Capítulo Cinco

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"La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad: solo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar el odio: solo el amor puede hacer eso". 

-Martin Luther King hijo.

Ya se había corrió el rumor de que Kattengat tenía una nueva reina, y eso había cambiado el humor de Ivar. El rey esperaba que con eso los pueblos cercanos dejaran de planear estrategias para derribarlo, pero sabía que con solo un rumor no iba a apaciguar las aguas. Miro a Aurora, la chica parecía tan concentrada tratando de descifrar unos viejos pergaminos – Ivar...- Lo llamo estando aun concentrada en su lectura.

-mmm...- murmuro en forma de respuesta.

-¿Crees que vuelvan a atacar?- esa pregunta lo tomo desprevenido. Aurora levanto la mirada del pergamino para encontrar sus ojos azules.

-No tienes que preocuparte por eso- le contesto con una sonrisa. Él sabía que lo más probable era que volvieran a invadir su pueblo, pero no quería preocuparla –Conmigo no te pasara nada.

-No es eso- negó- Siento que te puedo ayudar en algo, pero no sé en qué- Ivar alzó una ceja y mostro en sus labios una de sus típicas sonrisas burlonas, que hacían suspirar a Aurora- No te rías- le pego con su codo- Algo aquí- Ella llevo sus manos a su pecho- me dice que debo de hacer algo.

El rey la rodeo con sus fuertes brazos y la atajo hacia su pecho-¿Qué tal si empiezas a ayudarme con algunos asuntos del pueblo?- Le pregunto, era algo perfecto para ella.

-¿Estás seguro que no puedo ayudarte a detener los ataques?- Si lo podía ayudar, pero no quería presionarla, si le hacía semejante propuesta estaba seguro que saldría corriendo, aunque no tenga a donde ir. Así que solo se limitó a asentir con la cabeza- Esta bien, tú solo dime lo que tengo que hacer.

Y así pasaron los días, de a poco Aurora iba asumiendo el rol de reina sin darse cuenta, y a Ivar le fascinaba esa faceta de ella. En este tiempo conoció su humildad y generosidad, descubrió la debilidad que sentía la pelinegra por los niños, ella pasaba las tardes contándoles cuentos y jugando con ellos, la vio reír a carcajadas mientras algunos de los pequeños hacia una travesura. Y en ese instante se le paso por la cabeza... ¿Cómo serían sus hijos? ¿Tendrían sus ojos verdes que tanto le gustaban? pero un pensamiento fugaz lo bajo de su nube de en sueños y lo llevo a sus profundos temores... ¿Qué pasara si no podía tener hijos? Y lo que era peor ¿Y si su hijo heredaba su maldición?

Aurora vio en los ojos del joven guerrero un temor que no había visto antes, se acercó y se sentó en la arena junto a él -¿Sucede algo?- Se animó a romper el silencio que había en ese lugar. Él la miro y trato de regalarle una sonrisa, pero le salió una mueca.

-No, solo pensaba.

Ella sabía que había algo que no quería contar, sentía que tenía una herida que todavía le faltaba cerrar, y estaba dispuesta a ayudarlo, así como él lo había hecho con ella-Tus ojos me dicen otra cosa.

Ivar dirigió su mirada al mar- Mis demonios me persiguen noche y día, pero tú no tienes que cargar con eso- Él debía protegerla de toda maldad, porque ella era su luz en tanta oscuridad.

La pelinegra se acercó y apoyo su cabeza en su hombro, dejo que el silencio volviera a reinar otra vez –No tienes que pasar por todo tu solo ¿Lo sabes?- hablo luego de unos minutos. Levanto su mirada y se encontró con aquel azul que reinaban en sus sueños, y por un momento pensó ¿Cómo se sentiría rosar esos labios? A los pocos segundos la chica tomo la iniciativa sorprendiendo al joven. Aurora rozo sus labios con los del rey tomándolo desprevenido, fue un roce inocente y tierno, para nada brusco y salvaje. Ivar lo miro sorprendido al separar sus labios, no iba a negar que le había gustado, pero no se esperó que ella tomara tal atrevimiento – Lo siento- Dijo apenada tratando de ocultar su cara con su cabello. Ivar no contesto, solo se limitó a levantar su mentón para luego volver a juntar sus labios.


...


Y así pasaron la tarde, entre besos robados y risas, ya nadie se sorprendía al ver esta nueva faceta del rey. Las mujeres del pueblo suspiraban al verlos juntos, y solían contar historias en donde se resaltaban el amor que se tenían. Después de algunas semanas los reinos de los alrededores hablaban del Deshuesado y su reina, porque para muchos ella era la reina de Kattengat, las historias habían traspasado las fronteras y muchos querían conocer a la chica. Nadie podía imaginarse que alguien pudiera controlar la ira y el enojo de ese hombre, mucho menos las personas que llegaron a tratar con él.

Las historias llegaron a oídos de uno de sus hermanos. Hvitserk no podía creer lo que se decía, dudaba que su hermano llegara a cambiar algún día, así como dudaba de que pudiera complacer a una mujer. La única forma de creer esos cuentos era viéndolo con sus propios ojos. Las cosas con Ivar no estaban de lo mejor, luego de que tomara Kattengat no lo había vuelto a ver, sabía que si volvía era una muerte segura, pero ya no le quedaba más que perder.


...


Aurora observaba a Ivar mientras jugaban una última partida de ajedrez antes de irse a la cama, le parecía graciosa la cara de concentración que tenía el joven - ¡Jaque Mate! – exclamó luego de hacer una de sus jugadas - ¿Estas cansada? – Pregunto luego de verla pestañar, tratando de no dormirse – Mejor vamos a dormir.

-¿Me acompañas hasta mi habitación?- Ivar asintió con la cabeza, luego tomo su mulera improvisada y la siguió hasta su habitación. Al llegar, se quedó parado sin saber cómo despedirse - ¿Te puedo pedir un favor?-Él levanto su mano y rozo su mejilla mientras la miraba atentamente. Eso puso más nerviosa a Aurora que no sabía cómo hacerle tal propuesta - ¿Te puedes quedar esta noche conmigo? – Esa pregunta tomo por sorpresa al vikingo, y el silencio que se había formado la ponía cada vez más nerviosa – No quise incomodarte – dijo luego de no obtener respuesta, trato de entrar pero él la detuvo.

- Me encantaría dormir esta noche contigo – Aurora levanto la mirada y sonrió. La siguió hasta el interior de la habitación y la vio desaparecer para cambiarse. Él se deshizo de los hierros que lo ayudaban a mantenerse en pie y dejo su torso desnudo, no estaba listo para que ella mirara sus débiles piernas, así que no se sacó su pantalón.

Aurora volvió luego de unos minutos y se recostó junto a él. Ambos se quedaron mirando hacia el techo, Ivar no sabía qué hacer, nunca antes había estado en esta situación - Buenas noches – murmuro la chica para luego darle la espalda.

-Buenas noches- le contesto con apenas un susurro. Él ya presentía que no iba a poder dormir en toda la noche.




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Hola, ¿Cómo están? Eh leído sus comentarios y quiero agradecerles, la verdad que han sido un mimo al alma, y también me motiva a seguir escribiendo! Estoy muy feliz de que le este gustando esta novela!

Por otro lado quería pedirles disculpas, soy una persona que demora mucho en subir capítulos,  pero eso se debe a que quiero hacer las cosas bien y a veces no me encuentro muy inspirada, pero bueno... 🤷‍♀️

Espero y les guste! 

¡Saludos! 

A Través del Tiempo- Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora