Capítulo 9

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No sé si me sorprende más verlo ahí sentado mirándome como si me comiera o que no me haya llamado aun, hay una pelirroja a su lado que no para de reírse y manosearle el muslo, dejo de mirarlo e injiero más tequila, después de un rato más en el que observo que Aiden le susurra cosas a la dichosa pelirroja mientras ella se muerde los labios, decido que es hora de ir a la pista a bailar, cuando llego a la pista meneo las caderas de un lado a otro y un moreno se me pega, bailamos juntos un rato, mayormente me restriego contra él, cosa que parece agradecer. Después de un rato bailando, le digo que me espere que necesito ir al baño, el asiente con la cabeza y yo avanzo entre la multitud hasta encontrar la cola del baño, mientras estoy en ella miro mi teléfono, como imaginaba ni llamadas, ni mensajes, la pelirroja del reservado sale hablando con otras dos del baño.

–¡Es super guapo! –dice una de pelo liso y rubia.

–Y super rico, es el soltero más cotizado, este no se me escapa chicas.

Todas ríen como hienas, yo pongo los ojos en blanco cuando pasan a mi lado, va lista, en cuanto Aiden consiga de ella lo que va buscando la dejara en la estacada, sé muy bien de lo que hablo.

–Ese vestido es demasiado corto para una señorita como tu –su voz es como lava derretida.

–Y esa pelirroja es algo cazafortunas para ti, ¿No crees? –lo digo fingiendo desinterés.

–Algo así –esta irresistible con la camisa blanca medio abierta y la melena rubia revuelta.

–Pero bueno, es tu tipo, espero que te diviertas follándotela, aunque estoy por avisarla que para cinco minutos de placer que mejor ni se ponga.

Me mira con la boca abierta mientras yo entro al servicio, me miro al espejo en el que me veo los mofletes de la mejilla colorados, decido pensar que es por el calor que hace allí. Alguien me agarra del brazo y me arrastra hasta un cubículo, yo me resisto, pero no hay manera de soltarme, me mete dentro, cierra la puerta y me pone contra ella.

–Deja de resistirte nena, no sabes lo que me pone esa lengua viperina –mi corazón martillea frenéticamente.

–¿Pero estas loco? No puedes estar aquí dentro –lo miro con furia.

–No, tú me vuelves loco.

Acto seguido estrella su boca contra la mía, al principio me resisto un poco pero al final pierdo mis manos en su pelo, sus manos van al bajo de mi vestido, encuentra enseguida mi monte de venus, cosa que me hace dar un respingo por la sorpresa, aparta las bragas y accede a mi clítoris, lo masajea con los dedos y yo me retuerzo de placer, el me devora el cuello mientras yo muevo las caderas hacia su mano una y otra vez, entonces mete un dedo en mi interior y yo arqueo la espalda contra la puerta, usa la otra mano para arrancarme las bragas de un tirón mientras tanto aprovecha para meter otro dedo en mi interior, me masajea y penetra con una sola mano cosa que hace que me acerque cada vez más a la cúspide de mi placer.

–Dámelo Clara –es más un gruñido que una petición.

–Aiden... –aprieto las manos alrededor de sus hombros mientras dejo que el placer explote dentro de mí al cabo de un rato, el atrapa mis gritos con su boca hasta que mi respiración se va calmando.

–Eso han sido cinco minutos de placer nena -me besa en la frente, después se mete mis bragas en el bolsillo, me aparta y sale por la puerta.

Me quedo estupefacta, no sé muy bien lo que ha pasado hace unos instantes pero yo no soy de esa manera, me acaba de usar y tirar, me siento asqueada, me limpio y salgo del cubículo, me miro al espejo, veo el baño detrás de mí en el reflejo y decido que si quiere guerra la va a tener, me recompongo, me arreglo el maquillaje y salgo por la puerta, avanzo hacia la pista de baile y localizo al moreno con el que estaba bailando antes, me fijo en el reservado y veo que Aiden no me quita sus ojos de encima, bailo un poco más con el muchacho y decido que tengo sed.

Memorias de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora