Capítulo 14:

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Echó a andar el auto y observó por el retrovisor, a Victoria entrar a la casa con su tía, mientras se alejaba. Se sintió aliviado al dejarla en buenas manos y continuó su camino, cambiando al carril izquierdo para dirigirse hasta su departamento; en el rojo del semáforo aprovechó de buscar en su móvil una de las canciones que le ayudaban a enfocar sus energías y pensamientos, y que en ese momento, le vino al mente bastante oportuna para lo que estaba sintiendo, dio play a la radio y subió el volumen a tope para tomar fuerzas y cantarla como hace tiempo no lo hacía con sensación de libertad y esperanza, que la letra le entregaba acompañada de las percusiones, durante el tiempo que demoró en llegar a su destino.

Al entrar al estacionamiento, vio en el aparcamiento de visitas el auto de su padre; supo enseguida que lo que venía no sería agradable y respiró profundo para preparar sus aptitudes comunicativas y paciencia lo mejor que podía, su carácter no le acompañaba cuando se le quería imponer algo por la fuerza y su león interior saltaba al ataque en defensa de lo que sentía correcto y no se doblegaba ante nada, ni nadie. Del otro lado de la puerta de entrada de su departamento escuchó voces femeninas que provenían del interior, identificó a su madre que interpelaba a Luciana con severidad y la segunda manifestaba no saber por qué se había dado el quiebre entre los dos. De esta forma, pudo percatarse que, se estaba gestando una de las jugadas acostumbradas de la que, hasta ayer había sido su novia y a la que conocía muy bien como una hábil manipuladora. Recordó la amenaza que le había lanzado cuando se retiraba de su departamento y aunque hubiese querido que ésta no hablara enserio, lamentó que optara por seguir adelante en su propósito porque, aunque le guardaba cariño, esto solo generaría dolor y daños innecesarios.

Abrió la puerta y la mirada fúrica de su padre se posó sobre él, recriminándole sin tregua sus acciones que costarían a la familia grandes pérdidas económicas, su madre intervino para bajar los ánimos del padre, y le solicitó información de lo sucedido, restándole importancia a lo económico; ella sólo quería saber acerca de los sentimientos y razones que impulsaban a su hijo a tomar esta decisión, porque sin importar lo que dijera, su apoyo ya le estaba concedido.

Luciana aguardaba en silencio con mirada calculadora y a ratos afligida haciendo su acostumbrada interpretación.

—¿Sólo te importan las pérdidas económicas? ¿Acaso yo te pedí que me invirtieras como una más de tus acciones? — le respondió desafiante sin bajar la mirada al hombre que lo veía con desconcierto y se enrojecía de la ira.

—¿Cómo te atreves a hablarme de esa forma, acaso no te das cuenta de lo que pones en juego? — vociferó el mayor de los Petersen.

—¡Por supuesto que sé lo que pongo en juego! Parece que tú eres el que no se da cuenta que, lo que estás apostando no es sólo tu dinero, es mi vida y mi felicidad, Papá —le respondió con sarcasmo en la voz.

La madre de Ivar interrumpió haciendo callar a su esposo y acercándose para tomarle la mano y llamar su atención directamente a ella —¿Hijo, ya no la amas? — cuestionó aguardando la respuesta con la vista fija en los ojos de su hijo que encontraban en ella un poco de sosiego a su evidente exaltación.

—Hace muchos años que ya no lo hago, solo lo mantenía para no defraudarlos, para no lastimarla, pero ella tampoco me ama... ¡Esto no tiene sentido, no lo voy a soportar más, ni siquiera por ustedes! — declaró con firmeza, mientras que su padre murmuraba objeciones y Luciana se largaba a llorar con la facilidad usual que él ya conocía.

Los viajes astrales de Victoria Labbé (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora