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1era Parte

"Lo que pudimos haber sido"

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Caminaba solitario en las nocturnas y lúgubres calles de Zaun. Protegido del frio por una rasgada capa negra, mi único entretenimiento era ver a los ebrios luchar por una gota de alcohol o Brillo.

Al menos eso me distraía del reciente golpe de nostalgia.

"Powder..."

No es el único que sufrí, pero por alguna razón, si el más fuerte.

"Debo volver."

Arrastrando los pies y con cierto pesar en los hombros caminé hacia el departamento.

- Oye, ¿viste eso? - Se susurraban dos tipos corriendo con... ¿fichas en sus manos? -

Esa repentina aparición de personas-no-borrachas captó absolutamente mi atención. Con cautela tomé la navaja guardada en mi bolsillo y caminé en dirección contraria a esos tipos.

Ruidos de vidrios rompiéndose se acentuaban a medida que me aproximaba a un difuso destino. Mejor dicho no tenía un destino, me guiaba por el sonido.

Una mujer de pelo rosa...

"¿Vi?"

Dos mujeres, una que me recordaba a Vi y otra con un brazo metálico estaban sumidas en una intensa batalla.

La cosa fue interrumpida por un certero disparo al brazo metálico de una de ellas, que salió corriendo.

Pero la otra... no parecía bien.

Agarraba con fuerza su abdomen tendida en el suelo.

Me acerqué, y rompí parte de mi capa con el fin de hacer un torniquete. Al menos, eso pararía el brote de sangre.

- ¿¡Y tú quién eres!?

Una mujer de pelo azul y uniforme portaba un rifle cuyo cañón apuntaba a mí.

- Un viejo conocido. - Respondí sereno - Confía en mí, es lo único que te pido.

- ¿Dante...?

Con ilusión, giré mi cabeza bruscamente hacia la pelirosa.

- Pareces el fantasma de la ópera, tonto. - Bromeó, dejando entrever su debilidad en su voz -

Sonreí.

- ¿Vi?

- Así es...

- ¿Cómo carajo lograste reconocerme?

- La cicatriz en tu mano derecha...

- ¿Lo conoces? - Interrumpió la otra mujer -

- Obvio, bombón...

- Veo que el tiempo ha pasado de forma igual para todos. Pero debemos tratarte esta herida. Mi torniquete no va a ser suficiente.

- Debemos... bajar. ¡Agh!

- Levántate despacio, cabeza dura. - Le dije -

- Síganme. Los secuaces de Silco no deben estar muy lejos.

- ¿Adónde vamos? - Preguntó la otra -

- Al subterráneo, pastelito.

...

Tantos Años... (1er Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora