Lorraine y Margot esperaban fuera del colegio a Phillipe que, apareció en la entrada con cara de aflicción y al ver a su tía y su abuela, iluminó su expresión corriendo a su encuentro para abrazarlas.
—¿Cómo te fue en tu primer día de escuela mon amour? Le preguntaba doña Margot con su dulzura habitual.
—¡Mal, lo odio! ¡No quiero volver más! — espetó con rabia en su mirada mientras que apretaba los puños.
—¿Qué sucedió Phillipe, por qué no quieres regresar? ¿Te hicieron algo? — Preguntó Lorraine con expresión compungida ya que ella lo había dejado en ese lugar, quizás debió llevárselo antes de que llegara Erick, así se habrían fugado al parque y no habría sufrido como ella cuando tuvo que ir al colegio.
—No me dejaron hablar, me levanté del asiento un par de veces y me castigaron todo el día de pie en un rincón y los otros niños se burlaron de mi... ¡No quiero volver tía, es un lugar horrendo! —Se apretó a la falda de Lorraine y esta lo abrazó dándole consuelo.
Margot, con más experiencia se encargó de manejar la situación convenciendo al niño de darse una nueva oportunidad y diciéndole lo que no debía hacer para que no le castigaran; Lorraine la miraba con disgusto y guardaba silencio pues, no estaba de acuerdo con que Phillipe siguiera asistiendo.
De camino a la casa de Erick, su madre le pidió que al llegar se vistiera lo más hermosa posible, ya que esta tarde tendrían un invitado de Santiago y debía verse radiante. Lorraine se sorprendió y le pidió mayor información que le fue negada, solo le dijo que vendría un futuro accionista que haría negocios con su padre para un nuevo tramo de ferrocarriles más al sur y se haría en el hogar de Erick, pues así su hermano también podría hacer negocios con este misterioso hombre que al parecer era muy acaudalado.
Al llegar al hogar Labbé Aubel, Margot se encargó de organizar la cena, de preparar a Anna y de recibir los postres que traían sus empleadas desde el hotel, le ordenó a Lorraine que cumpliera a cabalidad con lo solicitado y que se encargara de que Phillipe se aseara y se mantuviera limpio y ordenado hasta que llegaran los invitados. Cuando Erick y Rainer llegaron, Margot los recibió con entusiasmo, les dio la bienvenida y estos reaccionaron con agrado a los apetitosos olores que provenían de la cocina.
—¿Ya está todo listo Madre? — preguntó motivado y sonriente, con cierta complicidad.
—Si hijo, ya tu padre viene y yo me voy a preparar en la habitación de tu hermana, que ya se está poniendo hermosa para conocer al invitado. Estoy segura que esta vez conseguiremos un excelente partido para ella y quedará posicionada entre las mejores familias de la capital. Lo único malo es que, si todo sale bien y se casan, tendré que viajar a verla a Santiago— espetó la mujer con evidente jolgorio subiendo por las escaleras, dejando a Rainer pasmado y enmudecido, mientras que Erick observaba su expresión con malicia y diversión.
Cuando pudo salir del asombro, le preguntó a Erick qué sucedía y a qué se debía tanto alboroto; éste le contó que, a la tarde se haría una cena con un joven heredero de una de las familias más acaudaladas de Santiago y que venía a invertir capital para extender la línea férrea y además era un posible inversionista para la empresa que tenían. El nórdico, no se aguantó y preguntó qué tenía que ver eso con Lorraine y Erick le contó que Margot al saber que era soltero, quería hacer de casamentera entre el hombre y su hermana menor que ya estaba pasada en la edad para casarse.
Al escuchar esto, la cara de Rainer se puso roja de los celos, un calor de ira inundó su cuerpo y su mirada se volvió gélida como un glaciar. Erick al ver su reacción le dio una palmada en la espalda y le sugirió que se cambiara, encaminándose a su habitación a limpiarse y vestirse para recibir al invitado, dejando al rubio atribulado en la desesperación de lo que se estaba gestando en el destino de la mujer que lo traía de cabeza. Quiso ir en su búsqueda, pero escuchó la voz de Margot al interior de la habitación de Lorraine, diciéndole que se veía hermosa, instruyéndola en cómo debía comportarse para atraer la atención del visitante. Y sin notarlo, fue sorprendido espiando por Phillipe que, en un abrir y cerrar de ojos se le acercó, el niño apesadumbrado al enterarse que querían casar a su tía con el santiaguino y suponer que se iría lejos, tomó coraje y le dijo en un precario francés a su amigo noruego, que debía hacer algo o les quitarían a Lorraine y no la volverían a ver nunca más, que, si quería a su tía, debía impedir que la comprometieran con ese hombre.
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Los viajes astrales de Victoria Labbé (En Proceso)
RomanceVictoria desde que era una niña, soñaba y tenía visiones de una época pasada; lo que experimentaba era tan real como si lo estuviera viviendo ella misma. No obstante, estaba convencida que era sólo su imaginación generando escapes de la realidad dif...