[31] Un guerrero enamorado

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Nayeon aguantó las ganas de llorar por la rabia, luego de mucho tiempo, diez años exactamente.

Estaba molesta, decepcionada, triste.

Venía de la morgue, el lugar menos usado y que siquiera quería recordar en ese momento.

Veinte guerreros habían muerto, por culpa de Sana.

Y no solo de Sana, también de Momo.

Entró al piso de enfermería, saludando apenas a los trabajadores, estaban ocupados tratando de atender y salvar todas las vidas posibles.

Sin ayuda de nadie entró al cubículo que estaba custodiado por fuera.

Quitó la cortina del medio, un guerrero parado en una esquina y Sana en la camilla mirando su brazo vendado, no la habían cambiado de ropa, después de todo no era grave.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó la Japonesa al notarla. Nayeon rascó sus dedos encima de los guantes.

—Yo soy la dueña de esto, soy coreana, soy Im Nayeon y pertenezco completamente aquí, ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? —preguntó con una ceja arqueada. Sana le desvió la mirada— Veinte guerreros han muerto por tu culpa.

—No es mi culpa, yo no los herí —contestó volviendo a verla. Nayeon  apretó sus manos hasta hacerlas puño.

—¿No es tú culpa? ¿Eso es lo que dices? Si tu no hubieses dejado tu castillo no hubiera pasado esto, si hubieses tenido la suficiente inteligencia no hubiese pasado y si te hubieses entregado-...

—¿Entonces por qué no me entregaste cuando estuve frente a frente con mi padre? —la cortó. Nayeon soltó una risa floja acercándose a ella, pasó su mano por el cabello largo y sedoso de la contraria, un color naranja demasiado llamativo.

Enroscó su dedo índice en un mechón haciendo un riso apenas lo soltó con delicadeza.

Sana la veía fijamente, con el ceño fruncido.

—No te entregué porque tienes mucho que pagar aquí —contestó volviendo a mirarla— Y porque tú... Porque tú eres valiosa ahora que lo pienso —sonrió volviendo a jugar con el cabello ajeno— Puedes ayudarnos a matar a Takeo incluso y terminar todo de una vez por todas.

—¡N-no lo van a matar! —replicó, Nayeon borró su sonrisa jalando el mechón en su mano, sacando un quejido de la muchacha.

—No me interesa lo que pidas ni lo que quieras —le dijo tomándola del hombro para levantarla, se inclinó hasta ella, sus narices rozaron, sus ojos conectados y sus respiraciones mezcladas— Aquí mando yo, Minatozaki, este no es tu castillo y no vas a andar por ahí haciendo lo que quieras, ahora estás bajo mis órdenes y tú asquerosa vida depende de mi, entiende eso —y se separó para empezar a caminar, el guerrero que se mantuvo en silencio todo el tiempo tomó a Sana de su hombro con delicadeza y le pidió con una seña que siguiera a Nayeon, caminando.

Más tarde podría ver a Momo, ahora debía encargarse de Sana.








[...]













SooBin dió un salto en su lugar, despertando. Se apoyó en sus codos y miró a los lados, YeonJun estaba mirándolo con curiosidad.

—¿Estás bien? —preguntó el oficial sentándose en la cama, acomodando su cabello con su mano libre. SooBin asintió pasando sus manos por su cara.

—¿Cuánto dormí? —preguntó ahora llevándose las manos al muslo, apretó levemente, ya no dolía, simplemente una incomodidad en la zona al moverla.

Elements Attacks || YeonBinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora