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"Lamento el mal entendido, princesa. Prometo que nadie más volverá a engañarte de esa manera, pero créeme, de igual manera, ese idiota no te amaba de la misma manera en la que yo lo hago, pequeña y hermosa Dai."

El día anterior las manos de Hanemiya se habían vuelto a llenar de sangre, acabando con la vida de una persona inocente. El pelinegro había faltado a clase ese día, no deseaba ver el rostro de su mejor amigo, el que se estaba convirtiendo en el rostro de un asesino.

En el salón se encontraban varias personas llorando, dedicando sus lágrimas a compañero recién fallecido, quien fue encontrado en un callejón a tan solo unos metros de haberse separado de la chica que se encontraba en el peor estado de todos los presentes. Había muerto a golpes, una muerte lenta y extremadamente tortuosa para la victima de esta, y parala lastima de la mayoría, no había ni una sola pista que los llevara al asesino.

Dai se encontraba abrazando sus piernas con fuerza, llorando sin parar. Ella era la única que estaba enterada de la presencia de un asesino a sangre fría en el salón de clases en el que se encontraban o había encontrado una forma de entrar a este sin ser detectado. Su mente no paraba de repetir que todo había sido su culpa. El chico con el que había tenido una conexión magistral había sido asesinado luego de mentirle, y justo luego de separarse de ella...

El asesino los había seguido.

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