega.

—Wow... Eso... Fue muy lindo de su parte —confesó sonrojándose más pero rápidamente negó con su cabeza quitando sus manos —Gracias por la información si me disculpa iré a trabajar —se apartó para irse lo más lejos posible, dejando al beta con un poco de tristeza, pero ahora no importaba, solo... Debía ir a trabajar, sí, debía hacer eso.

[...]

La pequeña tricolor al estar al frente de su escuelita se despidió de su tío preguntándose si su tía Paraguay estaría buscándola ya que ella debía haberla traído —Buenos días, profesor Kazajistán —saludó educadamente dejando su mochila en su respectivo lugar.

—Buenos días, Suyay —dijo el mayor, acariciando los cabellos albinos de la pequeña —¿Tu mamá vendrá a recogerte? —preguntó el alfa un poco sonrojado.

—¿Por qué quiere saber? —contestó con una pregunta la rusa-peruana achinando sus ojos.

—Bu-Bueno... quería saber si vendrá en la próxima reunión de padres de familia.

—Se lo diré cuando regrese a casa.

El kazajo suspiró viendo como la pequeña se iba con sus amigos, aun recordaba el día en el cual el peruano entró al colegio a dejar a su hija, llevaba puesto un saco marrón, blusa blanca con hermosos diseños tejidos con hilo en la tela, una bufanda color crema, y unos pantalones algo sueltos que combinaban con su saco, sus cabellos rojizos estaban alborotados al no peinarse por la prisa en llegar temprano, mientras la pequeña estaba bien arreglada con dos trenzas y un gorrito violeta para el frío de esa época.

—¿Disculpe, usted es el profesor Kazajistán? —preguntó con su hija en brazos, el asiático asintió tratando de no ponerse nervioso.

—¡Mami, no! ¡No quiero ir al colegio! —exclamaba la rusa-peruana apegándose firmemente al cuello del bicolor.

—Lo siento, es la primera vez que la dejo a cargo de alguien que no conoce, espero comprenda.

—мәселе жоқ, мен түсінемін.

—¿Eh? Disculpe, no entendí.

—NO HAY PROBLEMA, PUEDE DEJARLA AQUÍ —los nervios lo habían traicionado, sus manos temblaban al ver tremenda belleza delante suyo y no había medido el tono de su voz —Disculpe, no era mi intención gritarle.

—... no hay problema —respondió dudoso pero sonriente.

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