Capítulo 2

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Sí quiero

Sí quiero

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Theo

En cuanto el helicóptero toca tierra en la plataforma —que hace función de helipuerto en uno de los jardines— bajo de inmediato. Volver a estar en Palermo no me trae tanto regocijo como lo que traigo conmigo, y el cual es el motivo por el que llevaba fuera casi un mes.

El cabello me vuela en todas direcciones producto del aire frío de finales de noviembre levantado por las aspas, el sol de la mañana interfiriendo de lleno en mi visión a través de mis gafas. Arrugo la cara bloqueándolo con una mano hasta que alcanzo la sombra brindada por la altura de la casa imponente frente a mí.

—Lo quiero directo en las masmorras —ordeno alzando la voz por encima del ruido hacia mis hombres que se apresuran a descargar el equipaje.

Al fin lo tengo. Después de tanto tiempo y tanta búsqueda. Él último de los que le jodió la vida.

Me adentro a la casa abriendo la cremallera de mi chaqueta antes de deshacerme de ella y de las gafas.

—Buenos días señor Lombardi. —Una de las mujeres del servicio se me acerca y le tiendo las prendas sin pensarlo dos veces—. Señorita Gyséle —Se gira hacia la mujer que me sigue los pasos de cerca y le regala un saludo.

—Buen día Clara. —Le corresponde ella desde atrás.

—Buenos días —respondo de mala gana ya que lo único que quiero es un poco de paz y por la cara de disculpa que trae creo que tendré de todo menos eso.

Como en efecto tras ella aparece bajando las escaleras principales el viejo Lorenzo, y el que esté aquí desde ya, me deja saber que será un día cargado de estrés.

—¿Se puede saber hasta cuándo ibas a estar evadiendo tus responsabilidades? —inquiere rápidamente enervándose antes de llegar al último escalón.

Sabía que me esperaba esto al llegar pero yo no volvería a posponer mi tarea. Tenía una pista fresca y de este año no pasaba que diera de una vez por todas con él.

—Pensé que para eso estaba tu hijo. —Decido hacerlo enfadar, tal vez más de lo que está.

—Mi hijo será tu segundo al mando, pero hay cosas que requieren de tu total participación. Como el asunto con los Kaminski, por ejemplo —resoplo, ya está otra vez con lo mismo—. Y tú. —Se gira hacia la morena que levanta la mirada hacia él, impasible—. ¿Qué no es tu responsabilidad evitar que siga exponiendo su vida de esta manera? Es el líder de la Cosa Nostra , no puede seguir yéndose de casería cada que le place.

—Con todo el respeto señor Santoro. —Habla al fin la francesa cuando el viejo parece tomar aire—. Se me paga para que cuide sus espaldas no para decirle lo que tiene y no tiene que hacer.

—Gracias Gyséle. —Pongo fin de una vez a esta conversación—. Puedes irte a descansar. Te llamaré si pienso salir.

—No puedes seguir actuando como si tu vida no importara. —Continúa Lorenzo—. Eres el futuro de...

JADE [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora